El baño de prefectos.

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Remus no había querido alejarse de las cálidas sábanas que lo envolvían, la luna llena se había escondido hace horas, pero no tenía las fuerzas para levantarse y -a pesar de que odiara admitirlo- de enfrentar a Sirius; demasiados recuerdos que no quería traer de vuelta. Al menos no por ahora.

Pero Remus era débil -con Sirius no podía contenerse- e inevitablemente terminó recordando esas tardes post-luna llena, cuando Sirius lo ayudaba a subir al dormitorio, lo arropaba hasta el cuello y se acurrucaba a su lado, acariciándole la espalda en suaves movimientos curvilíneos. Remus sabía que no estaba en su mejor momento, no había tenido oportunidad de tomar una ducha después de su corta estadía con Madame Pomfrey, pero a Sirius parecía no importarle, porque una sonrisa juguetona le atravesó el rostro.

"Lunático..." Suspiró en su cuello, haciéndole temblar, Remus giró un poco para que supiera que le prestaba atención. El animago sonrió, como si la cansada mirada de Remus le pareciera enternecedora. "Déjame cuidarte"

"¿Qué?" respondió casi en un susurro, pero lo suficientemente alto para que Sirius pudiera oírle, ¿De qué demonios estaba hablando? Pero cuando estaba a punto de responderle que -de hecho- siempre lo había cuidado, Sirius le robó un suave y demasiado corto beso, antes de ponerse de pie. "Acompáñame" estiró la mano hacia Remus, quien seguía acurrucado bajo las suaves mantas que los elfos solían lavar a menudo; la expresión de Sirius parecía tan decidida que el licántropo no se pudo negar a la invitación.

Sirius lo guio a través de los pasillos, aun no era demasiado tarde para que los castigaran si los descubrieran, pero no querían arriesgarse, así que habían decidido llevarse el mapa con ellos. Remus, por su parte, no tenía ni la más remota idea de a donde lo estaban llevando y –después de tratar varias veces- se había rendido en intentar averiguarlo.

Cuando tuvo la puerta en frente comprendió la inmensidad del problema "¡No! De ninguna manera, Canuto" Siseó, intentando no alzar mucho la voz por si Filch estuviera merodeando por ahí. Sirius rio, tirando de su mano para que lo siguiera dentro de la habitación.

El baño de prefectos.

"No lo arruines, Lunático, no es lo que piensas" se quejó, cerrando la puerta detrás de ellos, parecía estar diciendo la verdad, pero pronto un brillo travieso le cruzó la mirada "aunque no sería mala idea..." contestó, saboreando las palabras, más para sí mismo que para Remus, quien había enrojecido fatalmente.

"Mañana tenemos clases y, por si lo habías olvidado, estoy recuperándome" lo regaño, intentando convencerse a sí mismo también. Sirius eliminó todo rastro de travesura de sus ojos, se acercó a Remus y le dio un beso en la mejilla.

"Lo sé, Lunático, no es por eso por lo que quise venir... ¡Lo digo en serio!" alzó sus manos en un intento de inocencia.

Remus le miro y le asombró darse cuenta de que le creía, así que –suspirando- escondió su cabeza en el cuello de Sirius, mientras le susurraba un "Te creo"

Sirius le explicó que -dada las circunstancias- había pensado que una buena ducha le relajaría después de esas tensas horas de luna llena; Remus sonrió, agradecido y enternecido por la manera en que había dicho cada una de sus palabras, tan calmadas y suaves que por un momento se había olvidado de lo terrible de sus transformaciones. Sirius no había reparado en un principio que acompañarlo a ducharse podría interpretarse de muchas formas, y había enrojecido casi tanto como Remus mientras intentaba explicarle que solo quería ayudarlo. Remus se extrañó, porque hace tan solo unos minutos estaba bromeando sobre eso, supuso que ahora que lo decía en serio ya no estaba tan seguro. Llevaban solo un par de meses saliendo y Remus aún no lograba acostumbrarse al revoloteo de su corazón cuando conseguía que la -a veces innecesaria- seguridad de Sirius desapareciera.

Moonlight | Wolfstar |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora