Caminé a oscuras por el pasillo mientras seguía a uno de los guardias de las mazmorras. No tardamos en llegar a la celda donde se encontraba Sebastian. En cuanto me vio, se puso en pie de un salto y me pareció ver algo similar a la preocupación en su mirada. Segundos antes de terminar de acercarse a lo barrotes, su expresión volvía a ser indiferente y fría.
- Dime que Kael te manda para que me saques de aquí - se mofó.
Negué con la cabeza.
- ¿Entonces es que me echabas de menos? - preguntó ladeando la cabeza y sonriendo con una fingida ternura.
Me crucé de brazos y alcé las cejas, lanzándole una mirada que venía a decir de forma sarcástica "¿En serio?". Cuando no respondió, señalé mi boca.
- ¿Un beso? ¿Aquí? ¿No prefieres esperar a que vuelva a mi habitación? - preguntó con una sonrisa pícara y una mirada lasciva.
Suspiré y negué con la cabeza. Volví a cruzarme de brazos y le fulminé con la mirada. Pareció divertirse con la situación y se inclinó todo lo que pudo hacia mí.
- Lo cierto es que sí es necesario un beso si quieres recuperar la voz - susurró con un tono de voz algo áspero que lo hizo cientos de veces más atractivo.
Noté como se me aceleraba el pulso y un cosquilleó se instaló en mi estómago. Tardé unos segundos en reaccionar pero seguí con las brazos cruzados y alcé una ceja.
- Si no me crees pregúntale a Kael - respondió apartándose de los barrotes.
Se sentó en el suelo y se recostó contra la pared, llevando ambas manos a la nuca.
- Hablando de él... - susurró segundos antes de que oyera unos pasos acercarse.
Kael me miró sorprendido y luego se dirigió a la celda.
- ¿Otra vez un Redstone? Hacía tiempo que no te metías en problemas con ellos.
- Hacía tiempo que ellos no se metían en mis asuntos - reclamó Sebastian sin abrir los ojos.
- Parece que esta vez quieren que haya repercusiones.
- Y supongo que tu les has convencido de que no.
Kael no respondió. Ante ese silencio, Sebastian abrió un ojo y analizó a su amigo.
- ¿Kael?
- En esta ocasión no habría servido. Han decidido saltarse las formalidades y recurrir directamente al Rey.
- Malditos hijos de...
- Sebastian - le detuvo Kael.
- Te puedo asegurar que mi vida sería mejor si no me cruzase con ellos. Pero si vienen a mí buscando pelea no esperes que sea amable.
- ¿Fue el quien buscó pelea? No es eso lo que me han dicho y no suele ser ese el caso.
- Sabes que yo no empiezo las peleas - reclamó Sebastian poniéndose en pie de un salto con la mirada llena de ira.
- No, siempre es el otro. Pero resulta que eres fácil de ofender y saltas a la mínina, eso también lo sé. Tus peleas rara vez son justificadas, Seb. Esto no puede continuar así.
- En esta ocasión estaba completamente justificada. Por alguna razón la ha tomado conmigo y me está jodiendo bien. ¿Y ahora intercede por él el Rey?
- ¿Tú viste algo? - preguntó Kael dirigiéndose a mí.
Abrí la boca para responder casi por inercia pero no hizo falta que explicara nada.
- La lancé un hechizo - interrumpió Sebastian.
Kael miró a su amigo y pareció caer en la cuenta de algo.
- Vas a perdonarme un segundo, pero esto necesito que sea en privado.
No dio mas explicaciones y le oí murmurar unas palabras que parecían ser otro hechizo. No entendí porque se disculpaba hasta que caí en la cuenta de que me había dejado sorda. Vi los labios de Kael moverse pero no oía nada. Sebastian sonrió inocentemente. ¿Qué era tan privado que yo no lo podía escuchar?*****
- ¿Era realmente necesario? Sabes perfectamente como se deshace ese hechizo - dijo Kael mirando a su amigo algo decepcionado.
- Vaya, lo había olvidado por completo - contestó Sebastian con una sonrisilla inocente.
- Te recuerdo que las relaciones están prohíbidas entre miembros de la Guardia.
- ¿Y desde cuándo yo busco una relación con nadie? - preguntó con la voz llena de sarcasmo.
- Somos amigos desde hace tiempo, Seb. Eres un guardián excepcional pero aunque yo esté acostumbrado y pueda tolerar tu comportamiento, eres líder de una de las Guardias y el resto espera que te comportes como tal. Todas las quejas deben pasar por mí y yo siempre las ignoro. Pero si los Redstone han decidido saltarme e ir directamente al Rey, ¿quiénes serán los siguientes? No voy a poder protegerte eternamente y deberías empezar a comportarte si quieres evitar problemas serios. El Rey ha dictaminado que se te evalúe y lo que sí he conseguido ha sido que me permita participar en esa evaluación. Ahora estoy intentando conseguir que también elijan a James para que hable a tu favor.
- Fue el quien me encerró, no sé si será el mejor para eso.
- Al igual que yo, James es tu amigo. Estamos dispuestos a dar la cara por ti pero esperamos que tú lo agradezcas empezando a comportarte como deberías. Y juguetear con la nueva no es un gran comienzo - añadió Kael señalando a Kala.
Confusa, pasó la mirada de uno a otro pero no entendió nada. El ambiente se había vuelto más tenso y ambos estaban realmente serios, algo que preocupó aun mas a la joven.
- No estoy jugueteando con ella - contestó Sebastian con una mirada impasible.
- No tenía problemas cuando solo era una dama invitada de la corte. No tengo inconveniente en que te lleves a todas la chicas del castillo a la cama si es lo que te place. Pero ahora ella es aprendiz. Tu aprendiz.
- Y me comporto con ella como lo haría con cualquier otro. Tú mismo has dicho que mi actitud no es la mejor - se defendió.
Kael conocía demasiado bien a Sebastian y aunque él no quisiera admitirlo, lo sabía.
- No es una novedad que te guste jugar con las personas pero sabes que con ella es diferente. No puedes engañarme a mí y no puedes engañarte a ti mismo.
- No me estoy engañando.
- ¿Estarías dispuesto a repetir eso con una runa de la verdad?
- Si con eso basta para que me creas, ¿por qué no? - contestó Sebastian recuperando un poco su aire de suficiencia.
Kael sacó su pluma y dibujó rápidamente la runa en una de sus manos. Sebastian notó algo a lo que no estaba acostumbrado, una sensación que rara vez le acompañaba: los nervios.
- ¿Consideras que tu comportamiento hacia Kala está dentro de tu comportamiento normal? - preguntó Kael.
- Sí.
Había decidido empezar con una pregunta más ambigua pues no quería hacerle confesar a su amigo algo muy personal. Sin embargo, si aumentar lo invasivas que eran las preguntas no daba resultado, se vería obligado a hacerle una desagradable.
- ¿Dirías que has tenido algún comportamiento inapropiado?
- Si fuera cualquier otro seguramente, siendo yo he sido hasta apropiado - se burló.
- Si vas a jugar a fingir que esto no importa, me saltaré las preguntas que tenía pensadas he iré al grano.
- ¿Has pensado en Kala como algo a parte de ser tu aprendiz?
El semblante de Sebastian volvió a oscurecerse.
- ¿Importaría? He fantaseado con las princesas y nadie parecía afectado por ello.
- Te acostaste con una de ellas.
- Cierto - respondió con una pequeña sonrisa victoriosa.
- Responde la pregunta.
- No tiene importancia lo que haya pensado. La cuestión aquí son los actos.
- Responde.
Tras unos breves segundos respondió bastante molesto.
- Sí... - murmuró entre dientes.
- ¿Sientes algo por ella que podría ir en contra de las normas?
- Es atractiva. Vaya una novedad que muestre interes por una chica guapa y con carácter - contestó con un tono irónico y lleno de ira.
- Has accedido a esto. Ahora no evites las preguntas. ¿Sientes algo por ella que podría interferir en las normas? Algo más que un interés por el mero hecho de ser una joven atractiva.
- No siento nada por ella. Nada.
La runa comenzó a arder en su piel pero estaba acostumbrado al dolor y consiguió ignorarlo aún a medida que se iba acentuando. El problema de la runa, es que cuanta más resistencia al dolor tenías, más dolorosa se volvía. Terminó por notar como ardía todo su brazo e incluso notaba como si fuera a estallarle la cabeza. Calló de rodillas llevándose las manos a los lados y enredando los dedos en el largo cabello.
- ¿Serás capaz de controlar eso que sientes y evitar que ambos rompáis una de las reglas más básicas de la Guardia de Minaria?
- Quítame esta maldita runa. ¿No tienes ya lo que quieres? - preguntó Sebastian furioso.
- Creo que no lo entiendes. ¿Crees que tus sentimientos me eran desconocidos? Te he visto con miles de chicas, ¿crees que no notaría la diferencia cuando se presentaran sentimientos más fuertes? El único al que engañas es a tí y necesito que seas consciente de ello para que lo evites a toda costa.
- Quítame la runa - repitió.
Kala se acercó hacia él y alzó la mano preocupada. Sebastian la miró unos segundos y sonrió. Pero era una sonrisa muy distinta a cualquier otra. Era una sonrisa triste y melancólica.
- No puedo quitarte la runa si no has respondido a todas las preguntas formuladas.
Esa sonrisa triste pasó también a llenarse de amargura. Las runas y hechizos tenían muchas condiciones y normas, y muchas veces eran bastante molestas. O eso pensó Sebastian.
- ¿Puedes controlar tus sentimientos y evitar que ocurra algo que vaya en contra de las normas? - preguntó de nuevo Kael.
- No lo sé, joder - bramó Sebastian dando un puñetazo a uno de los muros de la celda.
- No me basta. Lo sabes aunque no quieras admitirlo.
- No lo sé - repitió levantando la voz.
- Yo te conozco y tú también. ¿Tú que crees?
Sebastian se cubrió el rostro y masajeó las sienes con insistencia.
- Seguramente no.
- ¿Seguramente no puedas controlarte o seguramente no rompas las normas?
- Espero que lo estés disfrutando... - gruñó Sebastian.
- No, pero soy tu amigo y me preocupa los errores que puedas cometer. Especialmente ahora que estás en el punto de mira.
- Seguramente no pueda controlarlo - susurró.
Kael suspiró y cerró los ojos unos segundos para meditar sobre la conversación. Kala seguía sin comprender nada pero estaba claro que la conversación no había ido bien.
- Dame la mano - le pidió Kael.
Sebastian tendió la mano y Kael retiró la runa.
- Soluciona esto cuanto antes. El Rey ha ordenado que te mantengamos encerrado hasta que determinemos algo en la evaluación. Voy a hablar personalmente con él para explicarle lo de la runa de custodia. Puede que así te deje salir.
Sebastian asintió.
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La Torre de Cristal [PAUSADA]
FantasyHace varios años en el Reino de Minaria apareció una misteriosa torre. Nadie conocía su origen o lo que albergaba. Sin embargo, de ella empezaron a surgir numerosas bestias y monstruos que atacaron y atemorizaron al reino. Entonces se creo la Guardi...