CAP II

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—¿Estás segura de esto?— Rey continuó empacando víveres mientras el maestro Luke la observaba desde el otro lado de lo que había sido alguna vez la cocina de la tía Beru.

Rey continuó guardando provisiones en su bulto. —Nada hará que cambie de opinión.— Desde el momento en que supo que había una posibilidad de encontrar a Ben su vida cambió. Sentía el burbujeo de la esperanza recorriendo su cuerpo. Había algo por lo que pelear. No todo estaba perdido.

—Ni siquiera sabes a donde dirigirte.— Era cierto. No tenía ni la menor idea a donde debía ir. Qui-Gon-Jinn no sabía cómo podría adentrarse a ese plano. Luke desconocía de ese lugar. Y Anakin Skywalker prefería no intervenir. Rey tenía una vaga sospecha que el antiguo Sith tenía algun tipo de conocimiento del lugar, pero prefería no decir nada.

—Encontraré la forma.—

—Estas siendo demasiado testaruda.— A pesar de que Luke parecía regañarla, Rey sabía que sus palabras solo eran producto de su preocupación. No hacia tanto que había salido a duras penas viva de su encuentro con Palpatine, y ahí iba a la carga a una nueva aventura. —Intentaré encontrar algo que pueda servirte en tú camino.—

—Gracias, maestro,— le regaló una sonrisa sincera.

—Que la fuerza esté contigo.—

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Antes de que lograse abordar el Halcón Milenario junto a BB-8, una extraña nave aterrizó en medio de las tierras de los Lars. Mediante la fuerza fue capaz de descubrir que no eran enemigos, sino personas muy cercanas a ella.

—¡Rey!— Finn fue el primero en descender la nave, luciendo saludable y feliz. Corrió hacia ella y le dio un fuerte abrazo.

La presencia de Finn, Poe y Rose la tomó por sorpresa. En otro momento habría estado feliz de verles y de compartir con ellos todas sus aventuras en Ilum, pero... ese no era el momento para ello. —¿Qué hacen aquí?—

Los tres exmiembros de la rebelión se miraron entre ellos, extrañados. —Tú me enviaste la localización, ¿recuerdas?— Sí, lo recordaba. ¡Pero no esperaba que la visitaran tan pronto! Finn la observó a los ojos, antes de bajar su mirada a su bulto de provisiones. —¿Ibas de salida?—

—¿Por qué no vamos a la casa?— Su corazón dio un vuelco a la realización de que no iba a salir tan rápido como pensaba. No era como si tuviera un plan para encontrar a donde ir, pero al menos en la marcha no se sentiría como si estuviera perdiendo su tiempo. La ansiedad en su estomago podría ser ahogada con su enfoque en pilotear.

Los tres exrebeldes entraron tras de ella, observando la casa de los Lars con curiosidad. En aquellas semanas ella había logrado hacer del lugar uno acogedor. Debía admitir que el uso de la fuerza la había ayudado muchísimo en todo el trabajo de la limpieza. —Es un lugar acogedor,— comentó Rose, sonriente.

—Era la casa de Luke Skywalker.— Observó el impacto de la noticia recorrer los ojos de los tres jóvenes. Luke Skywalker era una leyenda en la galaxia, por ello era difícil imaginar que una persona tan poderosa e importante para la República hubiera vivido en un lugar tan simple como aquella pequeña casa de Tatooine. —Técnicamente la de sus tíos Lars, pero ya saben.—

Rey los invitó a tomar asiento y les ofreció bebidas. —Has desaparecido por bastante tiempo, ¿has estado bien?— preguntó Poe. Finn no dejaba de observarla con sospecha.

Ella asintió. —Sí, pasé unos cuantos meses en el planeta Ilum,— señaló, mostrándoles su nuevo sable amarillo. —Luke y Leia me enseñaron a crear mi propio sable de luz.— Una sonrisa orgullosa se dibujó en sus labios. El camino había sido arduo, pero ella lo había logrado. Cada vez se acercaba más a ser una Jedi tan fuerte como lo había sido su maestro.

The Last HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora