Desperté con un horrible dolor de cabeza y el cuerpo entumecido, como si cada músculo estuviera en estado de alerta tras haber enfrentado una tormenta. Abrí los ojos lentamente, tratando de acomodar mi visión en la penumbra de la habitación. Estaba sobre una cama, probablemente en el gremio, pero el ambiente me resultaba difuso y confuso, como si hubiera salido de un sueño profundo y perturbador.
—¡Gracias al cielo estás bien! —escuché una voz familiar que me hizo sobresaltar. Lilly se abalanzó sobre mí en cuanto me vio, y me envolvió en un cálido abrazo. Sentí sus lágrimas empapar mi hombro, y a su lado, los rostros de Craig y los demás mostraban una mezcla de alivio y preocupación. Todos soltaron un suspiro profundo al verme viva, y aunque el dolor en mi cabeza pulsaba como un tambor, sentí que al menos había un rayo de esperanza.
—¿Qué sucedió? —pregunté, mi voz saliendo entrecortada y rasposa. Me esforcé por recordar, pero la niebla de mis recuerdos se interponía.
—Nos atacaron unos lobos y la carreta rodó por toda la montaña— explicó Craig, su voz seria. Miró a todos, buscando confirmar que cada uno comprendía la gravedad de la situación.
—¿Creen que ese chico esté bien? —intervino un comerciante, su rostro mostrando inquietud. Ambos, Lilly y Craig, bajaron la mirada, y sus expresiones se tornaron complicadas, como si el peso de una verdad oscura estuviera sobre ellos.
Por mi parte, no comprendía del todo de qué estaban hablando, pero el hilo de preocupación que anudaba mi corazón se hizo más fuerte. La imagen de Toshio aparecía y desaparecía en mi mente, como si él fuera el faro que me guiaba.
—¿Y Toshio? —mi voz sonó más fuerte de lo que esperaba, un grito desesperado en medio de su silencio.
El silencio se instaló en la habitación, y el frío se filtró a través de las ventanas. Miré hacia afuera; ya era de noche y la nieve caía con fuerza, cubriendo el mundo en un manto de blanco. La escena era hermosa y aterradora a la vez, como una pintura de ensueño que escondía peligros ocultos.
—Aún está vivo...— dijo Melisandre, su tono seco y monótono, mientras mantenía la mirada fija en la ventana nevada. Todos se volvieron hacia ella, como si su palabra fuera un hilo de esperanza.
—Pero no sé por cuánto tiempo... Lleva horas allá afuera— continuó, tocando la marca de esclavitud en su cuello, como si la cicatriz representara no solo su pasado, sino también el futuro incierto de Toshio.
Un impulso feroz se apoderó de mí. —¡Tenemos que buscarlo! —exclamé, sintiendo que el corazón me latía con fuerza, impulsándome a actuar, a no quedarme de brazos cruzados.
—¿No ves la nevada que está cayendo? A este paso, también moriremos nosotros— replicó Lilly, su voz temblorosa.
—¡Suéltame, Craig! —grité, luchando contra su agarre firme. Él tenía buenas intenciones, pero no podía quedarme aquí sin hacer nada.
—No pienso dejarte ir a morir. No estás en condiciones; debes recuperarte de las lesiones— replicó Craig, y su preocupación se reflejó en sus ojos.
—Yo iré... Estoy ligada a él al final de cuentas...— pronunció Melisandre con la voz de un pequeño osesno, su tono tan plano que parecía despojado de emociones. Sin esperar respuesta, abandonó la sala y se adentró en el bosque cubierto de nieve.
El aire frío se sintió pesado en la habitación tras su partida, y por un momento, el caos exterior se volvió distante. La preocupación que había sentido comenzó a calmarse. Sabía que no estaba bien; cada parte de mi cuerpo dolía, y el cansancio me envolvía como una manta pesada. Confiando en que Toshio seguía con vida, volví a la cama, permitiéndome un breve descanso mientras mis amigos abandonaban la habitación, dejándome sola en mi pensamiento.
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Crónicas Del Héroe: El Sendero Del Débil
AventuraToshio es un desempleado que se ha recluido de todo y todos, alejándose del mundo. Pero cuando un accidente y una buena dosis de torpeza lo eligen para reencarnar como el héroe bendecido por Atenea, la diosa de los humanos, su vida da un giro inespe...