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Un intenso dolor en mi espalda me despertó de mi letargo, era de mañana, pero Nibiru me había dejado un pequeño desayuno: una sopa de letras, un vaso de leche y unas galletas. Me di cuenta de que ella siempre le encantó atenderme y yo jamás lo he valorado… tengo que compensarlo algún día.

Terminé mi comida y decidí volver a los archivos pues me sentía aún inconforme con la búsqueda de mi pasado, pero justo en la puerta me estaba esperando Kerfuffle con una expresión de preocupación; al acercarme a ella me recibió con un gran abrazo.

—¡Estás bien! —grito alegre.

—Sí, porque no estaría bien —contesté abrazándola también.

—Tu amigo fue a verte hoy para ver como te encontrarás —decía mientras recordaba— y me contó todo. Menos mal que él te conoce lo suficiente para saber a dónde irías.

—Necesito compañía —confesé algo triste.

—Yo siempre estaré a tu lado —dijo compasiva.

Entramos en el archivo y nos sentamos en uno de los cubículos. Resultó una búsqueda igual a la del día anterior, pero está vez la presencia de Kerfuffle me permitía sobrellevar la frustración de no encontrar nada. Estaba bastante triste y ella se dio cuenta de eso.

—Cariño, ¿No quieres descansar? —preguntó preocupada.

—No, necesito seguir con esto —hable mientras leía unos papeles.

—¿Si quiera sabes que quieres encontrar?

—Lo que sea —empecé a leer otro papel.

—Eso es muy general ¿No? —estaba muy pensativa.

—Sugieres que debo de reducir mi campo de búsqueda —dije sin emoción.

—Si lo ves de esa manera, entonces sí. Pero más importante, es conocer el propósito de todo lo que haces.

—El propósito…—me quedé pensando—. Estoy seguro que no lo tengo.

—Todos tenemos uno —habló con una voz gentil.

—No, yo no.

Me quedé en una especie de transe, pero ella me regresó a la realidad con un beso en la boca. Después de besarme empezó a hablar mas seria.

—Te perdiste en tu mente otra vez. ¿Estás seguro de que encontrarás algo en estos papeles? —rodio mi cuerpo con una de sus alas—. ¿Y si lo que buscas está aquí dentro? —puso uno de sus cascos en mi cabeza.

—Estoy seguro de que lo recuerdo todo —. Empecé a sentir un profundo miedo a recordar, miedo de que haya algo horrible en lo más profundo de mi mente.

—Deja de contenerlo, solo libera tus recuerdos.

—No hay nada que liberar: no se ni nombre verdadero. Abadón es un nombre que me puso una cebra cualquiera y a mí me gustó —empecé a recordar más detalles de mi historia—. Cuando intenté escapar de Celestia, ella me alcanzó a dar un golpe en mi espalda, sabes.

—Ya veo… —se quedó pensando—. ¿Y ahora qué?

No sabía que responderle, parecía que nunca conocería mi verdadero yo, a no ser que vaya a mi verdadero lugar de nacimiento.

—Necesito ir a ver a alguien…

Salí del lugar, dejando a una confundida Kerfuffle detrás de mí, pero había tomado mi decisión. Ha llegado el momento de tratar de alzar el vuelo y buscar mi retribución, mi nombre y mis orígenes; algo que otros parecen infravalorar y que yo anhelaba con tanto ímpetu. Fui a ver a Mefisto, el cual se encontraba probando lo que parecía ser un cañón, pero con una boca más compacta y con un mecanismo de manivela en uno de los lados.

Ángel de la Libertad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora