Era una mañana tranquila en Londres, Remus se levantó muy temprano -como solía hacerlo- a pesar de que no había podido dormir apropiadamente, la idea de estar allí, con Sirius en Grimmauld Place le parecía tan surrealista, no lograba acostumbrase a los tapices deteriorados ni a la madera oscura bajo sus pies, la casa tenía un aire pesado y abrumador que le asustaba, pero no dejaría que Sirius lo supiera, no quería que pensara que prefería estar en otro lugar.
Bajó las escaleras, aun algo adormilado, y se rodeó con los brazos, tenía frio a pesar de que estaban en pleno verano. Siempre tenía frío. Y Grimmauld Place no lo estaba ayudando, Remus se preguntó si los padres de Sirius habrían hechizado la casa para mantenerla siempre con ese aire gélido.
Cuando llegó a la cocina, listo para prepararse una buena taza de café, se encontró con Sirius, estaba recostado en la isla de la cocina con el cabello sobre el rostro. Remus lo quedó mirando desde una esquina, parecía dormido y, por lo que deducía aún llevaba la ropa del día anterior. ¿Habría estado toda la noche allí? Se acercó, tratando de no despertarlo, junto a él había una pequeña tacita de té que ya estaba fría.
Suspiró mientras se sentaba a su lado, no quería despertarlo, pero dudaba de que aquella posición fuera demasiado cómoda para dormir. Sirius hizo un ruidito mientras se refregaba la mejilla contra uno de sus brazos, no parecía que fuese a despertar pronto, así que Remus alzó una mano hacia su desordenado cabello, tratando de no asustarlo.
—Sirius—susurró, deslizando los dedos hasta rozar su mejilla, el animago pestañeo y Remus alejó el brazo, sonriéndole a los ojos grises que intentaban enfocarlo.
— ¿Remus? —masculló con la voz grave y gangosa. Se incorporó en el asiento, estirando los brazos por sobre su cabeza. — ¡Merlín! —se quejó llevándose una mano al cuello. —No puedo moverlo...—lloriqueo aun medio dormido.
—No te apresures—rio, colocándose detrás de él con las manos en sus hombros. — ¿Puedo?
—Por favor—suspiró, dejando caer la cabeza mientras Remus intentaba relajar los tensos músculos bajo sus manos.
Sus dedos recorrieron la piel de su cuello, subieron a su nuca, atreviéndose a enredarlos en su cabello para luego volver a bajar a sus hombros, y rozar su clavícula. Sirius suspiraba y se dejaba hacer, ladeando la cabeza de un lado a otro para darle espacio. En un momento, se recostó contra su estómago, cortándole la respiración cuando se dio la vuelta, aferrado a su cintura y con el rostro enterrado en su camiseta.
—Gracias—le oyó murmurar contra él. Remus tragó fuerte cuando sintió sus piernas debilitarse, el aliento del animago le atravesaba el estómago, provocándole escalofríos. Sirius no podía estar haciéndole esto, no ahora.
No encontraba su voz, así que le sonrió, apartándolo de él, y rozando suavemente su cabello. Caminó hasta el otro lado de la mesa sin mirarlo, y cuando estuvo lo suficientemente lejos, preguntó. — ¿Tienes hambre?
Sirius tenía una media sonrisa que le preocupaba, pero decidió dejarla pasar cuando el animago se puso de pie, diciendo que "se moría de hambre"
—Iré a cambiarme—dijo, pasando a su lado a través de la cocina, y deliberadamente rozando su mano.
Cuando Remus lo perdió de vista, se apoyó contra la encimera, dejando escapar el aire de sus pulmones mientras se desordenaba el cabello con el corazón alborotado, qué acababa de pasar.
***
No quiso indagar mucho en el tema de Sirius dormido en la cocina -la verdad, lo había intentado, pero el animago siempre encontraba la forma de desviar el tema- Remus dejo su taza a un lado mientras paseaba la mirada por las descuidadas paredes.
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Moonlight | Wolfstar |
FanfictionDoce años no habían podido borrar su historia, doce años no habían sido suficientes para separarlos. Remus y Sirius se han reencontrado, rotos pero vivos. Ambos se necesitaran para sanar las viejas heridas, y quizás, retomar lo que años atrás se les...