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Venía perdido en mis pensamientos mientras llegaba a las inmediaciones del bosque Everfree a buscar a mi antigua amiga Zecora. Una vez ahí, toque su puerta, abrió y al verme su expresión cambió de una normal a una bastante sorprendida y preocupada.

—Zecora, llegó el momento —dije inexpresivo.

—Lo sé, pero no quiero que así sea -respondió pensativa.

—Te necesitamos de vuelta en Cebrica, has vivido con estas criaturas por mucho tiempo y tu testimonio puede ser relevante para el resto de las cebras.

—Primero, esas "criaturas" se llaman ponis —dijo con enojo— y segundo ¿En qué afectaría mi testimonio a sus planes vengativos?

—Nos plantearemos en si vale la pena salvar a algunas de esas cosas o no.

Para mi fortuna Zecora aceptó venir, después de recoger algunas cosas, pero siempre me dirigía miradas despectivas y hasta amenazantes; una conducta que me sorprendía mucho pues no era normal en ella, o al menos eso recuerdo.

Su expresión cambió cuando vio que había llegado en uno de nuestros nuevos vehículos: un carruaje con tres ruedas de madera, pero era muy peculiar. Mi amiga se sorprendió bastante y su actitud se volvió muy curiosa, pues aquel artefacto no estaba cuando ella se fue de la ciudad.

—¿Sorprendida? —empecé a explicar— es una gran innovación en nuestros medios de trasporte: un vehículo que no requiere ser empujado ni jalado por nada. Yo mismo cree el diseño y me tomó muchos intentos para que funcionará.

—Wow —contestó— ¿Y esta cosa tiene nombre?

—Tiene un largo y nada interesante nombre técnico: solo lo llaman "Auto-móvil".

—Ya veo —suspiró—. Esto me recuerda a cuando te conocí e inventabas un sinfín de cosas sin sentido... —me miró con decepción—. Por favor Abadón, ahora que puedes rectifica —empezó a sollozar- no desperdicies tu ingenio y creatividad en traer muerte y locura al mundo.

—Lo siento Zecora, pero es un mal necesario y sabes que yo nunca le perdonaré por lo ocurrido en el pasado -aclaré con firmeza—. Vámonos.

Los dos nos montamos en el auto-móvil y pusimos marcha a nuestro hogar. El camino fue largo y muy incomodo pues no me dirigía la palabra en lo absoluto, eso me inquietaba bastante ya que ella no era así. Sólo en un momento del viaje me habló y fue cuando le recargué por primera vez el combustible a nuestro transporte.

—¿Qué es ese líquido negro? —preguntó con curiosidad.

-Algunos le llaman Lodo Negro, otros le llaman Aguas Viscosas y algunos le dicen Fuego Líquido, pero su nombre oficial es "Elixir Oscuro".

—¿Y que se supone que hace?

—Es un líquido muy explosivo y mediante un mecanismo especial se puede usar para generar el impulso necesario para avanzar.

—Curioso.

Despues de eso continuamos con el viaje. Mientras más nos acercábamos a nuestro destino más perturbado me sentía con la conducta de mi amiga, pues mi mente me seguía insistiendo en que no era normal esa actitud de ella. Quien sabe que horrores haya visto o le hayan hecho esas criaturas coloridas.

Finalmente, despues de algunos días, llegamos a la periferia de la ciudad y conforme nos adentrábamos a ella, Zecora se mostraba muy sorprendida mientras veía los edificios y calles de Cebrica.

—Todo es tal diferente, ¿Pues cuánto tiempo estuve fuera?

—Algunos años: ocho, quince, cuatro... La verdad perdí la cuenta —le contesté algo burlón—. Y como verás no perdimos el tiempo.

Ángel de la Libertad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora