Capítulo 22

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Aquella noche fue una de las primeras que pasé junto a un chico haciéndonos arrumacos.

Estaba con una mano en el pecho del castaño mientras éste me acariciaba un mechón que se me había salido del moño (que ahora estaba desmontado).

Pasamos horas y horas en aquella cama besándonos sin apenas dejarnos respirar, con mis dedos acariciando su espalda y sus manos rodeándome todo el cuerpo. Nos decíamos palabras entre los labios, sin apenas entendernos mucho y sin ser muy conscientes de lo que nos queríamos decir.

Teníamos los labios hinchados por tantos besos y enredaba mis piernas desnudas (había perdido los pantalones por la cama, nada más, lo juro) con las suyas.

-Debería irme.-dije tras un buen rato besándonos.

-No quiero que te vayas.-me acercó a su pecho. Su corazón latía con prisa, igual que el mío.

-Mis padres se preguntarán donde estoy, ya es tarde.-dije mientras miraba el reloj de la pared, que marcaba las 2.37 de la madrugada.

-Quédate un ratito más.-enterró su cabeza en mi cuello, a la vez que entrelazaba sus dedos con los míos. Amaba cuando hacía eso.

-No lo hagas más difícil, Neil.-miré hacia el techo mientras él levantaba la cabeza, sorprendido.

-Me has llamado por mi nombre.-seguía sin mirarle.- Mírame.

No iba a mirarle, por que si le miraba volvería a besarle y sería como volver a empezar.

Pero como últimamente no tenía mucha fuerza de voluntad acabé mirándole y, como no, acabé en sus labios de nuevo.

Tras otro buen rato intentando separarme del castaño (vale, no. No quería separarme de su boca ni de su espalda fibrada ni de su… Basta) lo aparté poniendo las manos en su pecho, jadeando.

-Enserio.-respiré con dificultad.- Mis padres me matarán como no llegue ya. Y luego te matarán a ti por no ser un caballero y dejarme en mi casa temprano.

-Spencer, siempre puedes decirle que estamos juntos y te dejarán más libertad. Estoy segura que a tu madre no le importaría que durmieras en mi casa, acompañada de mi compañía en la cama.

-No estamos juntos.-dije mientras buscaba los pantalones por la cama. ¿Dónde diablos estaban?- A Helen le gustas demasiado, supongo que le encantaría que durmiera contigo, seguro.-logré encontrarlos y me los puse mientras me levantaba de la cama.- Kydd, enserio. He de irme o Sophie se pondrá triste. Seguro que se ha quedado con la luz de la mesilla encendida esperando a que vuelva del baile de invierno.

-Vale, vale.-se levantó de la cama mientras yo iba hacia la puerta con mi vestido en la mano.- Espérate, te llevaré.

-Da igual. Iré andando, no vivo lejos.-ya iba bajando las escaleras cuando me cogió del brazo.- ¿Qué?

-Deja de ser tan cabezota.-refunfuñó.- Te llevaré en coche. No puedes ir con estas pintas por la calle. Ni siquiera tienes zapatos, por Dios.-negó con la cabeza mientras volvía a su habitación.

El castaño salió de nuevo de su cuarto con la camiseta puesta y me cogió de la mano para entrelazar nuestros dedos. Me derrito, me derrito.

Entramos en su coche sin decir una palabra y empezó a conducir en silencio. Me quedé mirándolo mientras cambiaba de marchas y miraba a la lejanía.

-Esto es tan irreal.-dijo de golpe, asustándome.

-¿El qué?

-Ya sabes, esto.-señaló con un dedo primero a mí y luego a él.- Hace un par de meses nos odiábamos y ahora esto… ¿Qué nos ha pasado, Spencer Wood?

Imposible, somos mundos opuestos. [[[COMPLETADA]]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora