Capítulo 26

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Entonces...¿No eres mí novia?

|Punto de vista de Juan|

Juro que en este mismo momento nadie sería capaz de borrar la sonrisa de mi rostro.
Estaba tan feliz que podría ponerme a saltar cual niño pequeño.

Tuvimos que volver a casa por varios motivos. El primero, no fuimos a clase, pero era miércoles y Ximena aún debía trabajar. El segundo, debía sacar a pasear a Apolo. Y el tercero, Gina venía a casa.
De hecho, ya estaba aquí, preparando algo para que los dos almorzaramos.
No le había contado nada de la noche anterior, realmente porque no sentía la necesidad de hacerlo.
De hecho, a nadie le había dicho.

Gina dejo un plato con carne y ensalada frente a mí. Creo que es de las comidas menos elaboradas que vi que haya preparado. Ella se sirvió para si misma y se sentó frente a mí. Después de pasar unos  cuantos minutos viéndome fijamente, no pude evitar reír.

—¿Que tanto me ves? Se que soy guapo, pero...—

—Tonto.— ella rodó los ojos. Si, tal cual como Ximena hace. No por nada ella me la recordaba.— te ves feliz.

—¿Eso es malo?.— ella negó con la cabeza, sin dejar de sonreír.

—Es sólo que hace mucho que no te veía de tan buen humor como hoy.

Y tiene razón, solía ser bastante serio con todos, exceptuandola a ella y a Sofía, o Lucy. Con el resto, era tan seco como el desierto.

Sin embargo, Ximena es la excepción.
Siempre lo fue, desde un principio, ella sacaba lo mejor y lo peor de mí. Ella provocaban mis ganas de mejorar como persona, mis ganas de hacerla sonreír todo el tiempo porque es lo más hermoso que haya visto.
Simplemente no puedo evitar no sentirme bien, si se que ella está feliz.
Por eso en su momento no pude evitar que se fuera tan lejos, creyendo erróneamente que si me odiaba estaría mejor.

Gracias a los santos cielos que no me llegó a odiar.

¿O si?

—¿Juan? Estoy hablando.

—Oh, perdón Ginn. Me perdí en mis pensamientos.—Ella negó con la cabeza de manera desaprobatoria.

Las horas habían pasado, y Gina ya se había marchado.
Yo me encontraba trabajando. Claro, desde mí casa y detrás de la laptop. Tener este trabajo, impuesto por mí hermana, tenía sus ventajas y desventajas.
Por ejemplo, puedo trabajar desde casa, pero es aún más molesta con la impuntualidad que un jefe normal.

Aún así, me gusta saber que mí hermana me trata como a un empleado más. Incluso estando en su luna de miel, me llama cada tanto solo para regañarme, exigirme y apurarme. Sinceramente me gustaría que volvieran con un sobrino para mí, así al menos estaría un poco distraída...pero supongo que ellos sabrán cuando es el momento.

Flamita ❤:
Juaaaaan
Holaaa

Su mensaje realmente me había sorprendido. Sabía que Thalía era muy exigente en el trabajo y no dejaba que sus empleados usarán el móvil fuera del horario de descanso. Y estaba casi seguro que no era esa hora.

Ugh, soné como un acosador o algo así.

Yo:
Hola, bonita ;)

Flamita ❤:
¿Me haces un favor?
👉👈🙏

Yo:
Lo que sea por mí linda novia

Flamita ❤:
¿Novia?

Lo que sea.
¿Podrías ir a buscar a mí hermano? Está en casa de un amigo suyo y se supone que yo iría por el pero... haré horas extras 😅

Yo:
Claro, Xime.
Solo dime la dirección.

Ximena me agradeció y tras pasarme la dirección de la casa esperé a que se hiciera la hora y fui directo en busca de Franco.
Sin embargo, no podía evitar pensar, ¿Por qué reaccionó así al llamarla novia?. Es decir, no es como si nunca la hubiera llamado asi, además...¿No lo es?

Llegué a la dirección y al entrar el menor de los Gómez al coche chocó su puño con el mío, en forma de saludo.

—¿Y mí hermana?.— él preguntó, al notar que la castaña no estaba conmigo.

—Tuvo que quedarse trabajando y no podía venir, así que me pidió que lo hiciera por ti.

Él comenzó a hablar de su día, realmente me recordaba un poco a mí a su edad. Bueno, yo era más egocéntrico.
Llegamos a su casa y tras saludar a el resto de su familia me retiré de allí, en dirección a la cafetería.
Bajé de la camioneta, con la laptop bajo el brazo y entre al lugar para sentarme en el primer lugar vacío que vería.

Ximena no pudo acercarse en ningún momento a hablarme, el lugar estaba lleno de gente y no estaba sentado en su zona. Pero al menos puedo verla.
Terminé continuando mí trabajo allí sentado con una taza de café, esperando a que la hora de mí castaña acabase.

- - -

E

staba esperando a que Ximena saliera del café. Ella ya me había visto y estaba enterada que de iríamos juntos a casa.
Se acerca a mi, ya vestida con su ropa diaria y sube al lugar del copiloto en mí camioneta.

—Sabes que no hacía falta que me llevaras.— encendió la radio a un volumen bajo y volteó a verme, mientras yo me sentaba junto a ella.

—Pues es lo que un buen novio haría.— ella me miró extrañada, y yo le miré igual de confundido por aquella reacción.— ¿Qué?

—Pues...¿Desde cuándo somos novios qué no me he enterado?

—¿Cómo qué...? Pues, desde anoche, ¿O no...?— ella elevó una de sus cejas y sonrió, mientras yo encendía el coche.

—Nunca me lo pediste.

Juro que no se si fueron segundos o minutos los que me mantuve en silencio. ¿En serio no se lo pedí?
Era la idea de la cita, ¿Realmente se me había olvidado algo como eso?
Golpeé mí cabeza contra el volante, haciendo sonar la bocina y ella comenzó a reír. Voltee a verla, haciendo un puchero.

—Entonces...¿No eres mí novia?.— ella negó con la cabeza sin dejar de sonreír.— ¿Quieres serlo?

—No.— Yo la mire asombrado y...algo dolido, pero ella río.— No ahora, tonto. Creo que es...demasiado pronto.

—¿Después de cuatro años separados? Me torturas.— ella me miró mal, ahora fui yo quien río.—Bien, bien...pero no me voy a rendir así de fácil.

—No esperaba que lo hicieras.

Ella beso mí mejilla y esa gran sonrisa volvió a mis labios.
Llegamos a casa y parados frente a la puerta de ambos voltee a verla.

—Entonces...¿Quieres salir mañana?.—

Ella iba a responder, pero la puerta se abre y una pelirroja se asoma para tomar el brazo de su amiga y atraerla hacía ella.

—Lo siento, pero nosotros también queremos pasar tiempo con la castaña.— dicho esto, la arrastró dentro de la casa, pero salió segundos después.— Por cierto, espero que se estén cuidando, no quiero sobrinos tan pronto.

—¡Alice!

—¡Nos vemos, sexy vecino!

Ella cerró de un portazo y yo entré riendo a mi apartamento, siendo recibido por un alegre Apolo.

Bien, ahora tendría que seguir con mí plan de conquistar a la castaña.
Al menos estoy un paso más adelante de ese Alan.

Aún te odio, ¡Idiota!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora