CAPITULO IV

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El castillo de Darth Vader era gigantesco. Aparentaba ser que la Primera Orden no solo había copiado sus deseos de reformar un imperio, sino que habían calcado la tecnología de la orden imperial casi por completo.

El último piso de la edificación era una plataforma privada donde se encontraba una extraña y muy estética nave de color negro. —Nunca pensé ver una nave real Nubian 327 en mi vida,— Rey miró a Poe, confundida. —Estas naves no han vuelto a ser diseñadas desde la Antigua República. Los materiales utilizados fueron robados para diseñar la estrella de la muerte.—

—¿Y que haría este tipo de nave aquí?— preguntó Finn, igual de confundido que Rey.

Poe se encogió de hombros. —No lo sé. En teoría es una nave para la nobleza de Naboo, y dudo que Vader haya sido un noble nubiano.—

—Quizás la robaron por su valor,— aportó Rose.

—O quizás significaba algo para él.— Los tres se voltearon a mirarla, así que sacudió su cabeza y continuó su camino.

En aquel piso no había nada, por lo que volvieron a descender un piso más. En el próximo se toparon con una habitación con maquinaria para el soporte de vida. Rey observó consternada lo que parecía ser la habitación privada de Darth Vader, donde podía deshacerse de su traje sin morir. —Esto parece una sala de tortura,— Poe ya estaba comenzando a sentirse incomodo en aquel lugar. —Rey, ¿estás cien por ciento segura de que este lugar tiene un mapa para sea donde sea que debemos ir? Porque hemos rondado estos pasillos por más de tres horas sin tener un plan fijo.—

—Este es el lugar.—

—Rey...—

—No dudes tú también de mí, Finn.—

—Chicos...— La voz de Rose era solo un murmullo.

—No dudo de ti, Rey. No dudamos de ti.—

—Solo se más clara en lo que buscamos.—

—Chicos...—

—Estoy tratando de serlo, pero la fuerza no me guía en este lugar.—

—¡Chicos!— gritó Rose, haciéndose escuchar entre los tres. Rey, Finn y Poe se voltearon hacia ella. La joven parecía nerviosa... asustada con una realización. —¿Alguno de ustedes... alguno de ustedes se ha preguntado por qué un lugar cerrado por más de treinta años no tiene ni una pizca de polvo y todo está en orden?—

Rey ladeó su cabeza, para luego detenerse a observar el pasillo. Ahora que lo pensaba, era cierto. Todo estaba en orden y limpio. Como si... —No estamos solos en este lugar.— Poe tomó su bláster, siendo imitado por Finn. Rey elevó su mirada hasta encontrarse con las cámaras del pasillo. Estaban encendidas. —Y sea quien sea que esté aquí nos está vigilando.—

Poe, sin pensarlo dos veces, disparó a las cámaras, ignorando el grito de Rey para que no lo hiciera. Fue demasiado tarde, las cámaras yacían destruidas en el suelo. —Listo...— no terminó su oración pues de las pesadas puertas de metal que cerraban el pasillo inferior salieron rodando cuatro droides que ninguno de ellos había visto en sus vidas. Los droides no eran nada que pudieran reconocer, pues alrededor de ellos poseían un resplandor azulado. —Esos... Esos droides tienen un maldito escudo protector a su alrededor.—

—Y tú tenías que romper las cámaras, ¿verdad?— Rey encendió su sable a tiempo para esquivar la horda de disparos que se aproximaron a ellos.

—¡Por qué no se destruyen!— gritó Finn, retrocediendo sin dejar de disparar.

—¡Porque tienen un escudo protector!—

The Last HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora