Capitulo 14

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Sara dejo a un lado el bolígrafo cuando puso su firma sobre aquel papel, ahora era la esposa legal de aquel hombre desconocido, ni siquiera sabía nada de su vida, tan solo que era un hombre adinerado, lo suficiente como para que su familia poseyera una mina de oro y diamantes.

- ¡Felicidades! – exclamo Giovanni fontana mientras aplaudía.

- Gracias a todos por su recibimiento en la familia – respondió Dante mientras tomaba la mano de ahora su esposa-. Les prometo que la hare muy feliz – dibujo una sonrisa en sus labios y Sara soltó su mano para levantarse de allí e ir al baño.

- Me disculpo unos minutos – dijo la muchacha mientras desaparecía en medio del pasillo. Su abuela dedujo que no se encontraba bien y decidió seguirla. Cuando entro en el baño la encontró echa un ovillo en el suelo llorando sobre sus piernas.

- Oh, mi niña – la abrazo la anciana-. No llores, ya verás que con el tiempo serás feliz, te lo prometo mi vida.

Sara se limpio las mejillas y levanto su rostro para observar a su abuela.

- ¿No entiendes abuela? Acabo de firmar un contrato de por vida, se supone que debería haberme enamorado de él. No casarme porque mi abuelo me obligo. Acabo de darle mi vida a un hombre que apenas conozco.

- Las tempestades siempre traen consigo un arcoíris, si le das tiempo a tu corazón puede que comprendas que las cosas suceden por algo.

La puerta sonó en ese momento haciendo que ambas mujeres se separaran. La vista de Sara se dirigió al hombre que ahora se había convertido en su esposo. Tenía puesto un traje totalmente negro y en sus mangas había gemelos hechos a base de oro.

- ¿Le molesta si me deja a solas con mi esposa? – se dirigió a su abuela y la anciana asintió para darles espacio.

- Solo vine a...

- Nos vamos, la fiesta acaba de terminar – respondió tajante él.

- ¿Que? ¿No vamos a quedarnos?

- Me irritan las fiestas, incluso si se trata de mi propio matrimonio. Nos quedaremos en un hotel lejos de todos, hasta que compre una propiedad.

- Pero aquí hay suficientes habitaciones – dijo ella.

- ¿No entiendes nada de esto verdad? – levanto él una ceja-. La mujer deja a sus padres para unirse a su marido, si permanecemos en el mismo lugar de tu familia, no podemos seguir una vida normal.

- ¿Llamas a esto normal? ¿Cuándo me caso con un completo desconocido?

- No te vi negarte cunado se te pegunto – aquello la dejo sin palabras, sus ojos verdes eran tan intimidantes que la colocaban nerviosa-. Mira eso, ni siquiera puedes sostenerme la mirada. ¿Qué sucede? ¿Tienes miedo de tu esposo?

- Me iré contigo, pero solo pediré algo a cambio.

- Dilo entonces – se cruzó de brazos él.

- Déjame traer conmigo mi caballo, es lo único que quiero conservar de la mansión.

- Trato hecho – dijo él.

(...)

Lucian observo a Sophia dormir encima del mueble, se había quedado toda la noche en el suelo sin pestañear para cuidarla, ahora ella estaba actuando distante de él. Le dolía lo que estaba sucediendo. Sophia abrió los ojos y lo encontró con su cabeza apoyada en la cama.

- ¿Qué horas son? – pregunto ella mientras miraba la mesa de noche.

- Las diez de mañana – respondió él.

Sangre RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora