La cura del pasado.

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No recuerda cómo era su vida antes de que fuera un monstruo, era demasiado pequeño para tener conciencia de ello, sin embargo, cuando se concentra lo suficiente, aún puede vislumbrar una vida que pudo ser, recuerda el sol de primavera, unas vacaciones con sus padres, la brisa del viento y la alegría de la niñez. Son solo sensaciones vagas, imágenes borrosas e inconexas que no tienen mucho sentido, pero que al rememorarlas le aprietan el corazón, la vida parecía tan simple.

También tiene recuerdos de esa noche, fría y calmada, a la espera de algo, como conteniendo la respiración. Recuerda el miedo, la sensación agonizante que le paralizaba y el sudor frío bajando por la tela suave de su camisa. Luego está la sangre, el dolor punzante en su hombro y los gritos de sus padres. No recuerda nada más, pero desde ese día en adelante, la luna ha sido su constante pesadilla, su compañera de vida.

Ahora sentado en el sofá de su cabaña, con una maleta a su lado, Remus se dispone a marcharse, ya no hay nada que pueda hacer desde allí, y Sirius le está esperando, en la aterradora Grimmauld Place, a kilómetros de aquí.

La luna se cierne sobre él cuando cierra la puerta tras de sí, le alumbra el camino, lo guía hacia él, y Remus la observa de vuelta, permitiéndose apreciarla por lo que es y no por lo que significa cada luna llena. Mientras la mira allá en el cielo, tan brillante y hermosa, Remus desearía dejar de temerle y poder disfrutar de su compañía, creía haberlo conseguido con sus amigos, pero ahora tenía que volver a empezar. Al menos Sirius estaba ahí para ayudarlo.

Se acomodó la bufanda y tomó las únicas dos maletas que necesitaba, hoy había sido un día extraño, por la mañana, había llegado a un pequeño pueblito en donde, según tenía entendido, vivían aquellas personas que le habían dado un rayo de esperanza, una razón para seguir, en aquellos tormentosos días en las que, su vida, se había convertido.

Lucy y Ben, dos chicos que fueron a parar a su cabaña en medio de la noche, y que no tenían ni la más remota idea de lo que les esperaba. Remus los trató de ayudar tanto como pudo, los aconsejó y cuidó hasta que el joven Ben estuvo totalmente recuperado, estuvo ahí la primera vez que sufrió los cambios de su media transformación, lo animó a seguir, y a mostrarle lo afortunado que era, respondió a todas sus preguntas, y con el tiempo, los llegó a considerar amigos.

Remus rememora esos años, consciente de que su intención era ayudarlos, pero que a fin de cuentas, fueron ellos quienes lo ayudaron a él, llegaron justo para sacarlo de ese pozo oscuro y lúgubre en la que estaba su mente, en donde no tenía ninguna motivación, estaba devastado, destrozado por el dolor de perder a sus únicos amigos, a su familia, y ya no tenía fuerzas para seguir. Muchas veces se vio deseando la próxima luna, anhelando que esta vez, al fin, el lobo se lo llevara y le ahorrara tal sufrimiento.

Pero el tener algo en lo que ocuparse, alguien de quien preocuparse, que iba mucho más allá de él, lo distrajo, lo rescató, le devolvió las ganas de seguir porque ahora tenía un propósito, ayudar a esos chicos tanto como pudiera, y no pensaba defraudarlos.

Estuvieron juntos un par de meses, tal vez un año, hasta que ambos se marcharon, más fuertes, más grandes, más maduros; pero hubo algo en esa despedida que le estrujaba el corazón. Aquel joven que había ayudado, que había cuidado y aconsejado, le estaba pidiendo algo que él no podía darle. No cuando ya se lo había dado a alguien más.

"No puedo" susurró dándole la espalda. El chico a su lado resopló angustiado.

"¿Por qué?"

"Porque quiero a alguien más"

Los ojos castaños se quebraron bajo las largas pestañas, Remus se sintió culpable, pero sabía que estaba haciendo lo correcto, no era justo darle falsas esperanzas, jamás podría amar a nadie más como lo había hecho con él.

Moonlight | Wolfstar |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora