Capítulo 21.

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Sentí a Brad con intención de sacar su pistola, pero conozco a mi padre se que preferiría llevarse un tiro antes que dejarme ir con él, de echo yo heredé su carácter, mamá es más  temerosa y comprensiva.

No quiero hacer un escándalo y mucho menos enfrentarme a mi padre  y que alguien salga herido. Así que le hice una seña a Brad, de que se vaya, y él soltó con suavidad mi muñeca, al tiempo que fulminó a mi padre con descontento.

—Voy a volver por ella, y voy a llevármela —amenazó mi novio.

—¡Largo! —gruñó mi padre.

Brad hizo un gesto de despedida y se alejó. En el instante en que la silueta de Brad se perdió entre el marco de la puerta  mi padre tiró de mi brazo con mucha más fuerza y me encaminó hacia mi habitación.

—Escúchame bien Leah. He intentado ser comprensivo contigo, pero cada vez estás peor. Tu madre me dijo lo que hiciste cuando no estaba, no sé que rayos te pasa por la cabeza, pero yo me voy a encargar de que no vuelvas a ver a ese delincuente nunca más.

—Papá, por qué no me dejas hacer mi vida, quiero estar con él. ¿Tan difícil es complacerme?

—Deja de decir estupideces jovencita, lo que yo puedo hacer es dejarte hacer tu vida en un internado para adolescentes rebeldes.

Mi padre se detuvo en el marco de la puerta de mi habitación, apenas puse un pie  dentro, visualicé que mi ventana estaba reparada, pero también noté que la parte de afuera estaba soldada con hierros.

—¿Has cerrado mi ventana como en una cárcel? —dije casi con indignación.

—Mira Leah, estás castigada. ¡Pero bien castigada! Voy a quitarte la tontería esa que tienes en la cabeza de irte con delincuentes y hacerte la chica ruda, mejor organiza tus cosas por que mañana vuelves al instituto —advirtió.

—NO QUIERO VOLVER AL INSTITUTO, ES ABURRIDO. TODOS  AQUI SON ABURRIDOS, TU, MAMÁ Y OWEN, ESTA CASA ES ABURRIDA. SOLO ME QUEDAN 2 AÑOS PARA SER MAYOR DE EDAD ¿POR QUÉ NO ME DEJAS HACER LO QUE QUIERO? —repliqué, en un tono exageradamente alto.

—Leah —Suspiró, harto de mi—. Vas a quedarte aquí encerrada hasta que pienses toda las estupideces que estás diciendo y nos pidas perdón a todos en casa, por que todos estamos muy afectados con esta situación, especialmente tu madre que incluso a perdido peso ¡Me escuchas chiquilla! —matizó, apretando los dientes con disimulo—. Y en eso dos años que te quedan para ser mayor de edad, yo voy a encargarme de que vuelvas a enderezarte por el buen camino, me vas dejando esa estupidez de querer hacerte la chica mala.

Y se giró, dando un portazo. Apenas salió  escuché como la cerradura de mi puerta sonaba, estaba poniendo llave. Corrí  y sujeté el pica porte  y lo moví de forma frenética.

—¡PAPÁ! No me encierres ¡ABRE! —ordené, pero no recibí respuesta.

Grité tan alto como pude, tratando de llamar la atención,  pero por más que golpeé la puerta no recibí respuesta y yo desistí. Caminé hasta mi cama y me dejé caer sobre ella al tiempo que algunas lágrimas de impotencia se deslizaban por mí cien.

No, no y ¡No!, no quiero estar aquí en esta estúpida habitación color rosa que es para una niña de 3 años llena de osos de peluches y estúpidos corazones, que aunque yo misma dibujé ya no eran de mi agrado. Aquí voy a enloquecer.

Me encogí en posición fetal  haciéndome pequeñita en mi cama, mi vista estaba ausente fijada en la ventana, estuve así horas muertas, hasta que la noche cayó ante mis ojos. Mis piernas se encalambraron y me moví incorporándome, me senté en el filo de la cama y miré hacia la puerta semi abierta de mi baño. Me encaminé hacia ella, y me desnudé en el trayecto, mis ojos se volvieron a humedecer pero está vez no sabía por qué lloraba, quizás por todo y al mismo tiempo por nada.


[…]

Otro día más, pero esta vez diferente para mi, me sentía zombi y no había pegado ojo en toda la noche, no hice más que pensar en cómo salir de aquí.  Sin muchas ganas de hacer nada, me encaminé hacia la puerta con la esperanza de que estuviera abierta, mis ojos se fueron a el desayuno que estaba puesto en la mesita de noche: una tostada de mantequilla, y una taza de chocolate con leche. Llegué a la puerta pero como era de esperar estaba cerrada, di unos cuantos toques, consiente de que no me abrirían, pero para mi sorpresa unos pasos se escucharon.

—¿Mamá? —pregunté, acercando mi oreja a la madera.

—Cariño desayuna —respondió.

—Mamá estoy arrepentida déjame salir, ustedes tienen razón me he comportado mal, ¿Puedo salir, por favor?

—Cariño no puedo abrirte, tu padre es él que tiene las llaves.

—Mamá ayúdame a salir de aquí, por favor… —musité casi en una orden.

—Cariño, sabes que te irás con esos tipos y no puedo ayudarte a salir estás castigada mi vida.

—¡Ana! Sácame de aquí ¡sácame ya! Te dije que estoy arrepentida —bufé.

Mi tono delató cuales eran mis verdaderas intenciones, además estaba muy desesperada no podía aguantar otro día más encerrada, o enloquecería. Escuché otra negación por parte de mi madre y eso me desesperó: empecé a gritar que me dejara salir con una fuerza que rozaba la locura.

Podía escuchar a mi madre suspirar del otro lado de la puerta, pero no hacía nada ante mi arrebato, y eso desesperaba más.

Furiosa corrí hacia mi tocador y tiré todas las cosas  que yacían en el de un solo movimiento. Quité las sábanas de mi cama con rabia, tiré los cuadros que tenía colgado, sin miramientos arremetí con todo a mi paso que me era posible destruir. Por unos minutos mi frustración se desvaneció, pero terminé llorando con las manos en la cabeza en una esquina de mi habitación. 《Debí de haberme ido con Brad 》. Era la única frase que resonaba una y otra vez en mi cabeza.

No fui consiente de cuánto tiempo llevaba sumergida en mis pensamientos, pero mi puerta se abrió dejando ver a mi padre. Me incorporé de súbito y corrí hacia él furiosa, en cuanto lo tuve frente a mi le propiné una bofetada.

—¡DEJAME SALIR DE AQUI! —gruñí.

Mi padre sujetó mis dos manos con brusquedad, me levantó cargándome, y me sacó de la habitación  escalera abajo. Me moví desesperada, hasta que llegamos al  living. Donde estaba toda la familia reunida, incluyendo a Jen.

Me quedé quieta en el instante  en que visualicé a dos hombres vestidos de militar, mi corazón se agitó con violencia, los miré sin disimulo, estaba horrorizada, ¿qué hacían aquí?, ¿habrán venido por mi?, o peor aún ¿sabrán que soy una asesina?.

Más fuerte que mi Enemigo 1. ||Terminada|| ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora