Capitulo 23

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Sara miro fijamente por la ventana del autobús, algunas gotas de lluvia habían empezado a empañar el vidrio de esta, se sentía desorientada, sin saber que hacer o pensar al respecto. Un millón de preguntas vagaron en ese momento por su cabeza. ¿Quedarse o no quedarse junto a él? El panorama no le alentaba si quiera levantarse de las cenizas de aquel fuego que se había creado por las mentiras de la persona a la que creyo diferente al resto.

- Este es el paradero del metro – sentencio con gruesa voz el conductor del autobús.

- Grazie – dijo en su idioma natal la muchacha mientras bajaba por las escaleras.

Sara abandono el autobús y se dirigió hasta la estación del metro. Habían pocas personas allí, todas ellas probablemente sabrían a donde ir, ella no sabía aun a que lugar ir, no tenía casa, no tenía hogar, aunque quisiera con todas sus fuerzas regresar al lugar que la vio crecer, se le era imposible.

Dio un suspiro largo y saco unos cuantos billetes del bolsillo trasero de su pantalón. La gente empezó a ir de un lado a otro cuando una figura masculina bajo por los largos escalones del subterráneo.

- ¡Sara! , Sara! – gritaba una y otra vez Dante.

- Por favor véndame un boleto lo más rápido posible – le dijo ella al hombre de la taquilla.

- Detente ahí – le ordeno una vez más el ruso.

Ella tomo rápidamente el boleto y cruzo la puerta para esperar el metro.

- Mierda – susurro él cuándo llego a la taquilla.

- Señor no puede pasar sin boleto.

- Mi esposa está a punto de irse – susurro Dante.

- Sin boleto no puedo dejarlo ingresar – dijo una vez más el hombre.

- No tengo dinero en efectivo – se lamentó Dante-. Quédese con esto – se quitó el lujoso reloj de diamantes que tenía puesto y cruzo la puerta a toda prisa. Antes de que Sara pudiese subir al metro Dante la sostuvo fuerte de su brazo impidiendo que lo hiciera-. Déjame ayudarte – susurro una vez más-. Puedo ayudar a curar cada cosa que he hecho mal, pero por favor no me alejes de tu lado.

- Ya no sé qué hacer con mi vida – dijo ella.

- No importa – dijo él con una sonrisa-. Estoy aquí contigo, no estás sola. La única razón por la que aún sigo a tu lado sin darme por vencido es porque te amo. En realidad te amo y estaré junto a ti las veces que sean necesarias. ¿Qué dices? – interrogo él.

(***)

Lucian disfruto ver la imagen de Zadaquiel padecer bajo la electricidad, lo había torturado al máximo, se había cobrado cada una de las cosas horribles por las que tuvo que haber pasado Sophia. Ahora su cuenta estaba saldada. Zadaquiel cayó muerto a un costado del suelo.

- Muy bien, ¿que hago con el cuerpo? – pregunto Marco.

- Préndele fuego al lugar – respondió Lucian.

- De acuerdo – le dedico una sonrisa el italiano. En cuestión de segundos la bodega ardió bajo las llamas incandescentes del fuego provocado.

Ambos hombres salieron de allí, Marco centro su mirada en la figura femenina que había a un lado de allí, se acerco con cautela a ella y la tomo de los hombros.

- Te he dicho que te vayas – sentencio él.

- Hules a cigarrillo, creí que lo habías dejado – respondió Belle.

- Eso no es de tu incumbencia, vete antes de que Fabrizio sepa que estas aquí. Seguro que me mata.

- No voy a regresar con Fabrizio, si no me quedo a tu lado, me iré a otro lugar, prefiero huir de él a regresar a esa maldita casa.

Sangre RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora