La verdad a cerca de ti

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Ya a pasado tanto tiempo que he dejado de contar los soles y las lunas, me he aprendido la posición de las estrellas y hasta les he puesto nombre a algunas.

He inventado canciones y he compuesto melodías, he creado seres y he incluso olvidado la agonía, pero con todo esto siento que he llegado a la locura y que no hay sentido en olvidar quien era antes de llegar aquí. Conozco lugares y el nombre de tantas cosas, he vivido antes de estar aquí y recuerdo a mis padres, incluso recuerdo sus nombres y recuerdo el nombre de mis vecinos, recordé a Nico y a su madre, recuerdo como murió su padre; pero entonces trato de recordar a alguien mencionado mi nombre y sólo veo una brisa de viento moverse para evitar que escuche el sonido que lo pronuncia.

Esa sombra me sigue visitando y sigue preguntando como me llamo, ya le he dicho que no lo recuerdo y sigue insistiendo con su absurda pregunta.

-¿Qué quieres? ¡¿Que mienta y te invente un nombre para que dejes de preguntarme?! Eso fue lo que le dije de mala gana anoche, pero estaba tan cansada de su terca insistencia que tan sólo quería zafarme de esa pregunta.

Alfenic es la única compañía que he tenido desde que estoy aquí, algunas veces se a quedado a fuera de mi celda para esperarme mientras ceno, y cuando he terminado toma mi plato vacío y entonces se va como suele hacerlo, desapareciendo.

El día de hoy a tardado un poco más y a mi parecer a pesar de no contar con ningún método de tomar el tiempo él a sido lo bastante puntual, empiezo a preguntarme si a sido mí mala actitud la que lo ha hecho retrasarse, siendo honesta me siento apenada por eso y temo que hoy no se presente, me he acostumbrado tanto a él, lo más seguro es que me aférro a mi única compañía ya que me niego a sentirme sola de nuevo.

Resignada a que hoy no se presenté me voy a la cama a dormir.

En mis sueños escucho nombres de todo, del cielo caen letras que elijo para escribir mi nombre pero nada resulta, escucho al viento cuando veo a mi madre llamarme para la cena, oigo el martillo sonar cuando mi padre habla conmigo mientras trabaja, sigo sin recordarlo.

- Tal vez si recordaras quien eres podrías recordar tu nombre.
En mis sueños escucho la voz de Alfenic dando una gran idea. Si no fuera por que no tengo idea a que se refiere.

- Recuerda tu niñez, recuerda como llegaste a la granja, recuerda quien era el hombre que te llevaba de la mano cuando eras tan pequeña. Recuerda quien lamió tu mano para despedirse.

Mi corazón late como las alas de un colibrí, abro los ojos y frente a mi en esa puerta que me separa de mi compañía, descubro los ojos de Alfenic, y entonces distingo por completo su figura, un cuerpo cubierto de pelo gris y blanco, ojos tan brillantes color blanco, una mancha que cubre la mitad de su cara y patas, cuatro en total, grandes e imponentes, es fuerte, al final de cuerpo una cola gorda y peluda se sacude para mostrarse, es gris, con la punta tan blanca como la luna.

Mi amigo Alfenic es un lobo, con dientes tan grandes como los dedos largos de mi padre, rudos como el martillo que golpeaba el acero, blancos y afilados como la espada que guardaba mi padre en un sótano donde sólo entraba a afilar esa cosa para después probarla despellejando a los ciervos que cazaba, como si fuesen mantequilla.

- Así es, soy yo, tu viejo amigo.

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