Lunes.

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Hinata caminaba hecha un manojo de emociones, se encontraba nerviosa, asustada, avergonzada, feliz. No esperaba que las cosas fueran tomando rumbo a como lo habían hecho hasta ahora, había dudado de si la situación se tornaría algo desagradable pero no fue así, enrealidad lo había sentido lo contrario.

Su corazón palpitaba con fuerza, sintiendo que saldría de su posición. Sus manos se mantenían temblorosas, y con poco sudor en estas. Tuvieron un poco más de contacto, y eso la hacía sentir...satisfecha.

Lo que no había podido lograr en dos años, lo pudo hacer en unos segundos.

Su profesor mantuvo una conversación con ella ¡con ella! Y parecía que se sentían cómodos con el tiempo, tal vez porque era predestinado a suceder.

Sonrió, más para si misma que para alguien más, llegando directamente a su salón.

Tenia que dejarle otra de las cartas, y que mejor ahora que tenía una inspiración por hacerlo.

—¡Hina! Oh— llamó Temari, siendo recibida por la azabache entregándole las hojas de las pruebas.—Sí, hola—

Ignorando su saludo, camino a su escritorio sacando de su bolsa alguna pluma y hoja de papel, para empezar a escribir en esta.

—¿Qué se supone que haces?— se acercó Ino, tomando asiento en un banco delante.

—Escribiré la carta a Kakashi sensei—

Ino bufó.

—Deberías rendirte con todo esto, Hina. No veo...—

—Voy a decirle quién soy—

Ino, miró directamente a los ojos a su amiga, buscando en algún lugar remoto de este una duda, siquiera una pisca de arrepentimiento, pero no. No había. Temari por su parte, se acercó para escuchar con más claridad que era lo que había mencionado.

—¿Escuche bien?— La rubia metió uno de sus dedos a su oído en busca de algo que la hubiera hecho escuchar mal.

—Yo...le diré que nos veamos después de clases, aún no sé que día—

—¡Dime que es una broma, Hina!—

Hinata sonrió.

—No lo es, Kakashi sensei sabrá que soy yo la de las cartas, lo eh decidido—

—Bueno, si ya lo decidiste. Cuando le pidas que se vean ¿Qué piensas decirle?— Ino levanto una ceja, esperando una respuesta concreta.

Sin recibir una palabra, se dio cuenta que la azabache no tenía ningún plan en mente. Por obras del destino no conocía el porque de la noche a la mañana su amiga había decidido cambiar de opinión respecto a profesar sus sentimientos, pero no podía molestarse.

No cuando la había visto desanimada cuando aquel hombre hablaba con cuánta mujer encontrara (aunque claro, eran las mujeres las que lo buscaban) al contrario, se alegraba que pudiera perder aquella timidez respecto a sus sentimientos.

Las rubias conocían a la perfección a la azabache, sabían cuánto le había costado poder contarles que le gustaba el profesor de Historia, y ahora, era un paso muy grande que se lo confesara a él mismo.

Las dos chicas, se miraron y asintieron a la par. Habían decidido ayudar a su amiga a escribir aquella carta.

—Te vamos a ayudar, Hime—

—Cuentas con nosotras—

Hinata, con su corazón estrujado, entendió que aún cuando el peli plateado la rechazara, podría salir adelante si las tenía a ellas.

—Gracias, chicas—

Sin Remitente || KakaHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora