Die Katze // Cherik

✷ E P Í L O G O ✷

—Charles, solo quiero pedirte perdón—murmuró Erik sentándose a su lado—Sé que me comporté como un idiota estas últimas semanas no fue mi intención, estaba bajo mucha presión y la verdad no es justificación para todo lo que te hice—buscó su mano y cuando Charles no la apartó, un poco de alivio llegó a su pecho—Te amo Charles y yo jamás querría hacerte daño, primero me mato antes de lastimar al dueño de mi corazón.

—¿Y el beso con esa mujer?

—Fue un mal entendido, te juro que la alejé en cuanto ella me besó— se acercó a él con mucho cuidado, colocando su mano libre en la mejilla de este—Jamás te sería infiel— aseguró.

Charles le miró durante unos instantes.

—¿Puedes perdonarme? Prometo que todo va a ser como antes—aseguró con fervor—Te voy a cuidar y mimar todo el tiempo, nuestros hijos van a tenerlo todo.

—¿Y tú trabajo? Sé a lo que te dedicas Erik.

Este se quedó quieto en su lugar mientras apretaba sus ojos —No puedo salirme Charles, mi padre lucho demasiado para estar como líder de una mafia, y yo debo de continuar su legado, no puedo irme sin más.

El gatito apretó los labios mientras desviaba la mirada.

—Erik...

—Si quieres alejarte de este mundo lo entiendo, pero no me quites la posibilidad de ver a mi hijos y de ayudarte con ellos ¿si? Yo quiero ser un padre responsable que les enseñe a andar en bicicleta o a montar un caballo, quiero...

—Sé que no podrías dejarlo, al trabajo me refiero— murmuró Charles con algo de pena —y no te voy a pedir que lo hagas, yo te conocí así y es parte del 'paquete' aceptarte tal y como vienes— Erik podría jurar que estaba a nada de llorar—Solo te pido que a nuestros hijos no les enseñes nada del negocio.

—Charles, debo de dejar a alguien a cargo— murmuró Erik—No puedo prometerte eso tampoco.

—Pero nuestros hijos no pueden pasar por eso, es peligroso Erik.

El alemán apretó la mano de Charles —Te parece si discutimos eso después ¿Quieres? Ahora debes de descansar, por ti y por los bebés.

Charles soltó un suspiro de resignación, a veces el amor requería de hacer sacrificios y al parecer, el tendría que hacerlo por él y por sus hijos.

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—¡Papi!—Lorna se acercó corriendo a Erik mientras se estrellaba contra su pierna—¿Dónde está Wanda? Me dijo que me iba a llevar a practicar defensa personal—la pequeña de ocho años sonrió.

Erik la cargó—Seguramente esta con tu hermano Pietro— sonrieron al recordar que él era un hombre-gato—¿Por qué mejor no vas con tu hermano David? Recuerda que él se aburre de jugar con su cola todo el tiempo —la pequeña soltó una risa—voy a ir con tu padre, recuerda que con esto del embarazo es más sensible que antes.

—¿Cuántos bebés piensan tener? Ya somos cuatro— replicó ella mientras se cruzaba de brazos.

—Todos los que Charles y yo queramos cielo— sonrió besando la frente de su hija—así que despreocupate.

Ella frunció el ceño —¿Y como piensan llamarlos?

—Charles me ha dicho que quiere llamarlos Beck y Nina ¿Te gustan lo nombres? — la menor asintió.

—Entonces así se van a llamar tus hermanos —sonrió dejando a su hija en el suelo — ahora ve a buscar a tu hermano, dile que ya vamos a comer.