Lágrimas en el mundo de piedra

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Kohaku, Amaryllis y Ginro se sentaron incómodamente en el suelo de una de las chozas cercanas palacio, escuchando a la anciana que las educaba para ser "adecuadas" para el Cabeza.

Era increíblemente aburrido y Kohaku estaba a muy poco de dormirse, pero en su lugar decidió pensar en su estrategia para ver al Soyuz en la noche, con tal de no dormirse y ganarse otro regaño de la anciana.

Ahora que había encontrado el Soyuz, dependía de ella conseguir el platino para Senku, así él podría revivir a sus amigos y estarían un paso más cerca de recuperar el barco para así hablarle a la Aldea y saber con certeza que su hija estaba bien.

Mientras caminaba fuera junto a las demás chicas del harem para practicar su postura con cuencos llenos de agua, observó cuidadosamente la vegetación que rodeaba el lugar, ya planeando su escape nocturno. Se iría cuando todos estuvieran dormidos. Ya había pasado las dos noches anteriores observando las rutinas de los guardias, así que le sería fácil escabullirse entre los árboles.

Apenas tuviera la oportunidad le diría a Amaryllis del plan para que no se alertaran por su falta y mantuviera al idiota de Ginro en silencio así…

-Ugh.- casi tira el cuenco con agua cuando una sensación familiar la invadió.

-¿Qué sucede, Kohaku-chan?- Amaryllis la miró preocupada.

-Nada, es solo que…- cascaditas empezaron a rodar por sus mejillas. —Mi bebé tiene hambre.- lloriqueó, deprimida.

-¿Eh? ¿Cómo puedes saberlo?-

-Si ella lo dice debe ser verdad. Kohaku-chan siempre tiene razón cuando se trata de Tsukiku-chan.- murmuró Ginro con gotitas corriendo por su sien.

-Ja, soy su madre, claramente lo sé todo sobre mi bebé.- alzó la barbilla orgullosamente, de nuevo casi tirando el cuenco sobre su cabeza. —Por eso sé que está bien, pero eso no quita que me preocupe…- susurró por lo bajo, apretando los puños.

-¿Qué estarán susurrando estas bellas mujeres?- Kohaku y sus amigos jadearon cuando de pronto Mozu se apareció delante de ellos, inclinando su cabeza hacia abajo, a pocos centímetros del rostro espantado de Kohaku.

-Eso no te in…-

-¡Eh, no es nada!- Amaryllis se lanzó a abrazar a Kohaku para que se callara y no los metiera en problemas. —Solo son temas de chicas, es un poco vergonzoso de admitir en voz alta…- se llevó una mano a la boca, con una postura tímida que Mozu observó con interés.

-Ya veo. ¿Eso es cierto, Kohaku-chan?- la miró de una forma repulsiva.

Quería golpearlo, pero debía ser cuidadosa. Tenía una misión que cumplir.

-Hmm.- asintió a regañadientes.

-¿Qué sucede aquí?- Ibara se apareció de pronto. -¿No estarás queriendo seducir a estas jovencitas, verdad, Mozu? Sabes que primero serán del Cabeza.- lo miró de forma amenazante.

Mozu perdió la sonrisita arrogante por un segundo, antes de encoger los hombros y reír traviesamente.

-Claro que no. Soy muy consciente de que son propiedad del Cabeza.- dio media vuelta y se alejó a paso lento.

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