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Hoy era sábado, ¿y qué?

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Hoy era sábado, ¿y qué?

A Minatozaki Sana le daba igual, anteriormente hubiera salido con sus amigas a pasarla bien, pero ya no.
El último mes fue el más difícil de su vida, pero eso le ayudó a darse cuenta de lo sola que estaba.

Vivió hasta lo cinco años con el amor profundo de sus padres, los cuales la llenaban de mucho amor incondicional. A pesar de recibir todo nunca fue una niña malcriada o desagradecida, siempre le enseñaron a valorar las cosas que tenía, por lo que su vida valía oro.

Pero a los seis años, su madre falleció de un rara enfermedad que nunca le dijeron.

Su padre hizo todo a su alcance para poder llevarla a una de las mejores escuelas privadas, las cuales eran costosas, pero todo sea por su hija, trataría de siempre mantenerla feliz.

Realizó todos sus estudios en colegios privados, y en el instituto al que iba, todas tenían dinero y eran hijas de papi.

Supo adaptarse bien al lugar, incluso si no encajaba, consiguió varias amigas, pero todas se fueron cuando a sus 18, su padre fue asesinado a sangre fría por un ladrón que intentó robarle.

Aún recordaba como sus amigas se burlaron de ella cuando les contó lo que le había pasado a su padre.

— Eso explica porqué tenías dinero.

— ¿De qué hablas? — Musitó la rubia.

— Es más que obvio, tú padre era narcotraficante, el cual tuvo una deuda que saldar y... Bueno, tuvo que pagar con su vida — Respondió.

Todas se rieron, lo que provocó la furia de la japonesa, la cual sin pensarlo dos veces, le dio una bofetada a la mayor.

¡Nunca hables así de mi padre!, ¡por lo menos él si me amaba! — Gritó realmente enojada.

Luego de eso había salido corriendo del instituto, después de todo, ese era su último día de clases, por lo que no tendría que verlas más.

Llevaba todo el día sentada en el sillón de su casa viendo series, películas, o dramas, lo que sea que haya.

No quería pensar en qué iba a hacer de su vida, ahora debía valerse por su cuenta, y eso le aterraba, siempre fue ella y su padre, pero ahora estaba sola.

Fue sacada de sus pensamientos cuando escuchó la puerta de atrás ser forcejeada. Se asustó, sabía lo que eso conllevaba en el barrio que vivía.

Apagó el televisor, y tomó el cuchillo con el cual anteriormente estaba cortando algo que había llevado para comer.
Se escondió detrás de un mueble, con la esperanza de que el hombre no la viera y se fuera de allí de una buena vez.

Escuchó la puerta abrirse, y luego pasos. Ya estaba adentro.

Caminó sigilosamente e ingresó a la casa, donde fue directamente a las habitaciones.

(editando) ¬ 365 Fresh ¬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora