12. La Mala Experiencia

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Nota: Cualquier parecido con hechos reales es pura coincidencia. Este capítulo es necesario para la historia.

—No pasa mi camión, me estoy empezando a estresar... y tampoco hay mucha gente alrededor.

Elizabeth se encontraba esperando en una parada de camión en un lugar solitario, con escasa luz y nadie la acompañaba. Después de un rato ve a lo lejos cómo se va acercando una silueta de un hombre. Viendo como va caminando hacia ella, Elizabeth por fin se da cuenta en la situación en la que estaba, pero no por completo.

«Creo que será mejor que camine a una parada donde haya mas gente, ese tipo se ve algo sospechoso»—, pensaba mientras empezaba a caminar un poco rápido. Al cabo de unos metros Elizabeth volteo hacia atrás percatándose de que ese sujeto la estaba siguiendo desde el otro lado de la banqueta haciendo que se preparara por si la asaltaba. Aquél tipo que la seguía era alto, pasado de peso y de mediana edad dando una apariencia desagradable. Al verlo de más cerca Elizabeth comenzó a sentir miedo siendo así que empezó a caminar mucho más rápido que antes.

—Que tipo tan más molesto— se decía casi corriendo. —Lo bueno es que casi llego a la otra parada.

Aquél hombre al notar los pasos rápidos cruza a la misma banqueta y comienza a acelerar el paso. Al verlo, Elizabeth no duda más y comienza a correr lo más rápido que podía pero apenas unos metros adelante es alcanzada por ese hombre. Logra tomarla de una mano y la sujeta con fuerza de un hombro, intentaba escapar pero él era fuerte y persistente.

—¡Suéltame! ¡Déjame en paz! ¡Te daré todo lo que tenga pero suéltame!

Todavía con la idea de que iba a ser asaltada pasa de largo lo más peligroso. Teniéndola sometida logra arrinconarla contra una pared y empieza a tocarla de más.

«No me digas... que este cabrón..." Hey ¿¡que crees que estás haciendo!?

—Cállate perra, no te hagas la difícil, se notaba desde kilómetros que querías esto, prostituta pendeja.

—¡No! ¡Suéltame! ¡Ayuda!

Gritaba desesperada pero no venía nadie, eran las 10:20 de la noche y no había rastro de nadie más. Seguía tocándola y está vez fue más lejos, puso una de sus rodillas entre las temblorosas piernas de Elizabeth y logró tomar sus dos brazos con una sola mano teniéndolas arriba de la cabeza y empezó a tocar uno de sus pechos y a la vez comenzó a besar su oreja.

«No tengo por qué estar soportando esto»—. Se decía Elizabeth mientras tenía los ojos entrecerrados y llorosos. —«Este tipo merece una putiza y no me importa que esté grande.»

—Lo disfrutas, ¿verdad?

—Claro que no imbécil. «No puedo zafarme, es muy fuerte» Alguien por favor ayúdeme!

—¡Cállate! ¿Qué no entiendes? ¿No ves que no hay nadie? Solo estamos tú y yo, y más te vale que ya no grites porque si no te...

—¡¡Hey!! ¿Qué están haciendo?

A lo lejos se escucha el grito de una muchacha y al percatarse de lo que ocurría no duda y corre en ir en contra de ese hombre. Al llegar con ellos y ver una escena lamentable empieza a amenazar al sujeto.

—Hey pendejo, ¡suéltala!

—Y si no que, ¿puta?

—Tú sabrás— dice después sacar una navaja grande y gas pimienta de su bolsa.
Al ver qué estaba armada no piensa dos veces y decide soltar a Elizabeth empujándola al piso para después salir corriendo. La chica guarda sus cosas y corre con ella para ayudarla.

✨ Elizabeth ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora