De pequeña, su pasatiempo favorito era escuchar las historias de piratas que su madre siempre les contaba a ella y a sus hermanas las tardes que pasaban tumbadas en las charcas, disfrutando de los rayos de sol que siempre bañaban sus aguas. Por ello siempre soñó con poder salir de su pequeña isla y poder vivir las mismas aventuras que su madre, poder ver con sus propios ojos un barco pirata y ser testigo de lo que ocurre en su tan amado océano. Aunque nunca quiso que fuera en aquellas circunstancias.
- ¿Cómo está mi paciente favorita?
Sonríe al ver entrar por la puerta a Elías con un bol lleno de comida en las manos, como era de costumbre. Desde que se había despertado en el camarote de Hongjoong, había pasado unos cuantos días bajo los cuidados de los médicos a bordo del Treasure para recuperarse de la pérdida de sangre y la infección en la herida de su muslo.
Le gustaba Elías, más que el otro médico. Elías hablaba mientras atendía su infección, contaba todo lo que ocurría en el barco pese a que no pudiera entender la mayoría, e incluso le enseñaba a pronunciar y entender aquel idioma tan extraño que hablaba. El otro médico, Seonghwa, tan solo se quedaba el suficiente rato como para atender su herida, darle el té de jazmín -seguía sin acostumbrarse a aquel brebaje- y se iba sin decir una sola palabra.
Toda sonrisa se desvaneció al ver entrar a Mingi, con la nariz aún un poco hinchada y rojiza tras su encuentro. Apartó rápidamente la miraba de su figura, y se encogió en la cama, intimidada por su presencia. Aquel gesto no pasó desapercibido por el médico.
- Ya sabes lo que tienes que hacer tesoro.
Tesoro. No sabe lo que significa aquella palabra, pero era como le llamaban al no conocer su nombre. Incluso si se lo dijese, pensó, no lo entenderían y no sabía qué palabra utilizar para traducirla correctamente.
Se destapa las piernas y sube la blusa hasta destapar el vendaje para que Elías pudiera hacer su trabajo.
- Tiene buena pinta – levanta la vista hacia ella y sonríe – Creo que hoy podemos dar un pequeño paseo por la cubierta y tomar el aire, ¿no te parece?
- ¿Crees que es seguro? - la voz grave de Mingi resonó con fuerza en la habitación, pillando por sorpresa a ambos.
- ¿Por qué no iba a serlo? – preguntó Elías sin girarse, concentrado en cambiar el vendaje de su muslo – No volverá a romperte la nariz, si eso es lo que tanto te preocupa.
Miró de reojo a Mingi. Había estado allí, en cada una de las visitas de Elías o Seonghwa, vigilando sus movimientos. No sabía si era por orden de Hongjoong o si porque, como la mayoría de la tripulación del Treasure, no se fiaba de ella.
- Mingi – su voz salió débil, temblorosa, evidencia de la inseguridad que la intensa mirada del joven le producía. Este le miró sorprendido, sin moverse un ápice de su sitio ene le borde de la mesa repleta de mapas y carteles – Siento.
Pasaron unos minutos en los que no dijo nada y temió que no la hubiera comprendido. Miró a Elías, quien le dedicó una pequeña sonrisa y vendaba su muslo con trapos más limpios tras untar su herida con una masa grasienta, y volvió su vista al joven. De pronto suspiró y apartó la vista de ella, pero el rojo carmesí de sus orejas le delataba.
- Intenta no romper la nariz a nadie más, ¿de acuerdo? – Miró a Elías, quien asintió con la cabeza, y sonrió. Le había perdonado. – Y siento haberte asustado la otra vez.
Para ser completamente sinceros, no había entendido nada de lo que acababa de decir, quizá dos y o tres palabras, pero se alegraba de haber conseguido que alguien de aquel barco la comprendiese.
ESTÁS LEYENDO
Hija del Mar: El Espejo de Afrodita [Ateez fanfiction]
ActionEl mar guardaba secretos y tesoros inimaginables; era el protagonista de muchas de las leyendas e historias que marineros y piratas contaban en las tabernas a quienes tenían le valor de escuchar. Eran solo eso, leyendas, pero ella era real y lo que...