Capítulo 3: Bailarina.

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— Vamos, vamos, vamos -lo apresuró Hazel, moviéndose entre la gente hasta los alrededores del palacio

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— Vamos, vamos, vamos -lo apresuró Hazel, moviéndose entre la gente hasta los alrededores del palacio. Las calles cerca de las puertas estaban llenas de vendedores y artistas callejeros que esperaban recibir un par de monedas antes de la media noche para poder volver tranquilos a sus hogares y, en esas circunstancias Hazel agradecía que estuviesen allí, distrayendo a los guardias por ellos, aunque no lo supieran.

Abu siguió las instrucciones que la morena le había dado previamente y saltó alrededor de dos guardias, llevando su atención completamente a él mientras Aladdin y Hazel tomaban delicadamente las capas de un par de hombres distraídos y entraban tras una carroza al palacio, seguidos de cerca por el mono.

Hazel soltó una risita. Dos ratas callejeras habían logrado entrar al lugar más resguardado en toda Agrabah, quién lo diría.

Aladdin la miró con una sonrisa, indicándole que lo siguiera. Los próximos minutos fueron pasados saltando de techo en techo y corriendo por los jardines, escondiéndose cuando fuera necesario. Sinceramente, Hazel estaba divirtiéndose bastante considerando que lo que estaban haciendo era, probablemente, ilegal. Pero bueno, que rompían la ley todos los días.

Acercándose a lo que asumieron eran los aposentos de la princesa -por la cantidad de guardias- tomaron una bandeja que encontraron cerca y una taza de té -frío, cabe añadir- de una mesita afuera y tocaron la puerta, Hazel oculta tras su mejor amigo.

La puerta la abrió la mismísima Dalia, la persona a quien buscaban, que miró a Aladdin sin saber qué era él, oculto por la capa previamente robada.

- ¿En qué puedo ayudarle? -preguntó.

Hazel rió, Aladdin rodando los ojos al escucharla, quitándose la capa de la cabeza para que la morena frente a él lo reconociese.

La chica abrió los ojos como platos, apresurándolos para que entraran a la habitaciones, una expresión de nerviosismo en su bonito rostro.

Mientras Aladdin hablaba con la chica y le devolvía su brazalete Hazel se tomó su tiempo mirando la enorme habitación, que era incluso más grande que el lugar donde bailaba, lugar donde debería estar en ese preciso momento...

Un escalofrío le recorrió el cuerpo al pensar en lo que pasaría cuando llegase a su casa, en lo que le diría -o haría- su jefe por no haber estado trabajando, como debía.

Su hilo de pensamientos se vio interrumpido cuando una mujer apareció frente a ellos.

- ¿Quién pidió el té? —preguntó, ojeando curiosa tanto a los recién llegados como a Dalia.

— Yo, su alteza, para usted —respondió la nueva amiga de Hazel, con una mueca— el té es para usted, princesa.

— Oh... ¿Yo soy la princesa? —Hazel alzó una ceja, confundida— Ah, claro, sí. Y es genial ser yo, con todos mis... Castillos, y, y vestidos para cada momento del día, sí... Iré a bañar a mi gato.

arabian nights ○ aladdinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora