Capitulo 13: Semejante a la locura.

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Capitulo 13: Semejante a la locura.

Leandro suspiró, acostándose boca arriba en su maltrecha cama.

En poco tiempo había recibido muchas noticias y no solo eran noticias, sino que eran malas noticias. Muy malas noticias. Primero haberse enterado que Adrián estaba implicado con drogas, luego la confesión de Santi y su involucramiento en la adicción de Susana y por ultimo, la confesión de Aarón en cuanto al suceso de hace ocho años. Resultaba demasiada información para su cerebro.

Leandro estaba cansado y también enfermo, pero ahora estaba más cansado que enfermo. Cerró los ojos un momento y el momento se alargó, así que se quedó dormido en la cama sin ordenar, olorosa a recuerdos oscuros y lagrimas amargas. No hubo sueños en su sueño, solo existía una oscuridad densa que se lo tragaba y para entonces no le pareció mala idea dejarse llevar por ella, hundirse en su negrura para olvidar la vida maldita que llevaba a cuesta. Se quedó tan profundamente dormido que ni notó que la noche se le vino encima y sólo se despertó porque alguien lo zarandeaba.

—¿Qué sucede, Alan? —preguntó con voz pastosa, abriendo apenas un ojo.

—Llegue temprano a la casa —comentó con voz baja—, y te vi durmiendo. Era temprano en ese momento, pero ahora es tarde.

—¿Tarde?

—Son las once de la noche —por inercia miró a la ventana y todo estaba tan oscuro que no se distinguía la siluetas de los otros edificios—. ¿No vas a cenar? Preparé la comida.

—No, estoy cansado —se acomodó mejor en la cama y continuó con su letargo.

Y nuevamente se sumergió en ese mar negro, ahogándose en su oscuridad, algo que le insensibilizaba la piel y los sentidos. Sin embargo, poco duró su alivio ya que alguien más volvió a despertarlo. Esta vez era Luis. Leandro apenas pudo visualizarlo entre la cortina de sus parpados que pugnaban por volver a cerrarse.

—Es hora de que te levantes. Es tarde. —ordenó con tono autoritario. Era raro que hablara así, con tanta seriedad. Era el tono de militar, el que empleaba cuando la situación era seria.

—¿Tarde? —musitó Leandro cansado, notando que cada articulación le dolía.

—Son las cinco de la tarde.

A Leandro le asombró lo rápido pasaba el tiempo. Solo había cerrado los ojos un momento y casi parecía un segundo desde que Alan lo había despertado. Ahora era de día y el sol se asomaba por la ventana. No lo sintió, así como tampoco sintió haber faltado al trabajo por haberse quedado dormido.

—Tengo sueño —fue todo lo que dijo. Sus parpados pesaban y se cerraron sin siquiera darse cuenta.

Leandro realmente estaba cansado.

La tercera vez que lo levantaron, al abrir los ojos, se encontró con unas cuencas muy verdes. Que bonitos. A Leandro le gustaba mucho el color verde y le gustaba mucho más el verde que reflejaban aquellos ojos.

—¿No te vas a levantar? —preguntó Adrián, se notaba preocupado y Leandro quiso saber el motivo de su angustia.

—Tengo sueño.

—Has dormido mucho.

—Quiero dormir más —parecía un niño pequeño que no quiere levantarse de la cama para ir a la escuela. Leandro sabía que debía levantarse, sin embargo no parecía posible que siquiera pudiese sentarse en la cama, no podía ni quiera mantener los parpados abiertos.

—No te duermas —exigió Adrián—. ¡Has dormido tres días! Es suficiente, tienes que levantarte.

Por toda respuesta, Leandro solo lo abrazó para que se quedara quieto y en un segundo cayó en un profundo sueño sin siquiera escuchar los desesperados sollozos que Adrián emitía con la cara enterrada en su pecho.

Secretos De Familia. ME PERTENECES (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora