El inicio

129 23 6
                                    

Mi historia inicia un día de invierno donde un joven lloraba ante la tumba de su madre, su perdida lo había dejado solo en el mundo, no tenía ningún otro familiar y su madre lo había hecho llevar una vida muy poco sociable.

La poca cantidad de conocidos causo que el joven estuviera solo, recibiendo la lluvia en su rostro que a pesar del frio tenía una tonalidad casi rosada. La piel del joven era perfecta, su cabello rubio brillaba cómo el oro y sus ojos azules resaltaban a la distancia.

Al volver a su casa después de aquel día fatídico el joven encontró la puerta abierta, el cerrojo había sido forzado y la casa destrozada. Antes de que pudiera llamar a la policía quedo inconsciente, al ser golpeado en la cabeza.

Al abrir sus ojos el joven estaba en un frio piso, la oscuridad le nublaba la vista y la luz parpadeaba como si la ampolleta estuviera desgastada. Al levantarse enormes barrotes lo rodeaban por todas las direcciones.

−Hola –gritó asustado−. ¿Hay alguien?

El joven gritó en todas direcciones, distinguiendo que se encontraba en una zona llena de celdas, con un pasillo extenso donde un agua de origen desconocido generaba charcos olorosos.

−Ayuda… −continuó gritando por varios minutos.

De tantos gritos un fuerte golpe se escuchó, el sonido venia de la celda contigua, donde un hombre cubierto por la oscuridad había golpeado los barrotes, molesto por tanta palabrería.

−Otra persona –dijo aliviado−. Disculpa no te había visto por la oscuridad, ¿sabes dónde estamos?

El sujeto no se movía de las sombras, se sentía que estaba molesto.

−Mi nombre es Derek –se presentó el joven esperando conseguir respuesta−. ¿Cómo te llamas? ¿Puedes hablar?

Derek continuo preguntando por varios minutos al molesto hombre.

− ¡Cállate! –exclamo el hombre saltando contra la reja.

Al salir de la oscuridad sus rasgos quedaron a la vista, se trataba de un sujeto de unos diecinueve años, un poco más alto que Derek, de piel morena, cuerpo fornido, cabello negro alborotado y sus ojos de tonalidad negra reflejaban una mirada que decía voy a matarte. Al quedarse en silenció el bruto hombre se sentó apoyándose en los barrotes, dando varios golpes para imponer silenció.

Los dos jóvenes que parecían tener la misma edad, se quedaron callados dejando pasar las horas, a medida que caía la noche el frío azotaba el húmedo lugar donde Derek abrazaba sus piernas tiritando de frío y desviando debes en cuando la mirada a su vecino.

El otro sujeto a pesar de estar semidesnudo no mostraba sentir frío, su musculoso cuerpo parecía invulnerable a los cambios climáticos.

−Oye… ¿no tienes frío? –preguntaba Derek intentando hacer conversación.

El sujeto no respondió llevándolos a tener una silenciosa primera noche.

En la mañana nuestros protagonistas observaron a un grupo de personas con túnicas negras, visitar varias celdas lejanas, al llegar donde estaban le arrojaron una bandeja de comida a Derek que pedía explicaciones sin detenerse.

−Día veinte, el espécimen 068 no muestra rasgos de hambruna ni deshidratación. La resistencia del cuerpo es superior a la de los demás especímenes –describía uno de los sujetos encapuchados, mientras otro anotaba sus palabras en una tableta digital.

Escuchándolo el fornido hombre se abalanzó contra los barrotes.

−Si creen que matándome de hambre van a someterme, están muy equivocados –dijo el hombre furioso−. Tarde o temprano saldré y los matare a todos…

Antes de seguir hablando el joven cayó al suelo por una fuerte descarga eléctrica, proveniente de un brazalete de metal en su tobillo.

− ¿Qué le sucede? –se cuestionó Derek al alejarse los encapuchados.

Sin obtener respuestas Derek no tuvo más opción que comer la extraña sustancia de la bandeja, parecía engrudo. Comiendo se percató que a su vecino le crujían las tripas.

− ¿Quieres? –ofreció acercando la bandeja, enseguida una mano cruzó los barrotes llevándose trozos de comida con desesperación−. Debes haber tenido hambre, para comerte esa cosa horrible con tanta rapidez.

El otro sujeto solo suspiro de alivio cerrando los ojos.

−Gracias –dijo el bruto sujeto.

−De nada, creo… la verdad sabia horrible. Me dirías, ¿qué está pasando?

−Es un poco evidente que estamos encerrados en una descuidada prisión.

−Si… lo que quiero saber es la causa de nuestro encierro. Sinceramente este lugar parece una prisión de esclavos y no cumple con ninguna de las normas legales… además no he hecho nada para que alguien me encierre.

− ¿Seguro?

−Obvio. Soy alguien tranquilo, solo estudio, me encargo de mi casa y cuido de mi madre… cuidaba –Derek estaba confundido.

−Entonces… ¿Esa es toda tu rutina?

−Claro, ¿tú que hiciste para terminar acá?

El sujeto no respondió, solo paso otra noche en silenció. La siguiente mañana los hombres encapuchados volvieron a electrocutar al hambriento hombre, solo le dieron comida a Derek que los llenaba de preguntas sin conseguir respuestas.

Derek asqueado de esa horrible comida volvió a dársela a su vecino que la devoraba sin volver a decir gracias, el agua debía tomarla del suelo por desesperación. Al comprender que nunca le darían agua Derek usaba su bandeja para acumularla y poder darle a su compañero.

̶ ¿Por qué haces esto?

−Necesitas agua y el charco maloliente no llega a tu celda –respondió Derek.

−No me refiero a eso, ¿por qué me ayudas? Te das cuenta que a mí no me importas.

−Tranquilo no lo hago para llevarnos bien, solo es difícil ver cómo te tratan. Los dos estamos encerrados pero a ti no te dan ni siquiera comida, te electrocutan cada mañana y verte sin beber líquidos me da mucha…

− ¿Pena?

−Tristeza –lo corrigió Derek−. Estoy que exploto encerrado, quiero llorar y gritar.

Al ver algunas lágrimas en el rostro de Derek, el otro sujeto suspiro.

−Mi nombre es Isaac –se presentó.

Al escucharlo Derek se sentó junto a él, separados por los barrotes comenzaron a charlar.

− ¿Cómo terminaste acá, Isaac?

−Desperté sin memoria en un hospital hace algunos años, tenía miedo y ataque a mucha gente. Después de varios conflictos termine inconsciente ese mismo día, al abrir mis ojos ya estaba en este lugar.

− ¿Llevas años encerrado?

−Desde finales de 2012.

−Eso fue hace muchos años, debiste ser muy joven.

−Era exactamente el mismo, creó que tenía un poco más de músculos.

Derek miro al marcado hombre, su cuerpo parecía esculpido por los dioses, volviendo imposible pensar que lo mataban de hambre.

− ¿Se puede tener más músculos? –se cuestionó sin querer Derek.

−Yo me pregunto lo mismo de tu delgado y delicado cuerpo.

−No soy delicado.

−Afeminado.

−Tratas de ofenderme, solo por no tener un cuerpo como el tuyo.

−Todo lo contrario, si tuviera tu cuerpo probablemente me darían comida.

Derek se cuestionaba como su compañero podía tener tan buen cuerpo, sobrevivir sin alimento y que según sus palabras no había envejecido desde el año 2012.

− ¿Recuperaste tu memoria en estos años encerrado?

−Un poco, es difícil asegurar si mis recuerdo son reales encerrado en este calabozo.

DisaakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora