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Desperté por el ruido de alguien llamando a la puerta. Al abrir los ojos ella seguía dormida, abrazándome con mucha fuerza. A pesar de querer seguir así, volvieron a tocar y fue entonces que despertó, ruborizándose un poco al ver la forma en la cual se aferraba a mí.

—Perdón —dijo nerviosa mientras me soltaba.

—Coloca mi cuerno y ve a abrir la puerta, por favor.

Después de hacer eso, ella fue a atender mientras yo me acomodaba todo con mi magia, y de mientras, alcanzaba a escuchar lo que decían.

—Perdón por molestarla tan temprano —decía una voz masculina— pero necesitamos saber si le interesa la instalación del cableado del “teletrófono”.

—¿Y qué es eso del “teletrófono”? —preguntó mi amiga.

—Es un nuevo medio de comunicación: usted habla en un micrófono de madera, y mediante una señal eléctrica, otra cebra en un lugar distinto puede escucharla desde una bocina de madera, y viceversa.

—¿Esa otra cebra puede ser de cualquier lugar?

—Bueno, en donde ya esté listo el cableado —respondió la otra voz— vamos por secciones y esta es de las primeras.

Mi amiga se quedó pensativa un rato y luego de un breve momento aceptó.

—Perfecto, en cuanto esté listo el sistema de cables recibirá el aparato y le explicaremos su funcionamiento —explicó alegre la voz—. ¿A nombre de quién quedará el sistema?

—Zecora, por favor.

—El sistema estará listo a mas tardar en una semana. Con su permiso me retiro, y disculpe las molestias ocasionadas —ella cerró la puerta.

—Ese proyecto tiene mucho potencial —dije mientras salía de su cuarto.

—Es extraño, tú hablas y alguien en otro lugar te escucha —reflexionó—, y sin usar magia. En Equestria solo tenían cartas y creo que habían hechizos que hacían algo similar.

—No sólo eso, los jefes de las empresas mas importantes tienen otro medio de comunicación sólo para ellos —comencé a explicarle con calma—. Lo llaman “móvil” y es igual que el teletrófono pero portátil, aunque ese si necesitas usar tu magia para que la voz llegue a la otra cebra, pero la verdad es muy incómodo de llevar y usar.

—¿Porqué incómodo?

—Es una cosa muy grande, del tamaño de un ladrillo, y pesa casi 800 g.

—Ya veo... —se quedó pensativa un rato—. ¿Quieres desayunar?

—Sí, pero ¿Qué hora es? —pregunté al recordar que Pazuzu necesitaba mi ayuda.

—Las seiscientas veinticuatro horas, horario cebra o las seis veinticuatro, horario poni.

—Me puedo quedar un rato más —respondí con calma.

Mi amiga hizo un desayuno bastante completo: arroz rojo, ensalada y sopa de fideos. Nos sentamos en su comedor y de mientras platicábamos.

—¿Y cómo es Kerfuffle? —preguntó curiosa.

—Es una yegua muy comprensiva —contesté mientras tomaba un vaso de leche.

—¿Sólo eso? ¿No tienes nada más que decir?

—Ella tuvo un accidente pero la salve, aunque perdió una de sus patas traseras y le hice una pata de madera.

—Y de ahí sacaste la idea de las prótesis.

—Exacto.

—Pero, ¿Porqué te amputaste tus extremidades?

—Yo era alicornio de nacimiento y cada que me veía en un reflejo mi apariencia me recordaba demasiado a Celestia, eso me aterraba y no lo pude soportar —me quedé pensando un momento pero continué—. Un día me caí a un precipicio, rompiéndome las cuatro extremidades en el impacto. En el fondo del lugar alcancé a ver varios árboles, y al ver que mis patas ya no tenían solución pues me mutilé una por una.

—¿Cómo saliste de ahí? —preguntó impactada y algo aterrada.

Ángel de la Libertad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora