Capítulo 9: Infierno Personal Parte II: Secreto Callado

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Capitulo 9: infierno personal Parte II: Secreto callado

Hacia dos días que no veía a su madre. Según los adultos, ella estaba dando a luz. Y hoy finalmente regresaría. Y aunque Santiago no estaba muy seguro de qué era dar a la luz, la esperó. Se asomó una y otra vez a la ventana, aguardando su regreso. Y entonces un taxi apareció y la traía a ella.

Corrió fuera de la casa, loco de alegría. Su intención era arrojarse a sus brazos y exigirle amor, pero no pudo siquiera completar sus pensamientos cuando la vio bajando del auto con un bulto en los brazos.

—Hola mi amor —saludó ella, amorosamente—. Mami ya ha regresado y ha traído a tu hermano pequeño.

El niño Santiago observó el bulto en sus brazos y sintió curiosidad.

— ¿Es mi hermano? —preguntó con incredulidad cuando lo pusieron en sus cortos brazos y tuvo que cargarlo.

El bebé estaba todo rojo y arrugado, como una pasa. Frunció el entrecejo; no le gustaba. Era un bebé que iba a robar toda la atención de mamá, y ya él no podría ser el favorito. Tuvo intenciones de decirle a su madre que devolviera el bebé porque él no quería más hermanos. Pero entonces, antes de que abriera la boca para quejarse, el bebé en sus brazos despertó de su letargo, contemplándolo con esos ojos de recién nacido. Santiago se quedó impresionado, nunca había visto un recién nacido y este de aquí poseía unos ojos increíblemente hermosos.

—Santi, saluda a tu hermano.

—Hola bebé— dijo y el bebé le apretó el dedo—. ¿Mami, cómo se llama el bebé?

—Se llama Leandro. Él va a ser nuestro querido Lea. Y ustedes como sus hermanos mayores —refiriéndose a Luis y a él—, tienen que cuidarlo, ¿Lo comprenden?

Ambos niños asintieron

— ¡Ahora es mi turno! —exclamó Luis, muy entusiasmado.

Santiago se negó a entregarlo.

— ¡No, yo quiero cargarlo! —el bebé Leandro se había acurrucado en su pecho y la sensación era cálida y tranquilizadora. No iba a entregárselo a Luis.

— ¡Pero yo quiero!

— ¡No!

Y entre tanto tira y jala terminaron por golpear al bebé, quien no perdió tiempo en quejarse y lanzó un chillido que levantaría hasta a los muertos.

»«

Santiago movió un poco los hombros, un movimiento suave que hacia para intentar alejar el estrés de sus paletas. No servía de mucho, pero movilizaba un poco los músculos y para él, que no tenía tiempo de darse un masaje, fue más que suficiente. Sonrió y volvió a su labor.

—¿Tienes sueño? —preguntó la voz de un niño.

—Por supuesto que no. Estoy bien. ¡Mira este! Me encanta esta figura de acción.

—¿De veras?

—Sí. Batman es mi héroe favorito. Aquí entre tu y yo —dijo como un susurró, algo secreto—, yo todavía leo sus comic.

El niño rió en voz alta, tomando entre sus manos la figura de Batman.

—Me has regalado muchas cosas. ¿Es por qué te sientes culpable de no poder darme un corazón?

Santiago se inquietó. El niño había resultado más perspicaz de lo que él hubiese esperado. Aun así, esa no era la razón total del porqué hacia lo que hacia.

Secretos De Familia. ME PERTENECES (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora