Capítulo 24: Duelo de brujas

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El caos se apoderó del estadio, los gritos resonaron por todas partes. Docenas de criaturas aladas, de piel blanda y grasa, con antenas y armadas con tentáculos terminados en púas, habían atravesado el techo y se lanzaban hacia la pista. Vi a Sara apartarse a un lado para evitar un trozo de metal que había caído al suelo. Vi a todas levantarse y correr despavoridas en todas direcciones. Vi a Grace acercándose hacia mí con llamas en las manos.

Fui hacia ella sin dudar, pero Monichi se puso delante. Grace lanzó una bola de fuego astral y yo, poseída por la adrenalina, tiré de Mony a un lado. Caímos aparatosamente en las sillas mientras las llamas impactaban en una de nuestras compañeras en el pecho, justo delante nuestra, y la calcinaban en un instante con un grito de agonía. El recuerdo de mi madre en la camilla amenazó con inundar mi consciencia, pero no me dejé dominar por las naúseas, por el olor a carne quemada ni por la visión de mi amiga reducida a un maniquí tostado... Un pulpo-murciélago caía sobre nosotras. Lo vi por el rabillo del ojo, repugnante y morado, y alcé la mano hacia él.

La rama de energía nació del suelo a mi lado, acabada en punta, y lo ensartó de lado a lado, bañándonos en sangre morada y viscosa. Miré por encima del hombro de Monichi mientras trataba de ponerme en pie y distinguí a Satahán, el enorme guardián de Grace, detrás nuestra. Tenía un hacha negra y la levantaba por encima de su cabeza. Monichi me empujó y caí gradas a bajo, dañándome la espalda y golpeándome la cabeza contra una de las sillas.

La conmoción casi me deja inconsciente, el dolor se me hizo insoportable. Con los ojos llenos de lágrimas vi a Monichi, aferrándose la pierna herida con un grito sordo que no superó el pitido de mis oídos. Satahán arrancaba el hacha de las sillas que había partido por la mitad y pisoteaba otras para llegar hasta mí. Lo vi muy claro entonces: no ganaría así, no podía ganar. Pero si perdía, Sara Oldstone, Monichi y las demás, morirían.

El Mundo de las Sombras me envolvió, dejé caer mi cuerpo y me lancé contra el pecho del guardián. Lo atravesé de lado a lado y sangró cenizas. Se tambaleó, cayó apoyando la rodilla, su herida comenzó a sanar con llamas. Busqué a Sara con la mirada, uno de esos monstruos la había atrapado con sus tentáculos y la levantaba por los aires. Ella forcejeaba, rugía, podía oír los ladridos... y la sangre manando de sus heridas, ¡tenía que ayudarl...!

-¡YOULINDA! -un grito de terror me detuvo, me hizo mirar abajo y... -. ¡Youlinda! -me dejó petrificada.

Grace había cogido a Mony, cuya pierna estaba manchada de rojo, y la sujetaba por detrás con las manos en llamas. Mi amiga lloraba, suplicando ayuda. Grace sonreía:

-¿Qué harás, "discípula"?

¿Qué haría? ¿Qué podía hacer? Sara iba a morir al otro lado de la pista, si la salvaba Monichi moriría... Satahán se levantaba, sobre mí caía un pulpo, ya sentía sus tentáculos envolviéndome, succionando mi energía vital... No podía hacer nada.

"Cada vez que una vocecita te diga 'no puedes' o 'eres débil', Yolanda -me susurró Sara Oldstone al oído-, mándala a la mierda."

Sara Oldstone rugió al fondo del estadio, su grito enmudeció todos los ruidos. Tironeó de los tentáculos del monstruo que la estrangulaba, se acercó a él. Las garras rompieron sus guantes, las clavó en su blando cuerpo, lo despedazó a zarpazos. Gruñó, le arrancó un ala. Se sacó las púas y cayó con el monstruo al suelo. Se levantó, se arrancó el casco y gritó. Rugió. Su pelo se había tornado blanco como la Luna, sus ojos brillaban con el dorado más intenso que hubiera visto nunca, y sus dientes eran afilados como puñales.

Su visión, de fuerza, de ira, de rabia, saltando una docena de metros para caer sobre otro de esos engendros, que había atrapado a una chica inocente, desmembrándolo con las mandíbulas apretadas, me dio fuerzas. Me trajo de vuelta a la realidad...

Astral Arcana II - GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora