LVIII "Eres Una Necia Joder"

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Lo que acontecía en mi vida era pura mierda, y más mierda. Hace dos días atrás Danelle llegaba a mi oficina pidiendo una jodida oportunidad. Y lo mas jodido de todo esto es que ella jura amar a su esposa, pero ¿A que jugaba con retenerme y no rehacer mi vida?. Claro estaba que desde ese día deje las cartas bien puestas para que entendiese que conmigo no se juego. Sin duda alguna yo estuviera en los zapatos de Danelle hace casi dos años atrás aceptaría aquella oportunidad cuando le supliqué por primera vez, digo, luego no todos son Leigthon. Me confundí al pensar que todos eran como yo. Esto no lo sabe nadie mas que nosotras dos, si de alguna manera se entera alguien familiar o April estaría acabada, aunque la chica Stone no tanto porque sabia que no me reprocharía nada. En cambio mi hermana y mis abuela molerían a golpes a Danelle. Por otra parte estaban su esposa e hijo, me preguntó. ¿Que tipo de madre anda de puta con otra?. Sacudí todo tipo de pensamiento en estos momentos.

Mi mirada estaba fija en la carretera, iba en un Ferrari Spyder, la mano izquierda sostenía firmemente el volante. Tenia que ir a la compañía para hacerme cargo de ella, era complicado cuando eras responsable de dirigir la mafia italiana. Entré al estacionamiento privado, habían algunos cuantos autos aparcados, era algo raro, pero me daba igual. A lo lejos mire la camioneta de la menor por lo que intuí que ya estaba aquí. Como diría luisito comunica, “Ahora si viene lo chido”.

Entré como sin nada y nadie dijo nada, se le había avisado que habría una nueva presidente a cargo de la compañía. Entre al ascensor privado hasta marcar el ultimo número, donde solo estaban la oficina de la sala de reuniones de la firma de contratos, la de Danelle y por supuesto la mía.

—Buenos días. – Dije mientras que la chica miraba el computador.

—Buen día señora Mussolini. – Se notaba que los nervios estaban al mil.

—Esperaras exactamente diez minutos cuando me veas entrar a la oficina, y si lo haces en mano tienes que tener un café negro cargado sin azúcar. Me dirás las cosas que tengo para hoy y si algo no me agrada lo tendrás que descartar. Por favor, nadie entra a mi oficina sin mi autorización, no importa si son familias, serán anunciados a esperar por su turno, de todos modos mande a agregarle a la puerta una clave, nadie pasa hasta que yo lo indique. – Seguí mi camino hasta mi oficina y la silla. Encendí el ordenador y verificar cada asunto de mi empresa. Suena lindo, mi empresa.

Exactamente a los diez minutos entro la chica, ya un poco mas calmada, le hice la seña de que se sentará, no es de una dama quedar de pie.

—¿Y bien? ¿Que tenemos por hacer hoy?. – Me dio el café, el cual probé y me agrado de inmediato. —Muy rico.

—A las nueve y media tiene una reunión con la junta de finanzas, media hora más con los abogados. Y por último con la señora Alcocer.

—Adelanta la última para ahora por favor. – Sonreí mientras llevaba la taza a mis labios, saboreando lo amargo del café.

—Claro que si, ¿Algo mas?. – Preguntó antes de retirarse.

—Le dirá a la Señora Alcocer que ella va a dirigir las primeras dos juntas que tengo en mi agenda. – Me mordí los labios al imaginarme a Danelle hecha furia conmigo. Pero bueno, yo era la jefa, no ella y debe acatar mis ordenes.

—Con su permiso. – Volteó para salir y no dudé en mirarle el culo, el cual estaba grande y redondo.

Detallaba algunos documentos importante que tenia que firmar y enviarlo para cerrar un trato, tenia hasta mañana a lo mucho pero me llevaría horas terminarlo. Quizás el apuro que tenia por llegar temprano y no desayunar me comenzó a doler horrendamente la cabeza y lo único que quería era que alguien me fastidiara.

I Don't Like Women GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora