La Torre

Encerrada

La pared es tan alta, me envuelve en un circulo de fríos y húmedos ladrillos apilados de uno en uno hasta llegar a una punta que se cierra y hace que el techo se llene de penumbra, tan oscura, tan fría y lejana. Alzo mi mano, me levanto sobre las puntas de mis pies, estiro los dedos de mis manos para alcanzar una lejana ventana, pero mis esfuerzos son inútiles, está tan lejos de mí.

De pie en medio de este frío tenebroso, en este vacío tan grande y a la vez tan pequeño. Recorro el lugar con mi vista, mis manos están en mi pecho como si mi cuerpo reaccionara y protegiera mi corazón para no salir disparado; estoy descalza, cubierta únicamente por un vestido que debería de ser color purpura pero en este momento todo me parece gris y húmedo. 

Silencio, hay demasiado silencio, casi puedo escuchar mis latidos, o mis pulmones inflándose, o tal vez mi respiración saliendo de mÍ. Quisiera llorar, mi cuerpo tiembla rogando moverse pero estoy tan inmóvil, desesperadamente inmóvil.

No sé cuanto tiempo a pasado desde que llegue, pero apenas tengo fuerza para sostenerme así que he comenzado a deslizar mis pies entumecidos para acercarme a una pequeña cama, las delgadas sabanas que la cubren están heladas ó tal vez soy yo y mi frialdad las a congelado. 

Trato de recostarme, trato de aceptar lo que esta pasando, trato de calentarme pero todo es inútil, ¡estoy encerrada! ¡estoy sola! tengo frió... 

No tengo idea de lo que he hecho para estar aquí, no se si lo merezco, pero quiero salir.

Cubro mi cuerpo con las sabanas de cabeza a pies y de mi sale un susurro como si fuera lo ultimo que tengo por decir.

-Estoy encerrada...