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Llevaba todo el día mirando desde el balcón de su habitación, viendo a familias venir y acomodarse. Se quedarían para la Fiesta de las Máscaras y se irían una semana después. La fiesta tenía lugar mañana, pero Taehyung no quería ir. Ni a las cenas y los bailes que se celebrarán después.

Observó que un coche de alta gama se acercó y de ahí salió la familia Park. Al contrario de las otras, para esta familia salió su mayordomo y dos botones para ayudarles con las maletas y guiarlos. Taehyung sonrió con sorna, su padre era todo un aparentandor.

Vio la silueta de su amigo tan esperado y se adentró en su habitación para enterarse en qué habitación se encontraría Jimin.

A los omegas de las grandes familias los ponían en la planta superior de la mansión, en el la del centro betas acompañantes y matrimonios y en la inferior los alfas jóvenes o sin pareja. A Taehyung también le parecía ridículo tanto espectáculo cuando toda esa fiesta se hacía para hacer casamientos entre los más jóvenes.

- ¿Vas a espiar a tu amor secreto? Me he enterado, y el hijo de esa viuda rica no te apreciaría como padre...- Taehyung miró la sonrisa traviesa de Jennie y le devolvió una igual.

- Oh, me has atrapado, no se lo digas a nadie. Sería el fin de mi carrera.- Taehyung apoyó una mano en su pecho y se echó hacia la pared. Jennie lo observó y estallaron en risas.

- No te metas en líos con papá, ¿sí?- Jennie le acarició el pelo y le dio una sonrisa maternal. Recordó la sonrisa de su propia madre y recordó que Jennie tenía la misma. A veces olvidaba que él era el mayor de los dos.

Con un beso en la coronilla se despidió de Jennie y se dirigió a la última planta. Hoy era un día de desorden hasta que todos estuvieran acomodades en sus respectivas habitaciones.El pasillo era todo un caos con gente yendo y viniendo, maletas arrastrando y ropa cayéndose de los bolsos. Todo el mundo quería la mejor habitación. Buscó entre la multitud y encontró al guardaespaldas de Jimin haciendo guardia. Jooheon se tomaba muy en serio su trabajo.

Se acercó sonriente a él y cuando Jooheon se percató de su presencia le frunció el ceño.

-No estoy hoy para tus jueguecitos, Kim. El jefe lo quiere todo perfecto.- Taehyung sonrió y asintió dándole la razón.

- Lo sé, por eso he venido a avisarte de que ha habido un problema con las maletas de Jimin y se requiere de tu presencia.- Jooheon amplio los ojos, le agradeció a Taehyung por avisarlo y se fue en busca del problema que se había inventado Taehyung.

Miró a los lados cerciorandose de que nadie le veía y entró rápidamente en la habitación.

Cortinas blancas tejidas con hilos de plata, paredes de piedra blanca ornamentadas en oro, con hilos dorados, frente a un espejo enorme con zafiros y topacios alrededor, de grande como para reflejar un grupo de al menos siete personas de pies a cabeza, con alfombras en beige y muebles blancos de marfil.

En medio una cama de sábanas de seda blancas y encima, Jimin, tumbado con la elegancia de un gato, comiendo cerezas. Los balcones abiertos de par en par, dando a la montaña cubierta de nieve, completaban la imagen angelical que escondía un pecador como Jimin.

-¿A qué se debe esta visita tan inesperada, mi bello principe?- Jimin mordió una cereza y jugo se deslizó desde sus labios hasta su cuello. Taehyung observó relamiendose los labios cómo Jimin se limpiaba la gota y se chupaba los dedos. Esa imagen erótica iba más acorde con lo que era Jimin.

Qué pena que sólo Taehyung supiera cómo era Jimin.

Qué placer, en realidad.

Jimin dejó el plato de fruta en la mesita y le hizo una seña a Taehyung, tentándole. Taehyung no luchó con la tentación y se acercó a la cama quitándose las zapatillas.

RococóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora