—A ver, esto es un gato, ¿puedes decirlo? Ga-to, ga-to.
Tsukiku miró atentamente a su padre mientras sostenía unos dibujos coloridos frente a ella.
Sin embargo, rápidamente apartó la mirada y siguió concentrada en los tres juguetes que estaba intentando agarrar al mismo tiempo, lloriqueando cuando por milésima vez se le cayó el tercer juguete.
Senku tomó una gran bocanada de aire, devolviéndole el juguete aunque sabía que se le iba a caer otra vez, pero si se lo quería quitar entonces solo lloraría peor.
—Vamos, mini-leona, ya tienes un año con siete meses, estás lo suficientemente grandecita para aprender más palabras, me está empezando a preocupar lo poco que hablas...
—No habla poco. —Kohaku lo miró extrañada desde su posición colgada de cabeza de una barra de gimnasia—. Siempre está parloteando.
—Sí, pero las mismas palabras. —Senku bufó—. Quiero diversificar su léxico.
—¡Ja, ni yo te entiendo con esas palabras difíciles! —Kohaku rio.
—No estás ayudando, leona. —Senku frotó sus sienes.
—¡Leona! —chilló alegremente Tsukiku de repente, lanzando todos los juguetes al aire—. ¡Leona, leona!
—Ja, esa palabra si la dices a la perfección, ¿eh? Traidora. —Kohaku se bajó de la barra para ir a darle unos besitos en la frente a su bebé y juntar los juguetes antes de que se diera cuenta de que los había soltado y estallara en llanto como pasó durante toda esa tarde.
—¡Wada, wada! —exclamó ella de repente, señalando al cofrecito donde guardaba los juguetes.
—¿Oh, ya quieres guardar todo? —Hasta Senku entendía esa señal que siempre usaba para cuando quería guardar todo, ella lo veía más bien como un juego y le gustaba ver qué juguete podía arrojar con más fuerza a la caja provocando el mayor estruendo.
Esta vez, sin embargo, arrojó un juguete con tal fuerza que lo rompió en dos, y Senku y Kohaku se congelaron, un segundo antes de que Tsukiku estallara en llanto, se echara al piso y empezara a patalear y llorar desconsoladamente.
Sus chillidos fueron inusualmente estridentes y Kohaku rápidamente se le acercó, estremeciéndose cuando ella rodó en el piso, apretando las manos en puños y golpeando la madera.
Senku también se acercó, preocupado, e intentaron cargarla de inmediato, por supuesto, pero ella les dio un manotazo a ambos, chillando más fuerte, y de repente hizo la cabeza bruscamente hacia delante y luego hacia atrás, haciendo a sus padres jadear horrorizados, y por poco logra estrellar su cabeza contra el piso, pero Kohaku actuó rápidamente en poner su mano, haciendo que golpeara contra su palma en vez del duro suelo.
—¡¿Tsukiku?! ¿Q-qué pasa, mi amor? Tranquila, tranquila. —Kohaku intentó hablarle suavemente y cargarla, pero su bebé estaba chillando tanto que apenas se pudo escuchar a sí misma, y además en ese momento Tsukiku volvió a darle manotazos, retorciéndose más, impidiéndole cargarla, y casi volviendo a darle cabezazos al piso de no ser porque ella colocó sus manos tras su cabeza otra vez.
—¡Vamos, mini-leona, solo es un juguete de madera! —exclamó Senku con fuerza para que lo oyera en medio de tanto llanto—. ¡Papá va a repararlo por ti, ¿ok?! —Tsukiku no le hizo el más mínimo caso, y, para su horror, siguió intentando darse cabezazos contra el piso, dando vueltas, por lo que Kohaku tuvo que sujetarla a la fuerza (pero lo más cuidadosamente posible, claro) y la puso sobre su regazo antes de que se hiciera daño, ignorando como la pateaba y golpeaba con sus puñitos cerrados—. ¡Vamos, Tsukiku, solo escúchame, sé que entiendes lo que digo! —Senku apenas se escuchaba a sí mismo con tanto ruido y ya se estaba poniendo de los nervios.
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Baby Stone
Fiksi PenggemarSPOILERS DEL MANGA. / Después de una borrachera, Senku y Kohaku tienen que enfrentarse al reto más grande que el mundo de piedra podría presentarles: la paternidad. ¿Podrán lograrlo aún en medio de su lucha para traer de regreso a la civilización?