Capítulo 14: El hechicero

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El vehículo frenó frente a la residencia y bajamos.

-Vamos al gimnasio, tenemos un... entrenamiento extraordinario -dijo con cierto nerviosismo.

-C-claro -asentí confundida-, he perdido muchas sesiones...

-Sí, bastantes -coincidió.

Me guió al gimnasio. La miré de reojo, pero me acompañaba con la vista fija al frente. Ella abrió empleando su llave y empujó la puerta de metal...

-¡SORPRESA! -el grito de júbilo y alegría casi me provoca un infarto cuando encendieron las luces del inmenso gimnasio.

-¡YOULINDA! -Monichi saltó sobre mí y me abrazó con fuerza, mientras la música comenzaba a sonar.

Las chicas del club y mis compañeras de clase chillaban y aplaudían, bajo un gran cartel blanco con letras rosas:

"BIENVENIDA A CASA".

Sara Oldstone también aplaudió, sonriente.

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Loretta había autorizado que una merendola por mi recuperación. Hubo tarta, bocadillos, patatas fritas y música para recibirme. No pude creer que hubieran hecho todo aquello por mí ni siquiera después de verlo con mis propios ojos. No pude creer que todas me quisieran tanto, nadie jamás lo había hecho.

-Fue idea de las chicas -confesó Sara, señalando con el refresco de la mano al resto de guerreras.

-Temimos perderte, estuvimos muy preocupadas... -aseguró Ashley con su delicada educación habitual.

-Queríamos celebrar que te habías recuperado -confesó Paula, bebiendo de su propio vaso.

Yo quería llorar de emoción, no me cabía tanta felicidad en el pecho, y acabé por hacerlo, por derramar gruesos goterones de alegría.

-¡¿Qué pasa?! -se alarmaron ellas.

-¿Estás bien? ¿Qué ocurre? -me preguntó Sara dejando su vaso para tomarme del hombro.

-N-nada... -sollocé secándome las lágrimas-, q-que y-yo... yo nunca... yo nunca había tenido tantas buenas amigas... -lloré.

Ellas sonrieron, y Sara, a mi lado, me apretó el hombro con cariño.

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La fiesta no duró mucho más. Los exámenes se acercaban y debíamos estudiar. Así que, a media tarde recogimos, nos despedimos y volvimos a nuestros dormitorios. Excepto Sara, que de hecho volvió a casa con su abuelo, y Ash, que también volvió a su mansión. Ojala hubiera podido hablar con Sara Oldstone, pero no vi la oportunidad. Esperaría a la apropiada, cuando nadie pudiera interrumpirnos, y se lo diría todo... Pensaba en eso cuando volví con Mony a nuestro apartamento, cerré la puerta detrás nuestra y entramos cada una en nuestro respectivo dormitorio...

-Vaya -me sonrió Mark-, pero si sigues viva.

Chillé del susto. Mark Smither, el hombre rubio que me asustó tanto en la biblioteca, estaba allí frente a mi estantería, leyendo uno de mis libros, ¡en mi cuarto!

-¡Youlinda! -Monichi llegó rápidamente para socorrerme, aunque no supiera de qué.

Quise impedírselo, decirle que huyera, que aquel hombre era más peligroso de lo que podía imaginar. Pero cuando me alcanzó y se asomó a mi dormitorio, Mark Smither ya no estaba allí. Parpadeé confundida, mientras Monichi me miraba extrañada. Habría jurado que un momento antes..., pero solo quedaba el libro que él había estado leyendo, tirado en el suelo.

Astral Arcana II - GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora