Abandoné la casa de Nibiru y fui al centro a un paso serio pero que denotaba ímpetu, mientras contemplaba una Cebrica mas iluminada de lo normal. Al llegar a la fábrica central, Belfregor ya me estaba esperando con una pequeña sonrisa en su rostro.
—Abadón, sígueme por favor —. Él empezó a caminar, alejándose del lugar y yo detrás.
Recorrimos las calles en un rumbo que era desconocido para mí, y pasado un tiempo llegamos a otra fábrica más pequeña, especializada en sólo armamento y armaduras. Entramos al lugar y recorrimos las instalaciones hasta llegar a una enorme puerta de metal.
—Bonito lugar, ¿No lo crees? —preguntó Belfregor.
—Sí, pero no sabía sobre su existencia —contemplaba la gran entrada, pensando en que podría haber tras ella.
—Es porque nunca visitaste otras fábricas que no fueran la central —explicó con una voz lenta—. Cuando Pazuzu me platicó de su invento, le convencí de que sería mejor aprovechado en estos cascos y al ver el proyecto decidió aceptar.
—¿Y qué piensas hacer él? —pregunté con bastante curiosidad.
—La piedra del abismo no solo sirve para generar energía, también puede ser usada para calcinar el cielo. Admira el futuro —presiono un botón y la compuerta empezó a revelar sus secretos.
Tras esta se encontraba una versión mejorada del vehículo de mi amigo: grande, con cuatro alas metálicas, dos en cada lado y una sobre la otro. De reojo vi a algunas cebras cargando unos barriles morados de madera.
—Bonito rediseño —contemplaba el pájaro de metal y pensaba en su potencial—¿Y los barriles para qué?
—Dentro de cada barril hay un poco de piedra del abismo y es como ese nuevo generador de energía, pero en miniatura, además expulsan la energía producida.
—En otras palabras: una bomba.
—Exacto —confirmó y siguió explicando—. Al principio íbamos a hacer una bomba gigante para una explosión potente pero nos pareció más económico y práctico hacer una bomba pequeña y solo copiarla varias veces.
—¿Y a qué te refieres con eso de “calcinar el cielo?—Ahí es dónde entra esa belleza —señaló el vehículo con alas—. La idea es que suelte los barriles. Cada barril llevará unos globos para mantenerse en el aire y el plan es liberar entre 15 y 20 de estos pequeños a la misma altura, detonando todos al mismo tiempo mediante un móvil.
Me quedé pensando, tratando de hacerme una imagen mental de todo lo explicado. Cuando finalmente entendí un poco de la idea arrojé una frase en particular:
—Que muchas explosiones pequeñas parezcan una sola.
Belfregor asintió con la cabeza.
—Mefisto me llamó, pues por lo visto quieres acelerar las cosas y ya estamos ajustando nuestra estrategia. Tú iras a Equestria antes que nosotros, para que investigues si los ponis tiene alguna defensa antiaérea o similar. ¿Estás de acuerdo con esto?
Moví mi cabeza de arriba abajo con lentitud.
—¿Porqué te metiste a trabajar a los laboratorios si estabas aquí? —le pregunté curioso.
—Seré honesto: ya le seguía la pista al invento de tu amigo e iba a acercarme a él para ganar su confianza y que me dejará modificarlo. Pazuzu accedió luego del accidente que tuviste, pues creía que yo podría hacer lo que él no.
—¿Y si volará?
—Funciona —sonrió— y tu amigo esta más que feliz por esto.
—¿Y está cosa ya tiene nombre?
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Ángel de la Libertad.
FanfictionDespués de años en el exilio, las cebras están listas para volver y reclamar a Equestria, siendo esta la oportunidad perfecta de Abadón: una cebra demasiado inmersa en su propia soledad y que anhela retribución por los hechos pasados, presentes y fu...