- Nunca, nunca, te refieras a una chica de esa forma -Aladdin ocultó su sonrisa detrás de su manga, desde que los guardias los habían dejado pasar al palacio que Hazel había hecho su misión el enseñarle al genio una lección por como había hablado de la princesa en su canción- ¡Tenemos suerte de que nos dejaran pasar después de eso! Dijiste que había que tratar a las mujeres como reinas, bueno, no sé con qué reinas has tratado pero así... ¡Así no se hace!
El genio, al otro lado de la chica, asentía con una disimulada sonrisa, intentando calmar a la muchacha antes de que llegasen a presentarse con el sultán- Sí, lo siento, lo siento, no volverá a ocurrir, promesa de meñique.
La morena bufó- No necesito una promesa de meñique para saber que no volverá a ocurrir, confío en que sabes que te patearé ese azul trasero que tienes si lo haces -amenazó, adornando su rostro con su mejor sonrisa en cuanto cruzaron las puertas hasta un gran salón con no solo más guardias, sino que también con el visir allí.
El hombre la miró con una inquietante sonrisa que hizo que los cabellos de su nuca se erizaran, mas le mantuvo la mirada, llegando incluso a hacer una pequeña reverencia a modo de saludo.
Parada entre su mejor amigo y el genio era divertido, podía oírlos discutir sobre como debía comportarse Al y sobre como el genio se sentía cada vez más avergonzado a medida que pasaban los minutos y ni el sultán ni la princesa aparecían, generando un ambiente sumamente incómodo.
Ambiente que no mejoró ni una pizca incluso cuando a quienes esperaban aparecieron en el salón. Sabía que su mejor amigo estaba nervioso y que, además, no tenía ningún tipo de habilidad social, pero, para su suerte, Hazel sí.
- Es un placer recibirte en Agrabah, príncipe Ali -habló solemne el sultán, Aladdin no atinando a hacer otra cosa más que sonreír.
- Es un placer para nosotros que nos reciba, su alteza -respondió Hazel en lugar de su mejor amigo, que parecía haber quedado mudo de repente- siempre quise comprobar con mis propios ojos si Agrabah era tan hermosa como la describían en los libros.
El sultán se sorprendió el oírla hablar en lugar del príncipe, pero sonrió- ¿Cuál es tu nombre, querida?
El genio iba a presentarla formalmente, no queriendo que fuera a dar su nombre verdadero, pero guardó silencio en cuanto la oyó adelantarse con una respuesta.,
- Soy la princesa Zel, su alteza -sonrió la morena, haciendo una elegante reverencia que el hombre devolvió complacido.
- Y dígame, princesa Zel. ¿Agrabah ha alcanzado sus expectativas?
- Diría que las ha superado enormemente. Ningún libro sería capaz de describir lo hermoso de este reino -las palabras de la chica, sumadas con su encantadora sonrisa hicieron al sultán sonreír también, solo que ya no por mera cortesía
- ¿Es común en su reino que las mujeres hablen por encima de los hombres, princesa? -habló Jafar desde el lado del sultán, dejándola boquiabierta por unos segundos.
Sonrió- En Ababua creemos en la igualdad. Además... Mi hermano Ali es un poco tímido, es todo.
Ambos, Hazel y Jafar, se miraron fijamente por más segundos de los necesarios, retándose, hasta que el genio, captando como la chica apretaba los puños a los costados, decidió romper la tensión que se había instaurado.
- Mi príncipe ¿por qué no le enseñamos a todos aquí los obsequios que usted y la princesa trajeron?
- ¡Oh, sí, sí! Los obsequios, muchos, muchos obsequios -exclamó Al, cruzando miradas con la princesa Jasmine- ¡Demasiados!
El genio rodó los ojos, aplaudiendo, varios hombres de los que formaban parte del séquito al momento de llegar cruzaron la puerta, cada uno con bandejas de oro llenas de cosas, otros cargando objetos más pesados.
- Tenemos especias, camellos dorados... ¡Y cubiertos de este tamaño! -dijo, indicando con las manos que eran en extremo pequeños- Hay mermeladas, también.
- ¿Mermeladas también? -preguntó Jafar, burlón.
- ¡Sí, mermeladas también! -medio bufó Al, comenzando a enlistar todas las clases de mermeladas que tenían para ofrecer.
Hazel rodó los ojos, lanzando a la princesa Jasmine y a quien antes había pensado era la princesa, Dalia, una mirada de disculpa, a lo que ambas mujeres le sonrieron.
- Dejemos las mermeladas en paz... -murmuró el genio.
- Si sigues no comeré mermelada nunca más... Y adoro la mermelada -se quejó la morena, dándole a su amigo un disimulado codazo que no lo hizo callar, sino más bien seguir hablando sobre todo lo que habían traído.
Hazel vio en el rostro de Jasmine que comenzaba a hartarse.
- ¿Y qué es lo que planea comprar con cosas tan especiales? -preguntó entonces la princesa, Hazel y Dalia cerrando los ojos a la vez, deseando que el pobre Al no lo estropeara.
Al parecer, sin un genio y una lámpara los deseos no se hacen realidad, porque en cuanto Al abrió la boca lo, sorpresa, arruinó.
- ¡A usted!
Hazel solo quería golpear su cabeza contra una muralla de piedra.
- No, no, no, no. ¡Un momento! Un momento con usted -se corrigió Aladdin, aunque no pareció arreglar nada.
- ¿Sugiere que estoy en venta? -preguntó Jasmine, una expresión de completa seriedad en su rostro.
- Obvio... -respondió Aladdin, Hazel pisandole el pie, ya no le interesaba ser discreta- ¡Que no, obvio que no!
- Hace frío y está oscuro en la lámpara, pero prefiero estar ahí que esto... -susurró el genio, Hazel lanzándole una mirada antes de susurrar también.
- ¿Tienes espacio para uno más allí?
- Si me disculpan... Tengo que ir a buscar pan -dijo Jasmine, haciendo una corta reverencia antes de voltearse y salir del salón, seguida de cerca por Dalia, que antes de correr tras ella añadió:
- Para la mermelada...
- No, no. ¡Es que lo dije mal! -intentó detenerlas Al.
- Lo intentaste -intentaron consolarlo Dalia y Hazel a la vez, la primera finalmente dejando el salón.
El sultán se removió incómodo- Podrás hablar con ella otra vez. Por favor, acompáñennos esta noche, príncipe Ali y princesa Zel, tendremos una pequeña fiesta.
Hazel, harta de las metidas de pata de Al, se adelantó a responder- Muchas gracias por su hospitalidad, alteza, allí estaremos con gusto.
Jafar siguió al sultán fuera de la habitación, no sin antes lanzarle una sonrisa a la morena- La veré ahí, princesa.
La morena apretó los puños, el genio viendo al visir irse, sus propios puños apretados a sus costados.
♡ ♡ ♡
¡Hello!
Vaya, no actualizaba hace más de diez días esta historia, lamento mucho eso.
Espero que les gustara el capítulo.
Besos,
Connie.
ESTÁS LEYENDO
arabian nights ○ aladdin
FanficHazel ha vivido toda su vida en Agrabah, no conoce más que sus calles, sus mercados y su gente pero quizá no de la mejor manera. Sabe las calles como la palma de su mano; las recorre todos los días cuando escapa de los policías y guardias. Conoce to...