DOS

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Los enviados de la KGB descendieron del helicóptero apenas este tocó el suelo del helipuerto. La Base de HYDRA estaba escondida en una zona montañosa de Alemania. Los recién llegados fueron guiados hasta la sala de reuniones del lugar.

Los tacones de las botas altas de la mujer resonaron por encima de los demás pasos. Se detuvieron al ingresar hasta la sala donde los estaban conduciendo.

―Mi estimado Ivan, es un placer recibirte en nuestras instalaciones ―habló Alexander Pierce mientras estrechaba la mano del recién nombrado.

―Alexander, creí que estarías ocupado. Escuché que SHIELD ha estado muy activo ―sonrió Volkov.

―Así es, pero HYDRA ahora requiere mi presencia. No pensaste que iba a dejar que cualquiera te recibiera, ¿verdad?

Entonces Pierce se fijó en la figura que estaba unos pasos detrás de Ivan.

―Tú debes ser la agente Natasha Romanoff ―se acercó a saludarla.

―Así es ―sonrió la pelirroja―. ¿No tenían mi rostro entre los más buscados por SHIELD?

El líder de HYDRA negó con la cabeza.

―Solo tu nombre y un alias.

Ella lo observó satisfecha. Ocultar su identidad había sido esencial para sus misiones encubiertas.

Pierce dio unos pasos hacia atrás para presentar al capitán Rogers, quien se mantuvo en silencio en todo ese tiempo.

Volkov le dio una mirada rápida a su discípula. Necesitaba recordarle la importancia de que cierta parte de la misión se completara. Natasha escondió una sonrisa detrás del cuello alto de su abrigo. Había reconocido al hombre rubio que ahora estaba frente a ella.

A HYDRA no le costaba admitir que ellos no poseían los mejores avances en todos los distintos ámbitos tecnológicos. Tenían gran ventaja al estar infiltrados en SHIELD, pero incluso los implementos que eran robados de allí se hacían siguiendo un patrón cuidadoso que no diera lugar a sospechas.

Si requerían algo que no poseían, no se molestaban en hacer otra cosa que robarlo de quienes sí contaban con esa tecnología.

Ese era el caso de esa situación. Una empresa China producía la primera sustancia química indetectable para el tráfico, mucho más poderosa que la pólvora o la nitroglicerina. No tan eficiente como lo que se utilizaba anteriormente en Stark Industries, pero estaba cerca.

El capitán Rogers fue el único enviado de HYDRA para conseguir dos de las cinco muestras que estaban resguardadas en un edificio inteligente. Después de despertar, había recibido instrucciones básicas sobre tecnología que facilitaba el permanecer incógnito en las misiones. Utilizando uno de esos dispositivos, pudo cortar el cristal blindado del nivel de los laboratorios. Tenía ocho minutos para una extracción silenciosa.

Para una misión tan importante como aquella, la información que tenía de la división de la estructura interna del edificio era escasa. Su habilidad de planificar bajo presión y en poco tiempo era lo que lo hacían un capitán muy eficiente. La zona de sustancias importantes estaba en una plataforma elevada en medio de la habitación. Subió las escaleras de metal lo más rápido que pudo. Incluso pudo agilizar el movimiento sosteniéndose de las barandas e impulsándose hacia arriba. El sonido producido por su aterrizaje se escuchó en todo el nivel.

Con la ayuda de su escudo, quebró los controles que permitían la apertura de la zona a baja temperatura donde se mantenían las muestras.

―¿Todos los hombres resuelven sus problemas a golpes? Una voz desconocida lo hizo voltear hacia atrás. No pudo ver al intruso debido a que sintió algo extraño clavándose en su cuello, seguido de una fuerte descarga que lo hizo tumbarse al piso. Sus músculos tardaron unos minutos en relajarse para permitirle el movimiento. Cuando pudo levantarse, se percató de que volvía a estar solo. La diferencia estaba en que faltaban tres de las cinco muestras que había estado a punto de robarse.

Sr. y Sra. Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora