IV: ¿Que he hecho?

213 30 9
                                    

Mi nueva rutina se ha vuelto algo predecible, pero no menos pesada. Me levanto al amanecer, cuando las calles de la ciudad aún están desiertas y el aire frío de la mañana acaricia mi rostro. Camino en silencio hacia la biblioteca, la luz pálida del sol apenas comienza a bañar las paredes de los edificios. Allí, entre las estanterías silenciosas y polvorientas, paso horas inmerso en la tarea de aprender a descifrar los símbolos que componen este extraño idioma. A veces pierdo la noción del tiempo mientras trazo cada carácter con cuidado, tratando de asimilar el patrón, como un rompecabezas incompleto que me carcome la mente.

Al mediodía, cuando el hambre comienza a revolverme el estómago, guardo mis cosas y me dirijo al gremio. La transición es brusca: de la calma de la biblioteca al bullicio y la atmósfera cargada del gremio, donde los aventureros bromean y se preparan para sus misiones. Yo, sin embargo, elijo siempre las tareas más simples, aquellas que me permiten evitar el peligro y, para ser franco, el dolor.

Recolecto plantas medicinales en los campos cercanos o ayudo a los granjeros con sus animales. Estas misiones no requieren enfrentar a monstruos ni bandidos, pero he notado las miradas, las risas contenidas, el desprecio que algunos no se molestan en ocultar. Aventureros endurecidos por la batalla, sus cuerpos llenos de cicatrices, no pueden evitar ver mis acciones como patéticas, una burla del verdadero espíritu aventurero. Para ellos, soy un niño jugando a ser héroe.

Después de varios días, tras mucho esfuerzo y frustración, logré entender cómo funciona la escritura en este mundo. Las palabras no son lo que parecen. No son solo caracteres puestos uno detrás de otro como en mi lengua natal, sino que cada palabra se divide en sílabas, y cada sílaba tiene un número específico de caracteres. Es un sistema complejo donde los caracteres individuales se transforman al unirse, creando algo más grande y complicado, casi como una fórmula mágica.

Por ejemplo, la letra "Y" en mi mundo se transforma aquí en algo como "¥" cuando forma parte de una sílaba, un símbolo que tiene una resonancia distinta. Es como si cada palabra fuera un hechizo, con cada carácter pulsando con un poder que yo aún no entiendo del todo.

Esta comprensión me ha permitido avanzar, pero el camino es largo, y sé que mientras no domine por completo este idioma, seguiré sintiéndome como un extranjero en un mundo hostil.

Así fue como transcribí las runas de mi insignia y por primera vez leí lo que se supone eran mis habilidades

Toshio ????

Clase: Sin ritual de iniciación

Vitalidad: Extremadamente Moribundo

Voluntad: Extremadamente baja

Fuerza: extremadamente Débil

Resistencia: Extremadamente Frágil

Velocidad: Extremadamente Lento

Inteligencia: Astuto

Suerte: Extremadamente Desafortunado

Habilidades:

-Agilidad mental

-Resiliente

-Académico novato

Habilidades por aprender:

-Cambio

-Persuasión

-Instinto

Me quedé en silencio unos segundos, tratando de procesar lo que acababa de descubrir. Según la placa, ya tenía algunas habilidades, pero no sabía con exactitud cuáles eran ni para qué servían. Este no era el tipo de dispositivo mágico que simplemente te daba todas las respuestas. No, era más sutil, solo mostraba estadísticas vagas, lo cual significaba que, como siempre, tendría que investigar por mi cuenta si quería entenderlas.

Crónicas Del Héroe: El Sendero Del DébilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora