Capítulo 6: Al menos actúa como un ser humano.

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Capítulo 6: Al menos actúa como un ser humano.

Leandro abrió los ojos con lentitud. Lo primero que vio fue un techo conocido, estaba en casa, en su cuarto. Volvió a cerrarlos por comodidad y pensó en lo mucho que le dolía la cabeza. Suspiró un poco y cambió de postura, cavilando sin querer en lo bien que se sentía el contraste suave de las sabanas en comparación con su piel desnuda, porque claro él estaba en ropa interior. Sin embargo, ese pequeño detalle lo inquietó un poco. Él no acostumbraba a dormir en ropa interior, siempre dormía en piyama. Y tampoco recordaba haber ido a la cama. Su último recuerdo era..., ver a Adrián entrando por la puerta y sentándose luego a su lado.

"¡Adrián!" pensó alarmado. Se sentó en la cama con velocidad, mirando a su alrededor con la alarma visible en sus ojos. Se encontraba solo en la habitación. 

Mierda, ¡carajo! Ahora recordaba todo con una claridad dolorosa. Se había tomado la pastilla para la locura luego de haber quemado el piano. Vio al instrumento arder mientras a él le ardían los recuerdos. Cedió a su delirio, ignorando deliberadamente el mundo real. Y el mundo real era Adrián y sus ojos verdes. Su amor lo había encontrado sentado en el piso, revolcándose en sus miedos, sus dudas. Y luego..., se quedó dormido viendo la foto de Susana, pensando en lo triste que era que una persona cayera tan bajo.

Ahora con la mente despejada, sin el dolor psicológico taladrando su cordura, comprendía que Adrián debió sentirme muy mal de encontrarlo en tal estado. El muchacho había dicho algo como que ahora si estaba actuando como una persona traumada. Leandro se rió en su momento, pero ahora no le caía en gracia. No estaba actuando como una persona traumada, sino como un demente. No recordaba cuando había sido la última vez que perdió los estribos de esa forma.

Suspiró con agobio, con intensiones de dejarse caer en la cama y lamentarse de su situación. Sin embargo, se negó a hacerlo porque seguramente Adrián andaba por ahí y no tardaría en hacer aparición para interrogarlo a él y su conducta tan inapropiada.

¿Qué iba a decirle? ¿Qué se había enfadado con el fantasma de Susana? ¿Qué había incendiado el piano para castigarla un poco, para callarla?

No. Obviamente no podía decirle eso, ni sobre sus recientes recuerdos. Era algo que había decidido combatir solo. Quizás perdió la batalla, pero no la guerra. Y Leandro seguiría guerreando. Adrián no tenía porqué preocuparse de su salud mental, no debía agobiarlo con esos temas. Si le decía algo él podría...

—Has despertado, Leandro.

Y hablando del rey de roma...

—¿Qué hora es? —fue lo primero que se le ocurrió preguntar.

—La una de la madrugada —respondió frío, serio.

—Adrián yo...

—No te atrevas —dijo el joven con un tono de voz oscuro, plano. Sus ojos ardían de pura rabia—. No te atrevas a decirme que estás bien ¡No te atrevas a mentirme o te daré un puñetazo, lo juro por Dios!

Leandro bajó la mirada, concentrado su vista en algún punto incoloro del piso. No estaba de ánimos para enfrentar esto.

—¿Por qué te fuiste del instituto? —preguntó el muchacho.

Leandro no respondió

—¿Por qué destruiste el piano de Susana? —insistió.

Leandro guardó silencio.

—¿Tiene que ver con esa persona con la que estás hablando?

—Ya te dije que no he estado hablando con nadie —finalmente se dignó a hablar, levantando la vista y de paso mirando esos ojos verdes que siempre conseguían doblegarle la voluntad

—¡¡Mentiroso!! —bramó furioso el pelirrojo—. ¡Has estado hablando con alguien, lo sé!

—Adrián

Secretos De Familia. ME PERTENECES (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora