No estoy en oferta.

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Eso de pedir las cosas no funciona, ni aquí ni en China, (al menos eso dice mi abuelita)  porque quien quiere se mete a tu vida lo último que hace es pedir permiso, y quien no, pone un millón de barreras y malas excusas para no hacerlo...Casi final del día, cuando llegan los atardeceres, entiendes que nunca es el momento indicado para quien no está abierto a la posibilidad, para quien no se siente completamente listo, para quien no está dispuesto a creer que eres tú, para quien no encuentra el suficiente arte en tu sonrisa. Pero tu encuentras todo en la de el o ella. Es que cuando te encuentras con la persona indicada, no opones resistencia, se te olvidan los pretextos, te dejas ir como gordo en tobogán, como niño chiquito persiguiendo palomas ¡y las consecuencias son lo último que te pasa por la cabeza! 

Y así bonito debe sentirse, sin forzar nada, sin pedir nada; pero hemos trastornado tanto esto del romance que nos sentimos afortunados porque nos contestan rápido los mensajes ¡MIERDA! Ahora resulta que nos emociona el hecho de tener la atención de alguien, y nos vamos acostumbrando a las migajas, a las sobras y a las putas mitades. 

Todo luce tan jodido, que llegamos a pensar que hoy en día ya nadie se vuelve loco, ya nadie está dispuesto a romperse la madre por sacarle brillo a unos ojitos, ya nadie quiere amarrarse a la magia de una sola sonrisa. ¡Chingao! No dejes que te vean la cara diciendo que eres muy exigente, que te vas a quedar solo, no te pongas en oferta, porque si hay que pedir entonces no nace, porque si tienes que convencer te estás engañando, porque si no sobran las ganas no es tu lugar, porque el sentimiento místico de alguien queriendo meterse en tu vida hasta por la ventana no debería terminarse, y eso, esa maldita, dulce y cabrona sensación, más o menos es de lo que trata el amor. ¿Estas sintiendo eso?

Guía para cobardes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora