Danzando bajo la lluvia

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Tinc... tinc... tinc...

Desde hace tres días a estado lloviendo, hay una gotera en el lejano techo que cae a un lado de mi cama, he mojado un poco mis pies y manos para limpiarme, a sido agradable sentir agua.

Casí me había acostumbrado al frío de este lugar, pero con la llegada de la lluvia a ido empeorando y al parecer no se resuelve en retirarse.

Tinc... tinc... tinc...

La temporada de lluvia que mas recuerdo fue cuando cumplí doce años, teníamos goteras por toda la casa, el campo se comenzaba a inundar y el rió que cruzaba el pueblo amenazaba con desbordarse, en cada oportunidad que tenia mi padre subía al techo a tratar de arreglar el tejado, pero el tiempo no le bastaba cuando la lluvia ya nos había dejado otras tres goteras. Gracias al cielo mi padre estaba con nosotras, o no sé que hubiera hecho mi madre.

Las lluvias duraron poco mas de dos meses, el campo estaba arruinado, el rió trataba de no salirse de su lugar, todos en el pueblo la habían pasado mal, la comida era escasa, la leña se agotaba o no encendía, los animales tenían hambre, algunos se quedaron del otro lado del rió puesto que no podían cruzar.

Yo tenia un amigo, un vecino de ocho años, un día fue a mi casa para que saliéramos a jugar.

- Podemos salir a escondidas, estoy aburrido de estar en casa todo el día.

Me dijo su traviesa idea la cual me encanto y a escondidas nos escapamos de casa para jugar un rato en la lluvia.

- ¿Haz bailado bajo la lluvia?

Me dijo mientras jugaba con una roca.

- Por supuesto que no! mamá nunca me a dejado salir cuando llueve.

Le conteste sentada en una roca mientras lo veía observar detenidamente esa roca que no dejaba de mover con un palo que encontró en la salida de mi casa.

- ¿Quieres bailar conmigo?

Me lo dijo aun sin mirarme, supongo que se sentía avergonzado.
Con una sonrisa tímida mía, me puse de pie para extenderle la mano y levantando su vista mirándome a los ojos, se levantó para darme su mano y comenzar nuestro baile.

Fue un gran día, nos reímos muchísimo; regresamos a casa tan aprisa como la lluvia nos permitía, mi madre nos hizo un drama, le dio ropa a Nico y lo envío de regreso a su casa. Una semana después de que las lluvias terminaron, Nico seguía enfermo, un día de visita en su casa él me miro y me dijo que debíamos de volver a bailar juntos.

Nico se fue de su casa cuando cumplió 16, no volví a verlo. Me encantaría bailar ahora mismo con él.

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