Precauciones en el mundo de piedra

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Kohaku se despertó al escuchar el llanto de su bebé, tomándose un momento para frotarse los ojos antes de sonreír y bajar su vestido para darle del pecho. La miró por un momento antes de notar a Senku en la misma silla de antes, solo que ahora en vez de trabajar estaba comiendo algo que olía delicioso.

-Al fin despiertan.- murmuró él limpiándose la boca con un pañuelo antes de voltear a verlas de lleno. –Estaba a punto de despertarlas yo mismo. La mocosa no puede pasar más de cuatro horas sin alimentarse.-

-Ya veo. ¿Cuándo te despertaste?- todavía tenía ojeras, pero se veía mejor que antes.

-Hace unos veinte minutos, la partera vino a entregarme más pañales de tela.-

-¿Ya hay que cambiarla?- se puso un poco nerviosa. Esa era una de las partes que la tenían preocupada.

-Ya se orinó antes mientras seguías inconsciente, pero no debe tardar mucho para que vuelva a hacerlo, también pronto empezará a defecar.- ella se tensó. La parte de cambiar pañales la tenía muy nerviosa, y más desde que Senku añadió aún más complicaciones al método de las mujeres mayores. –No te preocupes, yo me ocuparé de eso por el momento.-

-¿De verdad?- lo miró aliviada, y muy agradecida de que ayudara tanto con su hija.

-Claro.- sonrió ladinamente. –Necesitó examinar el color, la consistencia y la frecuencia de la orina y heces, también debó pesar los pañales para comprobar la cantidad y tomar nota de todo. Como no tengo forma de darle todos los cuidados y hacerle todos los análisis que debería, esto es lo mejor que puedo ofrecerle a esa pequeña leona. También debo prestar especial atención al trozo del cordón umbilical en su ombligo y limpiarla con paños húmedos.-

-Ah, ya veo.- sonrió, aunque no lo había entendido del todo. –Debí suponer que también era por una razón científica...- murmuró con gotitas bajando por su frente, preguntándose si había algo que él no hiciera con propósitos científicos ocultos.

-Por supuesto, y también es con propósitos científicos que vamos a mudarnos juntos.- dijo de pronto.

Kohaku se estremeció, provocando que su hija se separara de su pecho y comenzara a lloriquear. La acomodó para que bebiera correctamente como le enseñaron y volteó para mirar mal al científico.

-¡¿Cómo que nos mudaremos juntos?! ¡¿Por qué siempre haces cosas sin decírmelo?!- no le molestaba la parte de vivir con él, solo su tendencia a nunca notificarle lo que estaba planeando hasta el último momento.

-Esta vez no me eches la culpa a mí, leona, fue tu padre quien mandó a hacer una casa especialmente para nosotros junto a mi laboratorio, aunque lo descubrí casi de inmediato y ya que planeaba hacer una casa medianamente grande decidí agregar mis propios toques a los planos. Ya está casi lista, solo dales otra semana y nos mudaremos allí con la mocosa.-

-Realmente me hubiera gustado que lo dijeras antes, Senku.- lo miró mal.

-No necesitabas preocuparte por eso.- agitó una mano para restarle importancia al asunto. –Preocúpate por la mocosa, parece que ya necesita que la cambies al otro pecho, y no olvides hacerla eructar.-

-¡Ya lo sé!- las ancianas se lo habían dicho al menos mil veces.

Cuando finalmente terminó de alimentar a su hija, Senku se la quitó de los brazos antes de que pudiera dormirse, entregándole su comida de paso, y procedió a hacerle todas las pruebas que necesitaba mientras Kohaku se ocupaba de llenarse la boca. Una vez terminó de examinarla y ella de comer le devolvió a la niña malhumorada que ahora lloriqueaba levemente. La pequeña bebió un poco más del pecho antes de finalmente caer profundamente dormida.

Baby StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora