Capitulo 24.

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Tomé otro taxi de regreso al apartamento de mi novio. Por que para mi seguíamos siéndolo.

Toqué la puerta,  pero era obvio que no había llegado, todo estaba exactamente como lo dejé, me recosté en la puerta mirando hacia la parte de abajo, la lluvia empapaba mi cuerpo, empezaba a tiritar de frio y me  dolía la cabeza.

Mis padres seguramente estarán muy cabreados, lo único que quiero ahora mismo es llorar. Ahora sí me van a mandar directito al internado, acabo de perderlo todo por un mal entendido, y me rehusaba a creerlo. Mis padres, Fred, Brad, el internado, todo esto era demasiado.

Cerré los ojos media resignada  a lo que me esperaba, la calle empezaba a estar desierta, así que me planteé la opción de volver a casa, caminé lentamente, hasta alejarme unos pasos, entonces escuché una moto estacionarse detrás de mi.

En mi cara se dibujó una tonta sonrisita en el instante que vi a Brad, caminé rápidamente hacia él, pero me detuvo en un gesto, levantando la mano.

—¿Qué haces aquí? —preguntó en un tono acusador.

—Brad todo fue un mal entendido, Fred y yo no tenemos nada, lo juro.

—Leah, me he dado cuenta que él tiene un trato especial contigo, es obvio que le gustas, sin mencionar los rumores de los miembros de la banda, todo el mundo sabe que ustedes tienen algo. No  quise creerlo, pero con lo que he visto hoy creo que algunas cosas me quedaron claras.

—Brad no tengo nada con él, ya te lo he dicho, quiero estar contigo, tu eres el único que me importa, no quiero que lo nuestro se termine —musité en un tono casi suplicante, mientras sujetaba suavemente su mano.

—Yo creo que será mejor que te vayas, al final de cuentas ambos buscamos cosas diferentes, y terminaremos haciéndonos daño.

Mis ojos se empaparon de lágrimas que se fueron perdiendo entre la lluvia que cubría mi piel, Brad soltó su mano de mi agarre y se giró dándome la espalda dispuesto a irse.

—Brad —insistí.

—¿Qué?—respondió sin mirarme.

—Te quiero.

Pude sentir como un escalofrío recorrió su piel, y lo supe, por que aquella sensación fue mutua.

—¿Qué? —quiso confirmar.

—Te quiero...—susurré acercándome.

Brad pasó una mano por su pelo, moviendo algunos mechones húmedos mientras se giraba quedando frente a mi.  Cuando nuestros ojos coincidieron pude notar que él también estaba llorando, indecisa terminé por dar algunos pasos hacia él volviendo a  sostener su mano.

Sin que me lo esperara Brad, me alzó y mis pies despegaron del suelo, en un abrazo al que no tardé en corresponder. Mis pies quedaron en el aire, así que los enrollé entorno a su cintura. La lluvia hacía que nuestros cuerpos estuvieran más pegado, más unidos. Pegué mis labios a los suyos con fervor, buscaba calentar con sus besos, mis labios fríos y  tembloroso  por la lluvia, sin soltarme, Brad buscó que nuestros ojos se encuentren, en un gesto cálido sujetó mi cara con sus dos manos y pegó su frente a la mía.

—¿Me, me quieres? —Sonó a pregunta, pero creo que era más que nada una afirmación, por como brillaron sus pupilas.

—Si.. te quiero, más de lo que crees  —susurré sincera.

—Yo te am…

—Me amas —interrumpí—. Lo sé.

—Pero si nunca te lo había dicho, ¿Cómo lo sabes?, pudo haber sido cariño lo que sentía por ti.

—Aquel día cuando me quede contigo, escuché que me lo decías mientras fingía estar dormida.

Él posó su vista en mis labios, no esperé más y volví a unirlos  en un beso.

He tenido miedo de perderlo, todo esto es mi culpa si le hubiese contado que Fred prácticamente me acosaba, él no hubiera pensado nada de esto.

Nuestro apasionado beso bajo la lluvia fue interrumpido por un carraspeo, Brad y yo nos separamos lentamente. A nuestro lado se encontraba una mujer de unos 48 años, lleva un paragua y nos miraba un poco sorprendida, Brad me baja de su cintura.

—¡Mamá! ¿Qué haces aquí? —dijo él tan sorprendido como yo.

—Llevas más de tres meses sin visitarnos Brad, quería saber de ti, tu hermana está en el coche ahora viene, a venido conmigo ya que tu, no nos visita —comentó sin apartar su vista de mi.

Sentí los dedos de mi chico entrelazándose con los míos.

—Mamá ella es Leah, mi novia.

Su madre estiró su mano con educación.

—Un gusto Leah, puedes llamarme, Leti.

—El gusto es mío, Leti —respondí apretando su mano.

—Van a resfriarse cariño, por que no vamos dentro…  —propuso su madre.

Brad me sonríe y accede a que entremos. Entramos.

Su madre cerró el paragua, mirando todo el apartamento, note sus ojos abrirse con sorpresa.

—Hijo que mosca te ha picado. ¿Qué pasó con la jungla que tenías aquí?

—Leah y yo vamos a cambiar un poco esto, quiero que ella tenga lo mejor.

—Oh, ¿viven juntos? —preguntó, esperando una respuesta por parte de su hijo, aunque me miraba a mi.

—Todavía no mamá, pero eso espero...

Su madre me miró en silencio unos minutos más, mientras se sentaba en el sofá, finalmente terminó desviando su vista hacia las cosas de nuestro alrededor.

Aproveche  el pequeño silencio que se instaló, tiré del brazo de Brad, pegándome a él.

—Voy a quitarme esta ropa mojada —susurré muy bajo.

—Si, te he comprado algunas cosas, están en el cajón de arriba.

Asentí y me adentré a la habitación.

Más fuerte que mi Enemigo 1. ||Terminada|| ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora