Iluminados

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La isla ocultaba las ruinas de un gran reino en su interior, para poder llegar a ese lugar se necesitaba del fuego que solo yo podía producir. Isaac a pesar de recordar que su gente creaba fuego, era incapaz de hacerlo por su cuenta, lo que si podía hacer era calentar con sus manos.

Al poder desplazarme bajo el agua sin necesidad de respirar me encargue de investigar la parte sumergida, distinguí ruinas de muchas casas, algunas paredes parecían de oro y los diamantes abundaban. En el centro de las ruinas se encontraba la estatua de un fénix gigante, pinturas del sol y un trozo de diamante enorme.
Al ver ese lugar recordé un enorme castillo y un trono de oro sólido donde residía el padre de Isaac.

−No… −dije bajo el agua, volviendo a la superficie, «la fusión se terminaba y Isaac no sabía nadar».

Me separe en un parpadeo bajo el agua, Derek planeaba ayudar a su compañero percatándose que le llevaba la delantera.

− ¿Aprendiste a nadar?

−Recordé como hacerlo, nadaba mucho con el infeliz de mi padre, antes que destruyera nuestro hogar.

−Espera… que…

Al volver a la superficie Isaac golpeo un árbol furioso, las serpientes cayeron del, alejándose con temor al sentir la ira que lo abordaba.

−Isaac, ¿qué te sucede?

−Fue mi padre, era el rey y nos traiciono.

− ¿Estás seguro? Puede que tus recuerdos te estén engañando.

Isaac no recordaba mucho solo que su padre traiciono a su gente y trato de matarlo.

Al caer la noche fueron al único faro de la isla, planeaban descansar para pensar en la mañana. Durmieron solo dos horas antes que el ruido de los helicópteros cubriera el sector, varios barcos se detenían en diferentes direcciones, dando paso a soldados que se desplazaban hacia el faro.

−Nos encontraron –dijo Isaac molesto.

− ¿Qué haremos? No podemos escapar, mucho menos pelear por siempre.

−Acabaremos con esto, enfrentaremos a todos y luego iremos directo con su jefe –le aclaro Isaac ofreciendo su mano−. ¿Estás conmigo?

−Obvio, seamos Disaak.

Los collares brillaron al darse la mano, el brillo los volvió uno, haciéndome aparecer en el lugar. Sin perder tiempo ataque a todos los soldados que se me cruzaban, sus balas solo revotaban dejándolos indefensos ante mi temible fuerza.
Toda arma que tocaba con mis manos quedaba hecha añicos, dejaba los soldados lastimados y las serpientes terminaban el trabajo. Olvidando las armas de fuego los soldados me arrojaron granadas de luz, incomodo por el destello corrí a la playa desapareciendo de la vista de todos.
Por los radios los barcos se comunicaban con los soldados pidiéndoles que recorrieran todo el perímetro, esa comunicación se detuvo cuando la playa comenzó a actuar extraño.

Varios barcos fueron volcados por remolinos de agua, atravesados por el hielo y volteados por olas gigantescas. Todos los soldados sobrevivieron, siendo enviados a la isla, donde sus armas estaban congeladas para que no pudieran defenderse de las serpientes, que aumentaban su ferocidad al tener tantas presas vulnerables.

Cuando no quedaban más barcos me eleve en un tornado de agua, provocando que los helicópteros me rodearan y dispararan sin detenerse. De un grito arroje mi aliento de fuego contra ellos haciéndolos explotar en los aires, me aseguraba que los escombros cayeran en el agua pues la isla era importante para mí.
Al pisar la tierra me escabullí por los árboles, derribando a todo soldado cercano y dejándolo desarmado. Todo iba bien hasta que algo me ataco por la espalda derribándome contra las rocas, al voltear la silueta me golpeo nuevamente estrellándome contra un risco.

− ¿Quién eres? –pregunte igualando su velocidad.

Al chocar varios golpes con el viento terminamos deteniéndonos sobre los árboles. Frente a mi había una creatura hecha de carne podrida, con cuatro brazos, tres enormes garras en cada uno, un ojo en su frente que se movía en todas direcciones y colmillos enormes.

−Eres la criatura del laboratorio –afirme distinguiendo el collar oxidado en su cuello−. Has cambiado bastante, supongo que sigues adaptándote.

Sin hablar la criatura continuo atacándome provocando una pelea que estremecía la isla, los arboles eran azotados por nuestra fuerza, dando paso a cientos de serpientes que se desplazaban aterradas.

Después de varios golpes libere fuego contra esa cosa, mi poder lo mantuvo contra el suelo hasta que su collar se partió arrojando lejos uno de los trozos.

−Asombroso –dijo un anciano acercándose con una docena de hombres armados–. Especímenes 068 y 069 sus habilidades superan todas nuestras expectativas.

−Tu eres el anciano que estaba en el laboratorio −afirme.

−Con que tienes los recuerdos de los especímenes, eso es asombroso. Soy el doctor Marco Sherman, líder actual de los iluminados y vengo a ofrecerte que te unas a nosotros.

− ¿Por qué lo haría? Ustedes nos encerraron en una mazmorra, planeaban experimentar con nosotros y destruyeron mi casa.

−No tienes muchas opciones, los iluminados gobernamos este mundo −aseguro−. Si te vuelves nuestro aliado tendrás todo lo que quieras, a cambio deberás volverte la espada de justicia que necesita este mundo y si te opones encontraremos la forma de controlarte como lo hicimos con esta creatura, ella solo necesito que le enseñáramos quien es el jefe.

− ¿Espada?

−Evidentemente. Tu poder nos permitirá acabar con la rebeldía que sigue vigente en la tierra, las guerras serán cosa del ayer con un arma de destrucción como tú, las personas solo tendrán la opción de obedecernos, no habrá más protestas, los elegidos tendremos finalmente el lugar que nos pertenece y la era de la iluminación llegara.

−Estas enfermo, quieres usarme como un arma para obligar a la gente a seguirte –grite molesto−. Te diré esto solo una vez, mi nombre es Disaak, soy libre y nunca seré un arma.
Furioso golpee el suelo liberando una ola de fuego contra él, el calor arrojo a sus hombres lejos a los cuales golpee destruyendo sus armas. Al dejarlo solo golpee al anciano en el pecho arrojándolo junto a su creatura que apenas se movía, al tenerlo a los dos cree fuego en mi mano, «planeaba volverlos cenizas».

−No –dije con dolor de cabeza−. Matarlo no es la solución, él me encerró en una celda por años, quiero hacerlo pagar.

Confundido explote de dolor dividiéndome, mis dos partes se pusieron a discutir enseguida sobre qué hacer con el jefe de los iluminados. Marco al verlos separados se dio cuenta que el collar igual se dividía, que los pensamientos los mantenían unidos y que podía usar este conocimiento a su favor.

−Espécimen 068, ¿quieres saber por qué eres tan diferente?

Al escucharlo los dos detuvieron su discusión.

−Te debes haber dado cuenta que eres demasiado fuerte para ser una persona, que tu cuerpo expide calor fuera de lo ordinario y lo más importante no has envejecido desde que te capturamos –continuo el anciano−. Dime, ¿quieres saberlo o no?

−En su laboratorio no había información del origen de Isaac –interrumpió Derek.

−Es porque esa información estaba en otro laboratorio, uno que estudia la vida alienígena.

Con sus palabras el lugar se silenció.

− ¿Qué quieres decir? –pregunto Isaac.

−Lo que sospechan, eres de origen alienígena. Tu sangre es la prueba viviente de que hay vida en otros planetas, tu especie es desconocida para nosotros, lo que sí sabemos es que poseen habilidades que superan por mucho al humano promedio.
Isaac retrocedía recordando brevemente las historias de su madre, sabia del collar a pesar de que no pertenecía a ninguna cultura de la tierra y el ave de la estatua aparecía en su cabeza como si fuera real.

−A… −grito Isaac, despertando un mayor número de recuerdos.

DisaakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora