Un Ángel

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A un puedo recordar como volaba de aquella camioneta, estaba dormido y de repente sentí muchos puñetazos en mi cabeza, y mi cuello me empezó a doler al igual que todo mi cuerpo, después quedé inconsciente, fijé la mirada hacia al frente y abrí los ojos al darme cuenta ví la mirada de una chica en frente de mi, era "Zalma" mi compañera de trabajo y de la escuela, se hecho a llora muy asustada mirándome fijamente a los ojos, yo me quedé aterrorizado, en ese momento imaginé que mi cuerpo estaba partido por la mitad al no sentir mis piernas, y al cerrar mis ojos Zalma desapareció de mi vista.

Volteé a los lados y medí cuenta de que estaba tirado en la autopista; a lado del muro de contención, un sillón quedo debajo de mis piernas; mi cara estaba sangrando y no me podía mover, solo logré gritar a los carros que iban pasando que por favor me ayudaran.

—¡Auxiliooooo! ¡Auxilioooooo! !por favor ayudenmeee! —Gritaba a todo pulmón.

(Durante varios minutos estuve gritando con desesperación la palabra "auxilio")

Desilusionado de que ningún automóvil se detenía mire al cielo y me encomendé a Dios, le pedí su auxilio y le di las gracias por esta vida, me en pese a sentir muerto, un terror se apoderó de mi alma, quería llorar pero no podía del miedo que sentía.

Dure varios minutos tirado en el asfalto hasta que afortunadamente una señora de ojos claros, como de 37 años detuvo su vehículo para auxiliarnos; ella bajo del carro inmediatamente sacó su teléfono y pidió ayuda, corrió hacia mi; me miró a los ojos.

—¿Estas bien? —me preguntó muy asustada.
—Tengo frío —le conteste temblando.

Ella corrió a su auto y sacó de su maletero un parasol de coche, se dirijo hacia a mi y me lo cobijó.

Preguntó mi nombre y de donde era, también me pidió el numero telefónico de algún familiar, por suerte sabia el numero de mamá, marco muchas veces y no entraba la llamada, volviendo a intentar consiguió que entrara la llamada, la majestuosa voz de mamá se escucho en el altavoz.

—Buenos días, ¿Quien habla? —dijo mamá.
— Soy yo mamá, Ulises —respondí con un nudo en la garganta.
—¿Todo está bien? —preguntó ella.
—Sufrimos un accidente, estoy bien —dije con vos asustada.

Colgó la señora y fue a auxiliar a mis demás compañeros, minutos después sonaron las sirenas de una ambulancia, lamentablemente solo podía auxiliar una persona a la vez; se llevaron a uno de mis compañeros que perdido su pierna en el impacto.

En mi mente trataba de pensar que todo estaba bien. Pasó media hora de esa tragedia y a un seguía tirado en el asfalto con frío y con un dolor terrible en mi cuello.

Por detrás de mi, llego en sentido contrario de la autopista otra ambulancia; esta vez me auxiliaron a mi, 5 paramédicos se reunieron para subirme en la camilla, nuevamente me han preguntado mi nombre y donde vivo, un número telefónico de algún familiar y si tengo seguro social.

(Me trasladaron a San Juan del Río)

Llegando al hospital los paramédicos me bajaron rápidamente de la ambulancia yo estaba asustado, traspasando la puerta de urgencias empezó a sonar una sirena, me estaba quedando inconsciente y lo último que alcancé a escuchar fue que no tenían el equipo suficiente y que me tenían que llevar rápidamente a la ciudad de Querétaro.

El arte de vivir en una silla de ruedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora