Odio y amor en el mundo de piedra

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Chrome estaba cansado como nunca antes después de dos exhaustivas semanas ayudando a Senku con su hijita enferma y luego ayudando en el barco para que la obra no se retrase.

Fue testigo de lo duro que era criar a un bebé y sintió una nueva clase de respeto por Senku y Kohaku que tenían que lidiar con eso a diario desde hace meses y de ahora en adelante por muchos años hasta que la niña creciera.

Y aunque era muy difícil, todo valía la pena por la pequeña.

Sí bien al principio solo la veía como un impedimento para que Senku trabaje más, siempre supo que lo correcto era hacer lo mejor para la niña, sin embargo nunca realmente entendió el por qué. Y es que era tan pequeña y tan frágil, y era tan dulce y risueña, que era increíblemente fácil encariñarse y adorarla. Él estuvo ahí la primera vez que ella sonrió, y fue realmente duro temer que nunca más volverían a ver esa sonrisa.

Pero sobre todo fue duro ver el temor palpable en los ojos de sus padres. Ellos que eran los que más la amaban, estaban decididos como fieras a hacer lo que sea para salvarla, pero eso no quitaba el miedo. Y Chrome lo vio en primera fila.

Conocía a Kohaku desde siempre, crecieron juntos preocupándose por perder a Ruri, la vio desfallecer en sus intentos para ayudarla en lo que sea y vio esa profunda preocupación en sus ojos, pero incluso esa gran preocupación palidecía un poco en comparación al completo terror que sintió esta vez. Tal vez porque la enfermedad de su hija fue más sorpresiva, o tal vez simplemente porque era un tema de madre e hija que él no comprendía del todo.

La cosa era diferente con Senku. Lo conocía solo desde hace un par de años, aunque pasaron mucho tiempo juntos como estudiante y maestro y como compañeros, y lo había visto preocupado también, aunque nunca demasiado. Pero ver sus manos temblar no era nada comparado con ver sus ojos frenéticos y desesperados y su mandíbula apretarse y temblar mientras veía a su hija luchar por respirar. A veces tenía la impresión de que quería llorar también, y sí algo peor hubiera pasado con la niña dudaba que incluso él fuera capaz de contenerse con algo así.

Fue realmente un periodo horrible y estresante, realmente lo alivió cuando ayer por la mañana Senku les anunció a todos que Tsukiku estaba oficialmente fuera de peligro, aunque todavía necesitaban ser cuidadosos con ella.

A pesar de lo cansado que estaba, no lamentaba para nada haberlos ayudado en todo lo posible, y sí lo necesitaban ahora mismo iría corriendo sin dudarlo. Pero por ahora, de verdad que todo lo que quería hacer era dormir, aprovechando que Senku dijo que él se quedaría trabajando en el barco ese día.

Se despertó ese día solo para asegurarse de entregar los materiales que necesitaban para el laboratorio y estaba a punto de volver a acostarse y dormir por el resto de la tarde cuando de repente Senku invadió su choza, otra vez.

-¡¿Qué demonios?!- lo miró sorprendido. Luego recordó que se suponía que él viviría aquí de ahora en adelante. –Ah... ¿La gorila ya te echó de la casa ahora que Tsukiku está bien?- eso era un poco cruel, pero no lo sorprendía, conociendo ya su carácter.

-Vine a buscar mis cosas porque voy a quedarme en mi casa después de todo, la leona cambió de opinión.-

-¿Ah, sí?- se quedó con la boca abierta. -¿O sea que seguirán viviendo juntos y divorciados? Eso podría ser visto con malos ojos por los ancianos y las personas mayores.- murmuró. –Pero supongo que es lo mejor, así al menos podrás seguir viviendo con tu hija.-

-No me importa ni un milímetro sus prejuicios primitivos, pero, solo para que lo sepas, no va a haber divorcio.-

-¡¿QUÉ?!- el cansancio se le fue de golpe. –Pero creí que...- hizo una mueca, intentando recordar qué es lo que había pasado entre ellos exactamente, pero acabó recordando que sí algo le pasaba a Tsukiku entonces Senku podría quedarse según el trato que habían hecho. –Oh, esto es por su hija ¿verdad?-

Baby StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora