Estaba a un costado de la cabaña, rodeado de la maleza que comenzaba a crecer después de meses de un vehemente invierno. Sentía los músculos adoloridos por el viaje y le había tomado más tiempo del que pretendía llegar hasta allí; sin contar que estaba delgado y exhausto, pero no podía rendirse estando tan cerca.
Sin embargo, ahora que estaba a metros de la destartalada casa, no sabía qué hacer, no encontraba las fuerzas para transformarse y encontrarse -después de todo- con el licántropo. Para su alivio, parecía que no había nadie en casa, así que Sirius, en forma animaga, se recostó en el pasto cerca de la casa e intentó recordar, con esfuerzo -pues su memoria canina se lo dificultaba- sus días en Hogwarts; no se sentía especialmente bien haciéndolo, pero no podía escapar de ellos.
Recordó como todas las tardes, cuando el sol bajaba y la chimenea de la sala común era la única fuente de luz, Remus se sentaba en su sofá preferencial, con una buena taza de chocolate caliente -cortesía de los buenos y serviciales elfos- y el libro que leía esa semana; James estaba frente a Remus, desparramado en el sofá, totalmente opuesto a la elegante y siempre correcta forma del licántropo, jugando Gobstones a escondidas con Peter, a quién le parecían brillar los ojos de la emoción al advertir que estaba ganando -por ahora- Sirius nunca le dijo que James lo dejaba ganar algunas veces. No era su secreto después de todo.
Miró a sus amigos, cada uno concentrado en su tarea, sin prestarle atención; en otras circunstancias se molestaría y comenzaría a hacer el tonto para que, al menos uno, se dignara a mirarlo; casi siempre era Remus. Pero ese día no, ese día estaba tranquilo, nunca se había sentido tan relajado y no tenía la imperiosa necesidad de romper el silencio, quería mirarlos y disfrutar de su compañía, enmarcarlos y tenerlos para siempre con él.
Eran sus mejores amigos, su única familia. Haría cualquier cosa por ellos.
Sintió que alguien le daba un pequeño puntapié en el brazo -Sirius se encontraba en el piso, era su lugar, justo delante del sillón de Remus- miró hacia arriba y se encontró con los ojos curiosos del licántropo, que milagrosamente se habían apartado del libro.
"¿Estás bien?" Había preguntado, apenas levantando la voz para que solo él pudiera oírle. Sirius sonrió, feliz por esa cercanía.
"Sí." Respondió mientras se acercaba un poco más a las larguísimas piernas del licántropo. "¿Y tú?".
Remus frunció el ceño, pero asintió rápidamente. Sirius apoyó su cabeza en el muslo del hombre lobo, quién por inercia descansó las manos en su cabello, masajeándolo.
Suspiró, contento por la caricia y pidiendo más.
"Ya eres todo un perrito domesticado, ¿eh, Sirius?" James le sonrió con burla desde el sofá opuesto, acababan de terminar la partida de Gobstones y al parecer, James no había dejado ganar a Peter esta vez. El chico parecía decepcionado.
Sirius no dijo nada, solo alzó su mano, levantando su dedo medio como respuesta.
No quería pelear.
Quería que lo mimaran.
James rio cuando Sirius se arrastró hasta el regazo de Remus, apoyó la cabeza ahí y se dejó acariciar. El licántropo parecía feliz, tenía las mejillas ligeramente sonrojadas por el calor que emanaba la chimenea y su cabello estaba un poco desordenado. Sirius infló el pecho, inspirando fuerte, cómo era posible que el chico frente a él pudiera ser tan sexy y tierno a la vez.
Sirius quería comérselo.
Lo rodeó por la cintura, apoyando su nariz en el estómago del licántropo, Remus dio un respingo, sorprendido por el nuevo contacto, pero no dijo nada y siguió masajeando su cabello. Podía sentir las burlas de James y Peter a sus espaldas.
Que se jodan, ya se vengaría, pero ahora no estaba de humor, quería fundirse en los brazos de Remus, que olía maravillosamente bien. Se preguntó por qué no lo había hecho antes, por qué había tardado tanto tiempo en admitirlo. Remus era lo mejor que le había pasado.
"Cállate, James" Dijo -con la voz amortiguada por el estómago de Remus- cuando escuchó como le decía a Peter que debían buscarse una habitación.
Esa noche, Sirius se metió en la cama de Remus, buscando alargar las caricias, su interior canino parecía adicto a ellas, lograban relajarlo como nadie había podido y las pesadillas ya eran cosa del pasado, con Remus estaba seguro.
"Te quiero"
Remus dejó de mover sus manos y Sirius se arrepintió de lo que acababa de decir. Siempre metía la pata. Pero Remus no lo apartó, se acomodó para mirarlo, con esa sonrisa adormilada y soñadora, se acercó a sus labios, y antes de besarlo, le susurró "Yo también te quiero"
Recuerda la paz y tranquilidad que sintió cuando Remus le besó, lo rodeó con sus brazos y le masajeó la espalda desnuda hasta que se quedara dormido. No sabe cómo se veía esa noche, pero algo le decía que, si le hubieran tomado una fotografía, estaría sonriendo.
***
Sirius abrió los ojos cuando sintió el chirrido de una puerta abrirse, levantó la cabeza del húmedo césped y vio a Remus entrar en su casa. Se quedó petrificado, aún sentía el mar de recuerdos inundándolo, arrastrándolo a un lugar desconocido y sombrío, del que pensó -estúpidamente - que podría escapar algún día.
Decidió que era la hora, que si ya no había vuelta atrás tendría que hacerle honor a su casa Gryffyndor y tocar esa puerta, enfrentarse a sus recuerdos para ayudar en la misión de la orden, no podía simplemente quedarse allí y mirar, a lo lejos, la cabañita; por muy tentador que eso sonara.
Así que se puso de pie y, transformándose nuevamente en él, caminó hacía la puerta de entrada.
Cuando la tuvo en frente, respiró hondo un par de veces antes de tocar. Oyó los pasos del otro lado y como algo se caía con un fuerte estrépito antes de que -finalmente- Remus abriera la puerta.
―Sirius― Remus parecía sorprendido, pero no incómodo o molesto como esperaba el animago. La última vez que se habían visto, no habían tenido tiempo para conversar, no cuando en la casa de los gritos todo había sido un desastre. Había tanto que platicar, tanto que contar y perdonar.
―Hola, Remus ¿Puedo pasar?
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Hola, espero que les haya gustado esta primera parte de esta historia que voy a ir publicando, básicamente, quería que supieran que se desarrollara entre los libros cuarto y quinto, aunque tengo pensado algunos capítulos que abarquen el sexto y el séptimo.
En esta historia, Sirius y Remus estuvieron juntos en su época escolar, eso y algunas otras cosas modificaré de la historia original, pero todo lo demás que conocemos se mantendrá tal y como lo escribió Rowling. Básicamente es mi visión de la relación de estos dos y cómo encajarla con el canon de la historia.
Muchas gracias por leer y espero que les guste, subiré un nuevo capítulo pronto, así que coméntenme si quieren que la continúe : )
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Moonlight | Wolfstar |
Fiksi PenggemarDoce años no habían podido borrar su historia, doce años no habían sido suficientes para separarlos. Remus y Sirius se han reencontrado, rotos pero vivos. Ambos se necesitaran para sanar las viejas heridas, y quizás, retomar lo que años atrás se les...