⁰⁴.⁵. Effet de Neige à Petit-Montrouge

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Lucerna, Suiza, Europa

Cuando Alma despertó y fue hasta la cocina, se encontró con Luca esperándola junto a su laptop. Tenía ojeras un poco marcadas, pero no mostraba estar cansado.

—Buen día, mamá.

—Hola, Luca... ¿no has dormido en toda la noche, verdad?, todo eso por dormir en la tarde.

—Puede ser que no —dijo, quitándole importancia.

Luca no quería dar muchas vueltas, siempre le había gustado ir al grano, y este caso no era la excepción, pero tampoco quería que su madre se enojara por estar revisando sus cosas.

—Em, mamá —la llamó cuando ésta se estaba encaminando hacia la heladera.

—¿Sí, hijo? —le preguntó.

—Sabés que anoche me desperté para tomar algo, y vi tu laptop encendida.

—¿Ah, sí? —le preguntó Alma, sin ningún tono de voz en específico.

—Sí... y fue inevitable ver lo que había en la pantalla.

—¿Qué había?

—Un mensaje que, básicamente, decía que ya estaban reservados unos asientos para un vuelo a Irlanda.

—¡Ah! —asintió Alma, sin ninguna pizca de arrepentimiento en su voz. Su mano no fue a su nuca, y no se oyó ningún suspiro luego de las palabras —ah, sí, pensaba decírtelo hoy... me han enviado un contacto de una persona que quiere vender una propiedad.

—¿Pensás comprar una casa en Irlanda? ¿Si quiera podés hacer eso?

—Claro que sí puedo, y no es específicamente una casa, en ese lugar antes había una cafetería, y las personas que vimos ayer le han hablado al propietario sobre nosotros, así que me ha contactado para saber si estoy interesada en tener una sucursal en Irlanda.

—¿Y qué le has dicho?

—Que estaba interesada en ver el espacio.

—¿Quién atendería una sucursal en Irlanda, mamá?

—Ay, no sé, Luca, ni siquiera sé si voy a comprar la casa. De todas formas, ¿por qué no verla?, iríamos sólo dos días a Irlanda y después volveríamos.

Luca suspiró, de todas formas, Irlanda no era tan malo, seguía siendo invierno allí.



Waterford, Irlanda, Europa

La tarde para Madeleine había sido insufriblemente interminable, deseaba con todas sus ansias a que llegara la noche para poder preguntarle a Luke si ese era realmente su nombre, aunque sabía que el horario de sus sueños era tan inexacto e impredecible como el saber si podría recibir alguna noticia buena de su madre. Sabía que iba a soñar con Luke y poder hablar con él -si es que tenía la suerte de soñar con él algo que no consistiera en ella corriendo lejos de él- solamente cuando el sueño invadiera su cuerpo, y, considerando los recientes acontecimientos, Madeleine no sabía si las cosas iban a salir como ella deseaba.

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