Capitulo 8

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Lucian se despertó de la cama y paso sus manos por la almohada, a su lado no se encontraba Sophia, pronto el miedo se apodero de él, tomo sus cosas y se colocó un pantalón deportivo para salir lo más rápido de allí, una a una las habitaciones de la mansión las verifico por su propia cuenta. Cuando llego a la parte de la biblioteca abrió la puerta y la encontró durmiendo profundamente en el sillón de cuero con un atlas en las manos. En la mesa del escritorio había trazadas algunas rutas de embarque y otras terrestres. Quizás era que Sophia hubiera pasado gran parte del tiempo buscando rutas alternas para ayudarle.

Aquello le causo una sonrisa, jamás alguien se había preocupado en ayudarle a resolver sus problemas, él mismo lo hacía por su cuenta, no le gustaba que incluso Dante se interpusiera en el medio. Lucian tomo con ternura a Sophia en sus brazos y la condujo de regreso a la habitación, una vez allí la dejo sobre la cama para que pudiera dormir.

A la mañana siguiente la muchacha se despertó y se encontró con que estaba en la habitación, Lucian no estaba por ningún lugar así que dedujo que se encontraría en la mesa del comedor desayunando, al bajar por las escaleras para verificar que estaba en lo correcto solo encontró que la mesa estaba vacía.

- Señorita buenos días - la saludo una de las empleadas-. ¿Gusta que le sirva el desayuno?

Sophia negó con la cabeza era muy temprano para que no estuviera en casa.

- ¿Sabes a donde fue el señor?

- Se ha ido temprano con los hombres. Al parecer viajaba a Rusia.

- ¿Rusia? - enarco una ceja. Porque Lucian no se lo habría dicho? Habían prometido decirse todas las cosas. Aunque ella en estos momentos tampoco había sido completamente honesta con él acerca de su pasado, habían algunas cosas que prefería mantener con llave en su corazón.

- ¿Entonces le sirvo el desayuno? - volvió a insistir la mujer.

- Gracias, creo que no tengo hambre - susurro ella mientras se alejaba de allí.

Sophia cruzo la sala de la mansión y encontró a Alexandrina en el mueble observando su móvil. Habían pasado dos semanas desde que ella había abandonado el bar y no lucia muy bien aquella noche.

- ¿Alexandrina? - pregunto ella y la peli negra se giró.

- Hola - le sonrió-. Lucian me ha pedido que me quede contigo mientas regresa mañana - respondió esta.

- ¿Te ha mandado a que me escuches llorando? - dijo graciosa.

- Oh no - agito su mano-. Eso no es lo mío, pero si quieres hablar de eso puedes confiar en mí. Espero no te incomodes.

- No me incomodas - dijo la muchacha mientras se sentaba a su lado-. ¿Cómo ha ido todo? ¿estás bien?

- Si, vivo en un departamento, estoy tratando de vivir mi vida lejos de lo que fui por muchos años. No me he sentid muy bien últimamente, supongo que es el estar acostumbrándome a esta nueva yo.

- ¿nunca has pensado en estudiar algo? ¿En que eres buena?

- Quizás lo hice - suspiro con nostalgia-. Cuando tenía dieciseis o dieciocho, fue hace mucho.

- Nunca es tarde para intentarlo.

- Solo falta verme para darse cuenta que soy un caso perdido - suspiro Alexandrina.

- Yo veo muchas cosas buenas en ti - respondió Sophia.

(.......)

- No puede ser posible - respondió Lucian enojado-. ¿Cómo es que esto pudo pasar? - enarco una ceja mientras se dirigía a sus hombres de entera confianza. La carga que había destinado para Rusia se había perdido en medio del mar, nadie le daba información acerca de su paradero y los traficantes pronto querrían su encargo empacado y destinado a las demás ciudades en las que trabajaban.

Sangre RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora