⁰⁸.⁵. The Pointe de La Hève at low tide

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Despertó, respirando agitadamente, con la sensación de unas manos abriéndose paso en su cintura, y un cuerpo pegándose a ella. Al llevar sus manos a su cara para taparla, descubrió que ésta estaba ardiendo.

—Mierda —susurró.

Quiso recordar todo lo que había sucedido en su sueño, pero Alise entró a su cuarto con tanta alegría que casi botaba brillos por los poros.

—¡Pero mírate, nomás! ¿Qué has estado soñando, traviesa? —insinuó.

Dedujo que su estado no había cambiado, y quiso soltar una risa de felicidad al recordar la mirada chispeante de Luke en el sueño.

—Cállate, Alise, o te juro que esta almohada será un arma homicida —bromeó y su amiga rodó los ojos.

—No voy a entrar en detalles sobre eso por ahora, porque ya es hora de que muevas tu cuerpo fuera de la cama, Maya ya fue a que hagan su maquillaje, y el casamiento es en cuatro horas... No puedo creer que sea la una y recién ahora estés despertando.

—Lo lamento, lo lamento —suspiró, y se levantó, tambaleándose por la somnolencia que aún predominaba en su cuerpo. Dejó su celular en la cama y se dirigió al baño del cuarto.

—Así que has soñado con Luke —gritó su amiga, desde el cuarto.

—Cállate, Alise —le respondió ella, con una sonrisa inundando su rostro.

Los preparativos finales para la celebración se estaban terminando de preparar. Al ser como una más de la familia, Madeleine se dedicó a ayudar como si se tratara de la boda de su hermano –aunque no tuviera-, y el tiempo se le escurrió entre las manos. Cuando quiso acordar, ya se había enfundado en su vestido azul, y estaba en el salón luego de celebrar la ceremonia en la iglesia.

—¿Me puedes explicar por qué tu primo, teniendo tres estaciones más, eligió casarse en invierno?, por todos los cielos —se quejó, suspirando.

—Yo también me pregunto lo mismo, créeme —le respondió Alise.

—¡Vamos, chicas, no está tan mal! —les dijo James, sentándose junto a ellas— además, no es que tengamos que estar en un jardín o algo así. El salón es calentito.

Ciertamente, el salón en el que se encontraban era bastante amplio, sin embargo, tenía una buena calefacción que no dejaba ningún rincón frío. Pero Madeleine consideraba que era un desperdicio casarse en invierno si ibas a festejar en aquel salón, porque tenía jardines hermosos a los que no saldría ni loca en esa estación.

—Detesto el invierno —murmuró Madeleine, observando el salón, y pensando en lo bien decorado que se encontraba.

La ceremonia en la iglesia se había retrasado un poco, y comenzó a las cinco y media, cuando debió haber comenzado a las cinco.

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