Capítulo 16: Un lugar al cual regresar.

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Capítulo 16: Un lugar al cual regresar.

Dicen que al final del túnel se encuentra la luz y Aarón se preguntaba qué tan largo sería el túnel que recorría porque no veía luz por ninguna parte. O tal vez sí. Pero no era una luz natural, de sol, sino una luz casi artificial como de una vela. Una llamarada pequeñita que ondulaba y amenazaba con apagarse por causa del viento. Era esa luz el que lo guiaba lentamente para salir de ese estrecho lugar lleno de dolor.

Apenas habían pasado nueve días desde aquel incidente y podía sentir como si hubiese sucedido ayer.

Luis aun dormía y los niños también, así que Aarón tomó un baño y se marchó, dejándoles una nota de que regresaría a casa de sus padres. Salió a la calle, caminando acompañado de un frío casi invernal y recorrió las aceras en completo silencio, contemplando el azul crepuscular que bañaba su entorno. Le castañearon los dientes así que se ajustó el abrigo, colocándose incluso la capucha.

Para entonces, eran las cinco de la mañana y el transporte ya hacia su recorrido habitual. Tomó uno y se sentó al lado de la ventana, observando desde ahí la vida que se despertaba fuera de ella. Poco a poco el bus se llenó tanto de gente que apenas cabían, pero Aarón poco lo importó. Para cuando llegó a la estación que le correspondía, el bus seguía repleto y tuvo que abrirse paso entre el montículo de personas que llenaban el pasillo, ansiosos de llegar temprano al trabajo. Aarón sólo ansiaba regresar a casa.

Subió las escaleras en silencio y entró al apartamento en silencio. Esperaba no encontrarse ni con su madre ni con su padre, no sabía si tendría el valor de encararlos luego de tantos días de ausencia. Fue directo al cuarto que compartía con su hermano, donde pudo discernir la figura de Adrián durmiendo a pierna suelta en la cama. Aarón sonrió un poco y caminando hasta allí, se quitó los zapatos y se acomodó en el huequito que encontró. Adrián estaba tibio y confortable, y al sentir su presencia Aarón se sintió en paz.

Por ese momento solo quiso permanecer así, disfrutando de la sensación de sentirse un niño junto a su hermano.

»«

Santiago se masajeó un poco el cuello para aminorar el dolor articular y mientras lo hacia se encaminó fuera del hospital para poder respirar aire fresco. Aun era demasiado temprano y sin embargo, la gente iba de aquí allá. Se percató de la presencia de varios carritos que vendían desayunos baratos, la gente se amontonaba a sus alrededores así que Santiago intentó encontrar una banca que le permitiese descansar sus pies sin tener que estar cerca del olor a comida.

Bostezó cansado, pensando en lo duro que era trabajar toda la noche porque era su turno. Contempló el cielo y notó el adorable sonrojo del crepúsculo y sonrió. Era una buena mañana aun cuando el frío le calase hasta los huesos. Se frotó distraídamente los brazos mientras pensaba que el hospital era como un gran monstruo blanco que se tragaba a las personas. Se detuvo momentáneamente al evaluar ese pensamiento. ¿El hospital era como un gran monstruo blanco? ¿De dónde había sacado esa idea? El hospital no era así. El hospital era un centro de ayuda que intentaba devolverles la vida a los pacientes.

Un poco inquieto, buscó en el bolsillo de su pantalón la cadena de oro que le pertenecía. Pensar en un monstruo blanco le hacia recordar a Leandro y su locura, y de alguna manera retorcía eso lo llevaba hasta la prenda que sujetaba con sus manos. Sin duda era suya, la misma por la que pagó la adicción de Susana. Era por esa razón que la cadena en si le parecía un mal presagio, le traía reminiscencias trágicas.

Santiago suspiró, pensando en Leandro y su enfermedad. Siempre le había preocupado que sus recuerdos regresaran y causaran tanto dolor como antaño. Luis, en alguna ocasión, se había referido a Leandro como una bomba de tiempo. Y vaya que lo era. Sin embargo, la bomba se había detenido en el preciso momento en que Leandro olvidó todo, como si se hubiese quedado congelado en el tiempo. Pero su tiempo había vuelto a moverse hacia delante y no parecía traer más que desgracias...

Secretos De Familia. ME PERTENECES (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora