Aquella vez que te mentí

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Te mentí, perdón. Una mentira, con algo de verdad.
No funcionaban los trenes, pero en un tiempo corto el servicio se iba a normalizar. En vez de llegar tarde a clases por esa razón, decidí no ir a clases.
Yo entraba a la universidad a las 11.
Sabía que tú salías a las 12.
Dormí una hora más, decidí ir a verte, para encontrarte "de casualidad".
Llegué, te envié un mensaje y te esperé en la puerta. Pensé que ya te habías ido.
No fue así... Te vi bajar por las escaleras y quedarte parado en frente mío. Miraste tu celular; me estabas respondiendo. Levantaste la cabeza y me viste. ¡Qué sorpresa!
Me saludaste y nos abrazamos.
Y te mentí. Te dije que el tren no funcionaba bien y que por eso tardé una hora más en llegar.
Solo quería verte, ¿estuvo mal?
Me preguntaste si tenía hambre, te dije que sí. Me invitaste a almorzar.
La pasamos muy bien.
Te regalé algunos paquetes de tus galletitas favoritas.
Luego, me acompañaste a un lugar al que tenía que ir.
Te dije muchas gracias.
Te abracé.
Valió la pena, valió mucho la pena.
Esa fue la última vez que te vi, antes de que te alejaras para siempre...

Lloverá siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora